La postura del kirchnerismo frente a las PASO evolucionó progresivamente desde el año pasado. Sus dirigentes pasaron del rechazo total, inclusive con amenazas de suspensión por la vía parlamentaria, a la aceptación, con la condición de que no compita Alberto Fernández. Y en los últimos días, hasta empezaron a mirarlas como una oportunidad, frente al desgaste en las encuestas y ante la posibilidad de que Cristina Kirchner no compita; y como una necesidad, frente a la dinámica que probablemente ordene a Juntos por el Cambio tras el corrimiento de Mauricio Macri. Por lo bajo, referentes de La Cámpora empiezan a deslizar argumentos para defenderlas y arman una estrategia de campaña en torno a una disputa electoral por los canales institucionales.
A medida que se acerca el cierre de listas -faltan dos meses y medio-, la hipótesis de que habrá primarias se fortalece a lo largo y ancho del FDT. Sin un candidato firme para liderar, en las usinas de ideas K admiten que trabajan en diseños electorales con ese escenario en mente. Y se miran en el espejo de la oposición, que a diferencia del peronismo, tiene experiencia en ese terreno.
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“Venimos observando cómo Cambiemos capitaliza en cada interna. Se llevan toda la atención y después suman en las Generales”, dijo un armador de peso de La Cámpora. En 2021 envidiaron los “fuegos artificiales” que se generaron en la campaña de JxC para las legislativas. “Mientras se pelean generan volumen y después se unen sin chistar. Esa es la clave”, sumó un asesor del mismo círculo. Fue una apreciación similar a la que había hecho la semana pasada, del otro lado de la grieta del FDT, el ministro de Seguridad y principal defensor del eventual proyecto de reelección, Aníbal Fernández, al deslizar que una PASO entre Cristina Kirchner y el Presidente “sería para alquilar balcones”.
La mirada no es transversal a todo el espacio duro. El ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, que intenta posicionarse para la Presidencia con el aval de Cristina Kirchner, es uno de los que deslizaron una perspectiva más benevolente ante un escenario de PASO. Pero otros sectores de peso se siguen mostrando reticentes y apenas muestran tolerancia. Máximo Kirchner, por caso, plantea como condición para un enfrentamiento interno formal que se baje Alberto Fernández. De lo contrario, su tropa amenaza por lo bajo con una ruptura, aunque sea lo último que quieren las bases menos ideologizadas, temerosas por el retorno del macrismo al poder. La Vicepresidenta, que resguarda su mirada sobre las elecciones, evita el tema, así como cualquier definición sobre el rol que adoptará, y se limita a denunciar su proscripción.
En la Casa Rosada y filiales allegadas vienen defendiendo las PASO con el repetido argumento de que “fortalece al frente” a través del “debate de ideas”. Creen que la oferta de perfiles disímiles dentro de la misma coalición permite captar votantes de distintos tipos, que podrían beneficiar al conjunto en octubre o en una segunda vuelta.
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En ambos sectores advierten, sin embargo, el riesgo de que el enfrentamiento en la campaña entre fuerzas afines se transforme en una contienda desenfrenada, e inclusive sucia. Pero señalan que si se logra mantener en el límite de ciertas pautas de convivencia, serviría para sumar adhesiones y robustecer al candidato triunfador en los comicios generales. Para que la disputa no se salga de cauce sería necesario generar “reglas de juego” antes de empezar, dicen. Una tarea imposible hasta tanto no se definan los nombres de las cabezas de nómina.
De todas formas, en el kirchnerismo no descartan un panorama donde se imponga un candidato único, y esperan a Sergio Massa, que sopesa su nivel de éxito en la gestión económica; y a Axel Kicillof, a pesar de ya avisó que prefiere ir por la reelección. “Los peronistas y los kirchneristas siempre vamos a tener el reflejo del consenso interno y el verticalismo. Nadie puede prometer que más cerca del cierre (de listas) Alberto y Cristina no arreglen y haya un acuerdo”, indicó un funcionario de CFK, con precaución de no dar nada por sentado ante los vaivenes del inestable terreno del oficialismo.
En el fondo de la defensa de las PASO subyace el temor, tanto en el kirchnerismo como en el albertismo, de enfrentar el cuadro de situación más grave: quedar relegados al cuarto lugar por el avance de los presidenciables de Pro, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich; y, en el peor de los mundos, de Javier Milei. El candidato a Presidente de Avanza Libertad crece en las encuestas y los duros de la tropa del FDT vislumbran que podría restarle una cantidad importante de votos también a ellos. En los mítines del camporismo se menciona cada vez más seguido el “fenómeno Milei”, que, analizan, surge a partir de la falta de respuesta de la política en general, y del gobierno en particular, por el rol que le toca, en la situación económica.
En la Casa Rosada hacen un diagnóstico similar, y hay quienes admiten que el desangramiento por derecha es una de las principales preocupaciones. Alberto Fernández, ayer, se enfrentó directamente con el dirigente liberal que, a su vez, le contestó, por Twitter. Del otro lado, “Wado” de Pedro eligió volver a oponerse a Mauricio Macri, a pesar de que el ex presidente ya anunció que no será candidato. En el kirchnerismo aseguran que el renunciamiento del principal líder opositor no significa que el eje del conflicto haya cambiado. “Nadie en este país duda de que Larreta es empleado de Macri. En el fondo la lucha sigue siendo contra el macrismo, sea con Larreta, Bullrich, o el que sea”, analizó.
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