Los panameños acuden este domingo 5 de mayo a las urnas para elegir al sucesor de un desacreditado Laurentino Cortizo, en medio de la inhabilitación del expresidente Ricardo Martinelli, promesas de cerrar el Tapón del Darién para frenar la inmigración y multitudinarias protestas medioambientales.
Hasta ocho candidatos se disputan a una vuelta uno de los procesos democráticos más amplios de la región, en donde no está permitida la reelección y los mandatos son para cinco años. Asimismo, los alrededor de tres millones de panameños con derecho a voto elegirán la conformación del Parlamento y los gobiernos locales.
Estas elecciones se celebran en medio de una sensación de gran frustración con la clase política, en gran parte por los continuos casos de corrupción, tanto los heredados como los que han ido apareciendo en la administración de Cortizo, así como por problemas medioambientales que han provocado una sequía que ha reducido el tráfico fluvial en el Canal de Panamá, principal motor de su economía.
Panamá no está siendo ajeno tampoco a uno de los principales desafíos de la región, las migraciones masivas. Cientos de miles de personas atraviesan la peligrosa selva panameña del Darién, lo que ha provocado una carga humanitaria que el anterior gobierno no ha sabido abordar y que este tendrá que manejar.
EL DELFÍN DE MARTINELLI
Entre los ochos candidatos el mejor situado según las encuestas es el derechista José Raúl Mulino, el hombre elegido por un Martinelli –refugiado en la Embajada de Nicaragua en Panamá desde el 7 de febrero– al que el Tribunal Electoral no permitió presentarse por una condena de más diez años de prisión por lavado de dinero en el caso conocido como ‘New Bussines’.
Su propia presencia en las papeletas quedó confirmada este viernes después de que el Tribunal Supremo, tras varios días de deliberaciones, rechazara una queja por una presunta inconstitucionalidad del Tribunal Electoral al permitir que Murino, hasta entonces compañero de fórmula presidencial de Martinelli, pudiera sustituir a este al frente de las papeletas.
Mulino no se ha molestado en camuflar que se trata en verdad de la candidatura de su mentor. Bajo el lema ‘Mulino es Martinelli, Martinelli es Mulino’, el que fuera ministro de Seguridad Pública confía en mantener los grandes apoyos de los que dispone el expresidente a pesar de los casos de corrupción.
Ministro de Exteriores tras la vuelta de la democracia, Mulino, de 64 años, ha hecho suyo el discurso conservador de Martinelli, así como sus propuestas de liberalizar la economía, favorecer el sector privado e incluso anunciar que se encargará de “cerrar” el Tapón del Darién para atajar la crisis migratoria.
Con más del 37 por ciento de los apoyos, la coalición Realizando Metas (RM) de Mulino está muy por delante de la propuesta del Partido Popular (PP), del expresidente Martín Torrijos; la del exministro de Exteriores de Martinelli, Rómulo Roux, de Cambio Democrático (CD), o la del socialdemócrata Ricardo Lombana, por el diverso Movimiento Otro Camino (MOCA), todos ellos entre el 12 y el 15 por ciento.
OFICIALISMO EN HORAS BAJAS
El vicepresidente Gabriel Carrizo sin duda arrastra los pésimos índices de popularidad del presidente Cortizo. Con algo más del 8 por ciento en intención de voto, es, según las encuestas, quien mayor rechazo encuentra entre el electorado, con un 45 por ciento.
La gestión del actual Gobierno ha provocado importantes protestas, como las de 2023 cuando entre octubre y diciembre la ciudadanía durante más de 40 días salió de manera masiva a las calles para protestar contra la renovación de una explotación de minas de cobre en un área de especial importancia medioambiental.
A pesar del gran número de candidaturas, el espectro político en el que se mueven la gran mayoría de ellas oscila entre el centro derecha y el conservadurismo más extremo, con presencia de algunas propuestas más progresistas, como la de libre postulación de Maribel Gordón, o la de Carrizo, con apenas posibilidades.
Hasta tres candidatos se presentan de manera independiente sin el paraguas de una fuerza política, lo que evidencia no solo sus enconadas disputas internas, sino también esa pérdida de credibilidad en los partidos políticos tradicionales.