Michael Cohen, otrora fiel colaborador y hombre para todo de Donald Trump, reconoció haber mentido por su e xjefe y haber ejercido la intimidación, al rendir testimonio este lunes en el juicio en Nueva York contra el ex mandatario.
Cohen, ex abogado de Trump, es interrogado por la fiscalía sobre los pagos a una ex actriz de cine porno que fueron disfrazados de gastos legales y que han sentado al expresidente en el banquillo.
Después del interrogatorio de Stormy Daniels la semana pasada, Cohen es el testigo más importante de la fiscalía, que intenta demostrar que el ex presidente falsificó registros contables para ocultar un pago a la exactriz en plena recta final de las elecciones de 2016.
En la audiencia de este lunes, la fiscal Susan Hoffinger preguntó a Cohen si alguna vez había mentido por Trump, o si había intimidado a la gente.
“Sí… Era lo que había que hacer para cumplir con la tarea”, respondió Cohen que de tanto en tanto se giraba para mirar a Trump, hundido impasible en su butaca.
Cohen ha declarado anteriormente que a pedido de su exjefe pagó de su bolsillo 130.000 dólares a Daniels para comprar su silencio por una relación sexual ocurrida en 2006, y que el magnate siempre ha negado. Cuando ya era presidente, Trump se los reembolsó fraccionados haciéndolos pasar como gastos legales, según la fiscalía.
El antiguo abogado, al que llamaban “pitbull” por el celo que demostraba para proteger a su jefe, ya se declaró culpable y fue condenado a tres años de cárcel -solo cumplió 13 meses y un año y medio en arresto domiciliario-, por mentir al Congreso y por delitos financieros y electorales.
Cohen dijo a los miembros del jurado que su trabajo para Trump era hacer “lo que él quisiera.”
“Lo único que estaba en mi mente era cumplir con la tarea, hacerlo feliz”, dijo Cohen.
Describió a los jurados cómo trabajó durante la campaña presidencial de 2016 para proteger la candidatura de Trump enterrando historias negativas, parte de lo que los fiscales han dicho que fue una conspiración criminal orquestada por Trump.
En particular, Cohen contó cómo conspiró con Trump y el editor del tabloide The National Enquirer, David Pecker, para ayudar a la campaña de Trump. Eso implicó la publicación de historias halagadoras y la ocultación de otras que podrían ser perjudiciales mediante el uso de los llamados acuerdos de captura y asesinato, que implican la compra de los derechos de una historia y la retención de su publicación.
Los miembros del jurado también escucharon, por segunda vez, una grabación que Cohen hizo en secreto de una conversación que tuvo con Trump sobre otro acuerdo de captura y asesinato, para la modelo de Playboy Karen McDougal, que había dicho que tenía un romance de 10 meses con Trump. Cohen dijo que había hecho la grabación para demostrar a Pecker, que llegó al acuerdo de 150.000 dólares con McDougal, que Trump planeaba devolverle el dinero – aunque Trump nunca lo hizo.
En una semana difícil para Trump, de 77 años, que aspira a volver a la Casa Blanca en las elecciones de noviembre, Daniels contó con todo lujo de detalles la supuesta aventura de una noche con el magnate durante un torneo de golf para ricos: desde su pijama, sus calzoncillos y la posición sexual así como que no llevaba preservativo.
Detalles que la defensa consideró irrelevantes para el caso y por los que intentó que el juez Juan Merchan anulara el juicio en dos ocasiones. Sin éxito.
A lo largo de tres semanas, el jurado que sellará la suerte del magnate en plena campaña electoral ha escuchado de los numerosos testigos que han pasado por el estrado que Cohen era un personaje difícil, que intimidaba y engatusaba a los demás para salirse con la suya.
Para los abogados de la defensa se trata de un mentiroso patológico y un criminal convicto.
“Respaldado por documentos”
“Todo lo que dice está respaldado por documentos”, dijo a la AFP una fuente cercana a Cohen.
Si la semana pasada fue complicada para el magnate, a quien el juez Merchan ha prohibido que hable de los testigos en público, la semana que comienza puede ser todavía peor con el testimonio de Cohen, uno de los dos últimos testigos que piensa llamar la fiscalía.
Su relación se deterioró poco después de que el acuerdo secreto con Daniels salió a la luz en 2018. Trump le dejó caer y desde entonces se han enfrentado públicamente.
Trump demandó a Cohen y lo llamó “rata” y éste demandó a su antiguo jefe y dijo de él que era un un “capo de la mafia”.
Los fiscales reconocieron el viernes que no tienen control sobre Cohen, después de que el juez les pidió que le dijeran que dejara de hablar mal de su ex jefe, su enemigo jurado tras su paso por la cárcel y de quien se ha burlado a lo largo del juicio.
Trump, que repitió de nuevo a su llegada al tribunal que es víctima de una “caza de brujas” y de “interferencia electoral”, arremetió el sábado en un mitin en el vecino Nueva Jersey contra el juez al que tildó de “conflictivo” y contra el fiscal del tribunal de Manhattan que lo ha sentado en el banquillo, Alvin Bragg, de “demócrata radical”.
Además del caso de Nueva York, Trump ha sido acusado en Washington y Georgia de intentar revertir los resultados de la elección de 2020 y de llevarse documentos clasificados al dejar la Casa Blanca en 2021, aunque este juicio ha sido pospuesto indefinidamente.
(con información de AFP)