Como afirmó recientemente la joven bodeguera Juliana Del Águila Eurnekian, responsable de Bodega Del Fin del Mundo, este año se espera que los vinos patagónicos registren resultados históricos, tanto en términos de cantidad como en calidad y equilibrio. Su bodega, referente de los vinos de la región y pionera en la provincia de Neuquén, elabora el 100% de sus vinos con uvas de viñedos propios desde que el año 2002. Cabe mencionar que la región de San Patricio del Chañar es reconocida por ofrecer condiciones climáticas particulares que favorecen el cultivo de la vid. Esto implica que es uno de los terruños más australes y singulares del mundo en los que se elaboran vinos de alta calidad.
“Si bien en cada una de las líneas de la bodega buscamos remarcar el carácter de la región, así como reflejar el terroir de la manera más auténtica y honesta, la realidad es que cada vendimia es única”, asegura Del Águila Eurnekian. Y si bien la calidad de la añada impacta en todos los vinos, el carácter particular se refleja mucho mejor en los vinos de alta gama. Y entre ellos, los que provienen del mismo viñedo ofrecen algo particular, un carácter de lugar más definido, porque provienen de viñedos únicos, y se conciben a partir de uvas seleccionadas en la viña que ofrecen características diferenciales respecto del resto.
La joven bodeguera sostiene que esta será una vendimia que promete ser histórica para los vinos patagónicos particularmente, porque este año se registró una notable amplitud térmica, con noches frescas que rondan entre los 8 y los 10 °C, lo cual ha permitido una cosecha en el momento justo para asegurar la sanidad de los frutos y concentrar todos sus sabores. Además, la ausencia de lluvias ha colaborado para generar un panorama aún mejor.
Hay que entender que los vinos nacen en el viñedo, pero mucho antes de cosechar las uvas, en primer lugar, hay que elegir el lugar donde plantar el viñedo y esperar algunos años (al menos 4 verdes) para obtener uvas aptas para vinificar. Luego, una vez comprobado que ese lugar tiene características diferenciales, empezar a manejarlo con vistas a lograr la mejor calidad posible.
Desde la poda en invierno, cuando se define qué cantidad de uva debe producir cada planta, hasta el día en que se cosecha. Durante ese ciclo, que dura un año, hay que regar y manejar la canopia (parte verde de la planta) para fomentar una floración ideal y luego alimentar esos racimos, cuidándolos hasta la vendimia. Cosecharlos con los máximos cuidados y luego elaborarlos en función al vino deseado.
En este caso, los Single Vineyard buscan ser una referencia que vaya más allá de la región. Porque si bien se encuentran inmersos en un gran contexto, los viñedos pueden ofrecer características únicas, como la composición de los suelos, las brisas que atraviesan el viñedo, la pendiente, y el uso del agua, por nombrar algunos. Y siempre, toda la acción del hombre se ve acompañada e influenciada por el clima de cada año. Pero un vino Single Vineyard ya es especial desde “el vamos”, porque los hacedores han comprobado que esas uvas son diferentes, y luego eso se ha comprobado en la bodega.
“Nuestro Fin del Mundo es un vino de un Single Vineyard, o sea un viñedo en donde se muestra de manera excepcional esa variedad. Por ejemplo, el Malbec es de la finca Don Eduardo y se cosecha un poquito más arriba, sobre la barda, que es la meseta que marca el Alto Valle, y realmente es diferente. Yo creo que es un Malbec patagónico por excelencia”, asegura la bodeguera.
En Fin del Mundo solo hacen vinos con uvas propias, de sus diferentes viñedos dentro del Valle de San Patricio del Chañar, en los cuales ya tienen bien identificado cómo se da cada variedad. Y ya está, junto con Ricardo Galante (enólogo), trabajando en un nuevo ícono que nace de una microvinificación de uvas provenientes de una pequeña parcela.
El siguiente es el diálogo que mantuvo Infobae con la responsable de Bodega Del Fin del Mundo y de la Bodega Karas.
-Infobae: Desde hace tiempo, Juliana Del Águila Eurnekian empezó a hablar de distintos viñedos dentro del mismo viñedo. ¿Cómo es eso? Porque evidentemente lo que antes era uno, ahora son varios.
-Del Águila Eurnekian: El Valle de San Patricio del Chañar es uno de los viñedos más nuevos de la Argentina, es como la cara moderna de la Patagonia, así que los viñedos que hoy tenemos plantados tienen unos 25 años. Nosotros solamente hacemos vino del viñedo propio y tenemos 800 hectáreas plantadas. Lo que pasa es que cuando uno habla de eso se imagina como que es un gran paño de viñedos infinito. Y en realidad son muchos viñedos que tenemos muy bien identificados y a lo largo de los años fuimos conociendo muy bien. Y el valle, lo que tiene interesante es que el suelo es muy heterogéneo, entonces si vas subiendo por la barda tenés más concentración de calcáreo, de grava, hasta algo aluvional. O sea, cambia mucho el suelo según la zona en la que estés. Entonces, para nuestros Single Vineyards tuvimos que identificar cuáles eran los viñedos en donde cada cepa que tenemos plantada se da de manera excepcional. No todos los años sacamos estos vinos porque no todos los años son excepcionales, pero sí en los años en que esto sucede. Mostramos y embotellamos estos vinos que son como el gran referente de esta uva en la Patagonia.
-¿Además del Malbec, ¿qué otros Single Vineyards tiene la bodega?
-Tenemos Pinot Noir, por supuesto, tenemos Chardonnay, Cabernet Franc y algunas otras hectáreas de viñedos plantados en los que aún no nos convence el vino que estamos sacando. Como las últimas cosechas no fueron tan excepcionales, no los embotellamos de esa manera.
-¿Cómo es ese gran viñedo de 800 hectáreas, que en realidad son varios dentro de la misma comarca?
-Está separado por rutas, por pueblos. Son muchos, muchos paños diferentes ahora. Hoy, de ese gran viñedo y con toda la información que fuimos obteniendo a lo largo de los años, lo fuimos dividiendo en muchos más pequeños en función a sus características distintivas.
-¿Cuál de los Single Vineyards me podés decir que te dio más información? Me imagino que será el Malbec, pero quizás sea el Pinot Noir. ¿Y qué haces con esa nueva información?
-Eso es divertido. Porque en realidad, incluso para hacer un Single Vineyard hacemos micro vinificaciones. Entonces no es todo el viñedo el que se embotella, sino que es realmente esa micro parcela que nosotros notamos donde se da un vino realmente diferente, donde la fruta es diferente ya desde el viñedo y la elaboramos de manera diferenciada. Y esto es un trabajo que hacemos en todo el viñedo. En cada uno de estos Single Vineyards estudiamos a fondo. Descubrimos parches de suelo que son distintos, accidentes geográficos que suceden y que hacen que ese viñedo crezca de manera diferente y que las uvas de ese viñedo sean distintas, mejores o peores.
-¿Qué es lo que se viene?
-Yo estoy completamente enamorada del Syrah y del Pinot Noir, y por supuesto del Malbec, que es tan diferente como hablamos tantas veces del Malbec de la Patagonia. Pero venimos trabajando mucho en el Syrah, y en encontrar el mejor exponente de Pinot Noir que se da también en la Patagonia. Así que vamos a tener novedades, se vienen cositas como se dice. Y en los blancos también. Yo creo que los blancos, sobre todo en los últimos años, han cobrado gran relevancia en el vino argentino y nosotros le venimos prestando muchísima atención, sobre todo al Semillon. Una uva blanca que hoy lo embotellamos como Single Vineyard, y ahora se viene nuestra segunda añada. Realmente es un vino muy diferente al resto de los blancos, porque es un vino relativamente austero, no es un vino de esos que explotan y que está lleno de aromas, sino que es muy elegante, muy distinto y muy único.