(Desde Washington, Estados Unidos) “El actual gobierno argentino, empeñado en una tarea que es de dimensiones enormes, quiere revertir la decadencia que ha padecido nuestro país desde hace décadas. Hablamos de la plena vigencia de las instituciones democráticas, el Estado de derecho y el fomento del desarrollo humano en toda su dimensión”, sostuvo Daniel Raimondi, un experto diplomático de carrera que deja la sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) para asumir como embajador ante Brasil.
Y completó Raimondi: “Yo quiero mencionar que la Argentina de hoy tiene uno de cada dos habitantes viviendo en condiciones de pobreza. Y es un deber nuestro como servidores públicos cada día trabajar aunque sea en aportar algo, un grano de arena para ir resolviendo ese gran problema. Que es algo inadmisible”.
Raimondi compartió su ceremonia de despedida con el secretario general de la OEA, Luis Almagro -que cantó el himno nacional sin errores- el embajador argentino en Estados Unidos, Gerardo Werthein, y sus colegas de Bolivia, Canadá, Chile, Costa Rica, Dominicana, El Salvador, Francia, Grenada, Guatemala, Italia, México, Panamá, Paraguay, Perú, Santa Sede, Surinam y Uruguay ante el foro regional.
La despedida fue sencilla y despojada. Choripan con Chimichurri al gusto, empanadas de carne, sandwich de Bondiola, vino Malbec, y Pastafrola de Membrillo y alfajores de Maizena. Fue difícil explicarle a los embajadores europeos que era un choripan y para qué servía la Salsa Criolla que ofrecían los mozos con amabilidad porteña.
En el jardín de la residencia, ubicada en Georgetown, se encontraban también Sonia Cavallo -próxima embajadora argentina en la OEA-, Gustavo Cinosi, asesor especial del secretario Almagro, y Gastón Schulmeister, director del Departamento contra la Delincuencia Organizada de la OEA.
La designación de Raimondi en la OEA implicó un fuerte cambio geopolítico en la perspectiva regional de la Argentina. Antes de su llegada, el gobierno de Alberto Fernández había designado a Carlos Raimundi, un exdirigente estudiantil de Franja Morada que giró al kirchnerismo puro. Raimundi sólo respondía a CFK y era un defensor permanente de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
En cambio, Raimondi estaba en línea directa con la canciller Diana Mondino, y sus posiciones reflejaban la posición del gobierno respecto a la situación en América Latina. El futuro embajador en Brasil -cuando todavía representaba al país en la OEA- respaldó un detallado informe que describía la sistemática violación a los derechos humanos cometida por Nicolás Maduro y su aparato represivo.
Carlos Raimundi nunca hubiera apoyado ese informe, que desnuda el modus operandi de Maduro en Venezuela. Además, Alberto Fernández tenía pésima relación con Almagro -lo acusaba de haber participado en la caída de Evo Morales-, una situación que no se repite entre Javier Milei y el secretario General de la OEA.
Esa cordialidad a la distancia entre el Presidente y Almagro explica su presencia en la despedida formal de Raimondi. Para Milei la acusación contra Almagro tiene la consistencia del papel mojado.
Raimondi será sucedido por Sonia Cavallo Runde, hija del exministro de Economía de Carlos Menem y Fernando de la Rua. Cavallo tiene una maestría en Políticas Públicas en la Universidad de Harvard, vive desde hace años en DC, y conoce todas sus palancas de poder.
La próxima embajadora en la OEA -asumirá antes que concluya junio- tiene una hoja de ruta vinculada a la promoción de las economías regionales y la educación en el interior de la Argentina. Cavallo tiene mucha experiencia en esta agenda, que será una novedad para la lógica interna de la Organización de Estados Americanos.
El primer desafío de Cavallo será la Asamblea General de la OEA en Asunción. Argentina exhibe una perspectiva de política exterior que causa roces diplomáticos con Brasil, Bolivia, Colombia y México, y está fricción será un factor a tener en cuenta all momento de aprobar el documento final de la cumbre que organiza Paraguay.