¿Pensaste alguna vez que las medidas que afectan a las importaciones o las exportaciones impactan en tu forma de comenzar el día? ¿O en cómo alimentas a tu mascota? ¿O en tus tratamientos médicos?
Desde los productos que usamos para nuestra higiene personal, hasta lo que tomamos en el desayuno, como el alimento balanceado que le servimos a nuestra mascota, llegan a nuestras casas por una serie de actividades que no serían posibles si primero no hubiera habido una compra internacional. ¿Incluso si el producto es de elaboración nacional? Sí, porque en algún punto de la elaboración nacional se ha incorporado algún insumo, materia prima que fue importado. O quizás haya sido alguna maquinaria de las que se emplearon en la línea de producción, o el envase fue confeccionado con materiales que se trajeron desde el exterior, o utilizaron un molde diseñado en otra parte del mundo.
El año pasado el comercio exterior argentino sufrió una fuerte crisis. Aún hoy se está enfrentando a las consecuencias que generó esta situación. El nivel de trabas y burocracia que se había implementado, tanto para la importación de bienes y de servicios, así como la implementación de cupo y prohibiciones para la exportación, afectó seriamente la situación de los agentes que intervienen. Demoras en la aprobación de las licencias de importación, problemas o directamente la imposibilidad para pagar a los proveedores, incremento de los trámites y certificaciones: son alguna de las cuestiones que podemos mencionar.
Hay quienes podrían argumentar que estas medidas fueron tomadas en orden de proteger la industria nacional. Pero esta sería una interpretación errónea, ¿por qué? Porque la producción argentina necesita de insumos, maquinarias, bienes de capital, repuestos que son producidos en diversas partes del mundo. Además, para llevar los productos argentinos al mundo necesitamos que los proveedores de flete internacional nos brinden tarifas competitivas dado que, por cuestiones que no elegimos, estamos muy lejos de los grandes centros de producción y de consumo del mundo.
Uno de los problemas más serios que tuvo que atravesar el sector se relacionó con las dificultades para pagar a los proveedores. En un esfuerzo por sostener artificialmente la producción, se autorizaban importaciones, pero después se negaba el acceso al Mercado Único y Libre de Cambios. Esto llevo a que, para finales del 2023, aquellos que enviaban bienes a la Argentina suspendieran las entregas y que los fletes internacionales se encarecieran o que hubiera que pautarlos en la condición de compra. ¿Qué significa esto? Que en lugar de hacer compras bajo un INCOTERM FOB, se debería recurrir a un CFR o CIF o CIP para que fuera el exportador quien pagara el servicio, dañando seriamente a las empresas argentinas que brindan el servicio de agente de carga.
La situación era crítica. Mientras se hablaba de la mayor deuda en la historia del comercio exterior, las reservas netas internacionales rondaban los USD 11.000 millones negativos. No había hasta ese momento manera de imaginar cómo se iban a honrar las obligaciones.
Cuando se produjo el cambio de administración nos encontramos con otros desafíos. Por un lado, el ajuste en el tipo de cambio, necesario, pero un golpe para todos aquellos que habían realizado operaciones meses atrás cuando la cotización estaba en los $200 o los $350. Asimismo, el ajuste en la alícuota del Impuesto País que para la mayoría de los bienes y servicios trepó del 7,5% al 17,5%. Esto implicaba que al momento de poder pagar sus deudas el impacto iba a ser sustancialmente superior.
A finales de enero, el Banco Central de la República Argentina informó que tras el empadronamiento la deuda por importación de bienes registrada hasta el 12 de diciembre de 2023 (y por importación de servicios prestados y/o devengados a la misma fecha) totalizaba unos USD 57.800 millones. Sin embargo, cuando se descontaba lo efectivamente pagado sin acceso al mercado por USD 8.500 millones, la deuda real sería USD 42.600 millones.
En ese contexto, y a fin de brindar herramientas para permitirle a los importadores solucionar este problema, se instrumentó el Bono Para la Reconstrucción de una Argentina Libre (BOPREAL) que fue emitido en tres series por un valor nominal de USD 10.000 millones. Además, autorizó a que las empresas MiPyme que habían declarado deuda por un monto igual o inferior a USD 500.000 pudieran desde el 10 de febrero, en un esquema de tres etapas, acceder al Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) para cancelar la deuda sin tener que suscribir al BOPREAL.
Pero ¿por qué todo esto me tiene que resultar relevante lo que pasó con las importaciones y las exportaciones? Porque todas estas dificultades con las que se enfrentaron las empresas, en particular las PYMES, las cuales trajeron enormes distorsiones. La más evidente estuvo en los precios. Ante la incertidumbre sobre cuándo se iba a poder acceder al MULC para cancelar los compromisos, las firmas pusieron precios muy altos y lejos del valor óptimo, en un intento de obtener cobertura.
Si miramos el último informe del INDEC sobre el Índice de Precios Internos Mayoristas, podemos observar que en abril la variación mensual de los precios de productos importados fue del 0% y en el caso del Índice de Precios Básicos al por Mayor -0,2%.
¿Es el único impacto? No, para nada. La variedad, la calidad y la disponibilidad de muchos productos se ven condicionada por el ingreso de insumos y materias primas del exterior. Cada vez que buscamos un médicamente, aún hoy por el arrastre de la situación, nos encontramos con dos situaciones diferentes: falta del producto o suba en el precio. Muchas personas sufrieron reprogramaciones de sus cirugías durante el 2023 por falta de insumos, prótesis o descartables. Personas con dificultades para hacerse de sillas de ruedas o de audífonos, como consecuencia de las trabas a las importaciones.
Muchas recordarán que el año pasado faltaron bananas, y el precio se disparó. Esto se generó como consecuencia de que los importadores no podían pagarles a los proveedores en Ecuador y Bolivia. El impacto era mucho más grande que el abastecimiento local porque había familias enteras en otros países cuya situación económica pendía de un hilo por el incumplimiento de nuestro país.
Los problemas para importar insumos golpean a la industria nacional, que pierde poco a poco la competitividad y ve esfumarse la posibilidad de poder exportar, lo cual limita la posibilidad de que lleguen dólares a reforzar las arcas del Banco Central. También, limitan la innovación tecnológica, el desarrollo de nuevos productos, y la reducción de costos productivos, y por tanto los precios para los consumidores.
En este último año, las empresas que operan en el comercio exterior y la industria nacional han estado haciendo un esfuerzo para mantener los puestos de trabajo. Las medidas que limitaron, por ejemplo, el pago de los servicios de flete internacional llevó a que muchos agentes de carga vieran en riesgo su continuidad. Los pequeños se van extinguiendo y los más grandes consolidan aún más su posición.
En los últimos meses se ha trabajado arduamente para simplificar, desburocratizar, eliminar trabas y facilitar la operación. Podemos mencionar la eliminación de la SIRA, la SIRA, la Cuenta Corriente Única de Comercio Exterior, las licencias de importación, la simplificación de algunos reglamentos técnicos, entre otras medidas.
Los efectos de estas medidas aún no se sienten con fuerza en el mercado, porque el cepo licua estas decisiones que se han tomado. El rumbo pareciera ser el correcto, pero aún queda mucho camino por recorrer. Algunas flexibilizaciones se han dado, principalmente para las PyMES. Pero la falta de pago anticipado complejiza y encarece las operaciones, y esto obvio impacta en los precios.
La caída en la actividad económica también está afectando el intercambio comercial, junto con la difícil tarea de cumplir con las obligaciones y las normas cambiarias que aún son bastante rígidas. Por ello, en abril las importaciones cayeron 22,7% con respecto a igual mes del año anterior.
Y detrás de cada PyME hay no sólo muchas familias que todas las mañanas se levantan para seguir luchando. Las PyMEs son sueños, son esperanzas, esfuerzo, compromiso, inversión y trabajo. Es seguir creyendo en un futuro mejor y necesitan del comercio exterior para funcionar.
El comercio exterior y su correcto funcionamiento es clave para que la economía se desarrolle de manera adecuada, y nos afecta a todos, no sólo a quienes desarrollan esta actividad. Por ello, cada vez que escuchas una noticia referida a las importaciones o a las exportaciones es importante que tengas en cuenta que tienen consecuencias sobre la forma en que consumimos y cómo vivimos todos los días.
De ahora en adelante, cuando escuches o leas que se tomaron medidas sobre las importaciones o las exportaciones, no pases de largo. Quédate y léela, porque como dice el poema que cita Hemingway en su libro “Por quién doblan las campanas”: “Ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo (…) nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.