La guerra en la Franja de Gaza, el conflicto histórico y rejuvenecido entre Israel y Palestina, tuvo réplicas, posicionamientos, discusiones en todo el mapa. El foco se concentró en las puertas de las universidades. Hubo protestas, acampes, suspensiones, desalojos, detenidos. Los estudiantes levantaban banderas propalestina. Eran acusados de blandir “abusos antisemitas”. Empezaron en Estados Unidos, donde se desató una crisis social y política sin precedentes. Rebotó: los reclamos al cese al conflicto bélico regaron el mundo occidental. No pasó lo mismo en Argentina, donde las protestas tenían otro propósito: evitar el desfinanciamiento de la educación pública.
Como respuesta a esa escalada de tensión, cuatro referentes religiosos argentinos se reunieron para enseñar que se puede convivir. En una sala cedida por la Universidad de Buenos Aires, se presentaron el titular de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Jorge Knoblovits, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, el presidente del Centro Islámico de la República Argentina (CIRA), Fabián Ankah, y el vicepresidente de Planificación y Gestión de la Alianza de las Iglesias Evangélicas de la Argentina (ACIERA), Rafael Pedace. Formaron parte de un panel denominado “diálogo para la convivencia”. La mesa en la que se sentaron los referentes de los distintos credos estuvo presidida por el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, y el vicerrector, Emiliano Yacobitti. En ella, en un signo de convivencia y tolerancia, firmaron un documento conjunto para bregar por la paz.
El comunicado habla de las universidades como un espacio libre de violencia. “Como representantes de instituciones centrales en la vida comunitaria, cultural y religiosa en nuestro país, nos comprometemos a desarrollar un trabajo constante y constructivo a favor de la preservación del ámbito universitario y libre de violencia, resguardando la seguridad de los estudiantes y con un mensaje claro a la sociedad de sana convivencia en la diversidad de pensamiento, sumando nuestros esfuerzos para que no falte el pan de cada día en la mesa de los argentinos”. Establecieron, a la par, cinco objetivos primordiales: “Estimular el intercambio y la cooperación, el respeto por la diferencia, el esfuerzo compartido por la cultura de la paz, la condena de cualquier tipo de agresión, y el cuidado de los derechos y libertades individuales”.
“Nuestro empeño está puesto en educar, en la inclusión, en la defensa de la democracia, en la convivencia y en la promoción de los derechos humanos. Debemos pensar la educación como un espacio de reconstrucción de la sociabilidad y los buenos usos del espacio público, y ser capaces de desarrollar pensamiento crítico en las y los jóvenes para poder cimentar un futuro diferente. Nuestro compromiso está intacto. Hoy los invitamos a trabajar juntos y renovar este compromiso a favor de la preservación de un ámbito universitario libre de violencia”, expresó Ricardo Gelpi, en la presentación.
El titular de la DAIA, Jorge Knoblovits, procuró darle el valor al hecho en sí: líderes de distintas religiones, bajo un mismo techo, para firmar un comunicado conjunto a fin de promover la paz y la diversidad. “No sé si tomamos conciencia de lo que significa ese acto. No solamente en Argentina, sino en el mundo. Podría ser en Argentina un acto posible, pero es un acto imposible en otras regiones del mundo. Estamos celebrando que cada uno piensa distinto sobre algunos temas, pero nuestro límite es el odio y aquellos discursos que nos perjudican. Pensamos de diferente manera, pero sin embargo nos enriquecemos por pensar diferente”.
Knoblovits destacó que no es la primera vez que interactúan con Fabián Ankah o con Rafael Pedace. Sostuvo que el diálogo es permanente y fluido, agradeció la convocatoria de la UBA, donde se egresó de la carrera de derecho, y celebró que la “la UBA preste este paraguas y nos dé esta posibilidad para decirles a todos que los actos de violencia, de odio, de intolerancia que vimos del 7 de octubre en adelante en otras universidades, acá no va a pasar porque nosotros tenemos un modelo distinto”.
El vicepresidente de Relaciones Externas de la Alianza de la Iglesia Evangélica de la Argentina, Rafael Pedace, se graduó en la Universidad de Buenos Aires en 1971 como contador público. Había nacido en Italia en el seno de una familia pobre. Había llegado al país con un año de vida. Hoy está casado, tiene cuatro hijos y catorce nietos. A ninguno les cedió su pasaporte comunitario. Hizo un agradecimiento especial a la educación pública y a la apertura sociocultural del país para que su historia personal sirva de prólogo para contextualizar su posición. “Esto es único -dijo-. Realmente hay pocos países en el mundo donde se puede sentar en una mesa para exponer, congeniar y coincidir en puntos que son indiscutibles. Esto no se puede discutir: la paz es lo que hace progresar a un país. Es algo realmente muy lindo para poder mostrarle al mundo”.
“A pesar de cualquier discrepancia de teorías o de ideologías que podamos tener, la convivencia es sana e implica el respeto, el reconocimiento del pensamiento del prójimo. Y en ningún momento llegar a la violencia, al daño, para hacer valer mis derechos. Cuando tengo razón, no hace falta gritar, ni insultar, ni ofender. Cuando tengo razón lo expreso con ideas, conceptos y considerando que el otro tiene el mismo o más valor del que yo tengo”, enseñó. “Creo que toda iniciativa para favorecer el diálogo, la convivencia y la paz son centrales y debemos estar siempre de acuerdo, es la base de una comunidad que crece. Rechazamos cualquier tipo de discriminación y cualquier tipo de pensamiento que haga que la violencia sea el modo de expresar las ideas”, expresó y agregó, al finalizar, una breve reseña sobre un libro que lo conmovió, escrito por Desmond Tutu, obispo sudafricano: el título es Sin perdón no hay futuro.
El presidente del Centro Islámico Fabián Ankah saludó a los presentes con una palabra en idioma árabe. “Assalamualaikum”, dijo. Significa “que la paz esté con ustedes”. Reveló que cuando lo invitaron a participar de este encuentro, lo celebró: “Somos un país que es un ejemplo de exportación: me gustaría que varios países siguieran nuestro ejemplo, en donde las distintas religiones puedan convivir en paz y tranquilidad, en donde se respeten las ideas y los pensamientos del otro. Es un honor vivir en Argentina”. “Siempre lo hablamos con Jorge (Knoblovits, titular de la DAIA). Obviamente en algunas cosas pensamos distinto, pero la parte religiosa la respetamos, tanto ellos a nosotros como nosotros a ellos. Jamás nos metemos en eso. El respeto y la convivencia es la base de todo”, agregó.
En diálogo con Infobae, contó que hace unos meses estuvo en Estambul, Turquía, en una reunión de la colectividad musulmana. En ella, sobre el escenario y ante el micrófono, resaltó que vive en un país de paz “donde cohabitamos con todas las religiones, donde nos llevamos bien, donde cada uno defiende su idea, pero respetamos la del otro, donde no nos metemos en el ámbito religioso de los otros credos”. Al finalizar el acto, se le acercó el delegado de la India y en inglés, le dijo: “Qué bueno eso que dijiste y qué bien nos vendría a nosotros en la India”.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, dijo que el diálogo interreligioso es parte de la tradición argentina y que, a pesar de un sinnúmero de dificultades, “aún camina”. “Esta convocatoria y esta reunión quiere manifestar, ya que somos las tres religiones monoteístas que están representadas acá, que no se puede ejercer la violencia en nombre de Dios, nuestra fe común nos impide ejercer la violencia en nombre de Dios. Esto es lo que hizo afirmar rotundamente el Papa Francisco en febrero de 2019, cuando se reunió con el imán Al-Tayyib. Allí, en ese documento de Abu Dabi, el Papa expresó con claridad: ‘Tenemos que tener el diálogo como camino, el conocimiento recíproco como método y como criterio, y la colaboración mutua como conducta’”. Remitió a sus labores como párroco para ilustrar la penetración cultural de esta convivencia: “Recuerdo cuando hicimos algunos emprendimientos comunes con iglesias evangélicas y con la comunidad judía, que tenía que ver con un servicio de comedores. Cuando nos reunimos juntos para una tarea común, estamos expresando un modo de conducta que es ejemplo también para las futuras generaciones”, acreditó.