La relación entre los niños y los videojuegos ha sido un tema de constante debate, sobre sus beneficios y consecuencias. Unicef enfatizó la relevancia del vínculo familiar durante la actividad como un método efectivo para fomentar una relación saludable, en donde los padres pueden interactuar con sus hijos.
Según destacó Unicef, la mejor manera de que los padres se involucren en el consumo de videojuegos de sus hijos es participando activamente en ellos. Este enfoque no solo permite comprender mejor el valor que los jóvenes encuentran en estos, sino que también facilita un diálogo abierto y positivo.
Al sentarse y jugar juntos, los padres ofrecen a sus hijos la oportunidad de enseñarles las dinámicas del juego, lo que a su vez establece una base común para discutir la cantidad de tiempo dedicada a esta actividad y la adecuación de los mismos.
El truco para que los videojuegos sean beneficiosos para los niños
La participación activa de los padres en los videojuegos no solo les brinda una nueva perspectiva, sino que también fortalece la relación familiar.
Unicef declara que comprender y experimentar la actividad desde el punto de vista de sus hijos permite a los padres discutir más efectivamente sobre diversos aspectos relacionados con los videojuegos.
Este acercamiento proporciona una plataforma para el diálogo y el entendimiento mutuo, aspectos clave para fortalecer los lazos familiares.
Cómo ayudan los videojuegos a los niños
Cuando están bien diseñados, los videojuegos pueden satisfacer importantes necesidades de los jóvenes como la competencia, la autonomía y el establecimiento de vínculos sociales. Este aspecto puede traducirse en emociones positivas, aumentada implicación, creatividad y aprendizaje, como destaca Unicef.
Los videojuegos ofrecen un entorno controlado donde los jóvenes pueden enfrentar retos y superar dificultades, lo que puede ser una herramienta útil para desarrollar la resiliencia necesaria para manejar desafíos en la vida real.
Cómo deben fomentar los padres el uso seguro de los videojuegos
A pesar de estos beneficios, es crucial que los responsables sean conscientes de los posibles riesgos asociados con los videojuegos. Un control parental adecuado y una comunicación abierta son esenciales para asegurar que la experiencia de juego sea segura.
Los progenitores deben estar informados sobre con quién juegan sus hijos y conocer los peligros de compartir información en línea. La supervisión y el diálogo abierto pueden prevenir problemas como el ciberacoso, la exposición a contenido inapropiado, y la interacción en comunidades tóxicas.
Qué tipo de videojuegos consumen los niños
Para tener un control efectivo sobre la experiencia de juego de sus hijos, los padres pueden beneficiarse de evaluar los videojuegos personalmente.
Aunque las clasificaciones por edades y los comentarios de otros padres pueden ser útiles, no hay mejor manera de entender un videojuego que experimentarlo junto a los hijos.
Este método no solo permite a los padres monitorear mejor el contenido, sino que también ofrece una oportunidad para conectar y aprender más sobre los intereses de sus hijos.
Cuánto tiempo se debe dedicar a los videojuegos
La cantidad de tiempo que los niños deben interactuar con videojuegos no tiene una respuesta única y correcta. Variará dependiendo de varios factores como la época del año, el balance con otras actividades y las competencias emocionales del niño.
Es fundamental que los padres establezcan límites razonables y aseguren que el tiempo de juego no interfiera con otras responsabilidades y actividades importantes.
Desde qué edad se debe interactuar con videojuegos
Para los padres de niños más pequeños, es recomendable que se familiaricen con los sistemas de clasificación de los juegos y los controles de seguridad disponibles.
Participar en los juegos desde el inicio permite a los progenitores entender el contenido y monitorear mejor la experiencia de sus hijos, antes de que pueda ser un riesgo.
Resulta esencial conocer las herramientas disponibles para gestionar y supervisar el uso de los videojuegos por parte de los niños, asegurando así que se mantengan en un entorno seguro y apropiado para su edad.