La Organización de Estados Americanos (OEA) ha felicitado este martes al pueblo mexicano por el “éxito” en la celebración de las elecciones más grandes de su historia, donde más de 56 millones de mexicanos ejercieron su derecho a voto para elegir a más de 20.000 cargos estaban en juego, incluida la composición del nuevo Congreso, conformado por casi 630 escaños entre Cámara de Diputados y Senado.
La Misión de Observación Electoral (MOE) de la OEA ha destacado “el histórico resultado” por el que por primera vez en 200 años una mujer ocupará la Presidencia mexicana. En este caso, será Claudia Sheinbaum, quien consiguió un “contundente triunfo”, la que ostentará este cargo. El organismo ha destacado que México cuenta con el marco jurídico más avanzado de la región en materia de paridad, lo que está contribuyendo a ampliar de forma significativa la presencia de las mujeres en la vida política del país.
Además, ha hecho hincapié en que ha dado “pasos significativos para erradicar la violencia política contra las mujeres por razón de género, uno de los principales obstáculos estructurales al ejercicio de sus derechos político-electorales”. También ha reiterado la importancia de la obligación a los partidos de otorgar a las mujeres no menos del 50 por ciento del financiamiento público con lo que cuenta cada formación para las actividades de campaña.
VIOLENCIA DURANTE LA CAMPAÑA
Si bien la MOE ha afirmado que la jornada del domingo “transcurrió sin incidentes mayores”, ha lamentado y condenado “enérgicamente” los actos de violencia ocurridos durante la campaña electoral y dirigidos contra aspirantes, precandidatos y candidatos, así como los actos “aislados el día de la elección contra funcionarios, votantes y material electoral”.
En este contexto, la misión de observación del organismo regional ha expresado su preocupación por los “efectos inhibitorios que la violencia electoral tiene en la democracia mexicana”. Durante su estancia en el país, “uno de los aspectos más reiterados fue el contexto de la inseguridad y temor en el que se desarrolló la campaña electoral, así como manifestaciones del crimen organizado en la contienda. Tanto los datos oficiales como los de asociaciones, que no coinciden en cuanto al balance, “muestran que la violencia ha afectado a todos los partidos políticos”.
De acuerdo con información de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, a fecha de 28 de mayo se había registrado un total de 23 asesinatos, de los cuales nueve fueron contra candidaturas registradas. Después de esa fecha, durante el cierre de campaña y hasta el día de la elección, otros cuatro candidatos fueron asesinados.
Los seguimientos realizados por parte de la sociedad civil han registrado entre 33 y 36 asesinatos de precandidatos, candidatos y aspirantes, además de diversos tipos de agresiones contra funcionarios electos, exfuncionarios, excandidatos o militantes. Los estados más afectados por estos actos violentos fueron Guerrero, Chiapas y Michoacán.
Además, según la MOE, algunos partidos políticos decidieron no presentar candidaturas en algunos municipios por temor a ser víctimas de violencia y también se han producido un “alto número de renuncias de candidatos y funcionarios electorales que alegaron, entre otras, razones de seguridad”. “A esta pérdida de opciones políticas por efecto de la violencia, se suma la decisión de candidaturas de abstenerse a hacer campaña, lo que afecta a un voto informado por parte del electorado”, ha lamentado.
La OEA ha reconocido que en el contexto mexicano “la violencia política no es un fenómeno nuevo y no ha sido ajeno a su historia democrática”. “En los últimos 35 años, esta violencia se ha manifestado en ataques letales y la construcción de mensajes estigmatizantes, difamatorios y discursos de odio, lo que indica que este no es un fenómeno singular de las actuales dinámicas político-electorales mexicanas”, ha concluido.
En este sentido, ha advertido de que “la peor forma de sacar a una persona de la contienda es su asesinato”, puesto que viola el derecho a la vida, el de participación política activa y pasiva y “es el mayor castigo a la democracia”. Por ello, ha reprobado “firmemente todas las formas de agresión física e intimidatoria que se dieron en el marco de las elecciones y que buscaron influenciar o inhibir el ejercicio ciudadano de participación política”.