Hasta qué punto puede afectar la nutrición a nuestro comportamiento es un campo todavía en aras de estudio. Una reciente investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) ha descubierto que los ácidos grasos omega-3 son capaces de reducir el comportamiento agresivo y violento, según publican en la revista científica Aggression and Violent Behavior.
Los ácidos grasos omega-3, un nutriente que se encuentra en alimentos como las sardinas, el salmón, las nueces o las semillas de chía, podrían disminuir las “agresiones reactivas” que se desencadenan por respuestas impulsas a una provocación, al igual que las “agresiones proactivas” o “depredadoras”. Así lo explican los profesores Adrian Raine y Lia Brodrick en el estudio.
La investigación contó con 3.918 participantes entre 1996 y 2024 y estudiaron tanto su comportamiento como su nutrición y otros valores a través de múltiples estudios y muestras. “Los resultados de este estudio muestran que la suplementación con omega-3 reduce significativamente el comportamiento agresivo a corto plazo, aunque a un nivel modesto”, expresa el artículo. “Dado el enorme costo económico y psicológico de la agresión y la violencia en la sociedad, incluso los efectos pequeños deben tomarse en serio”.
“Se ha argumentado que la suplementación con omega-3 beneficia una serie de psicopatologías, incluidas la depresión y la ansiedad, y más discutiblemente, los trastornos del espectro de la esquizofrenia. Ciertamente influye en el sistema de serotonina de manera beneficiosa, pero esto no es único, ya que también influye en otros neurotransmisores”, ha expresado el doctor Raine. “El desafío que tenemos es comprender exactamente cómo el omega-3 influye en la neurofisiología de una manera específica para beneficiar la salud mental”.
Estudios previos ya han confirmado los beneficios para la salud de consumir omega-3, pues mantiene las estructuras celulares, previenen la obesidad y otras patologías cardiacas y son capaces de reducir la inflamación del cuerpo. Ya que este no es capaz de producirlos por sí mismo, debemos ingerir estos ácidos grasos mediante la nutrición o tomando suplementos externos.
Melanie Murphy Richter es dietista nutricionista y explica que los ácidos grasos omega-3 pueden interactuar con el cerebro de múltiples maneras: “La presencia de omega-3, especialmente DHA, puede hacer que estas membranas vesiculares sean más receptivas a las señales que provocan la liberación de serotonina. Al mejorar este proceso, hay más serotonina disponible para transmitir entre las neuronas del cerebro y otras partes del sistema nervioso central (SNC). Además, los omega-3 pueden afectar la expresión de ciertos genes al aumentar la funcionalidad de ciertas enzimas que crean el precursor de la serotonina, el 5-HTP. Esto también puede mejorar la producción de serotonina”.
Otra de las cosas que demuestra esta investigación es que una mala nutrición puede ser un verdadero factor de riesgo para la externalización de los problemas de conducta, lo que ha abre la puerta a un mayor estudio en cómo los suplementos nutricionales podrían reducir este tipo de comportamientos. Los autores del estudio sostienen que los omega-3 pueden regular la serotonina y el estado de ánimo, lo que, combinado con otras vías de tratamiento, puede marcar una diferencia en el comportamiento antisocial o agresivo.