El Maccabi Petah Tikva fue fundado por un grupo de estudiantes en octubre de 1912. Es el segundo club más longevo de Israel, después del Maccabi Tel Aviv. Si bien nunca ganó la liga, se trata de una institución que históricamente militó en Primera División. Aunque también tuvo varios tropezones y descendió de categoría siete veces. Recientemente se consagró campeón por tercera vez de la Copa de Israel y volvió a festejar un título que no obtenía hacía 72 años. La coronación llegó tras cinco victorias consecutivas y con un argentino como figura del equipo: el arquero Marco Wolff.
“Se vivió un festejo muy grande, por lo que representa salir campeones tanto para nosotros los jugadores como para la institución. En la previa había mucha ilusión y expectativa entre la gente que está todo el día con nosotros, los directivos, los hinchas más cercanos. Pero también había un poco de incertidumbre, porque no es algo a lo que el club esté acostumbrado”, contó Marco en diálogo con Infobae, mientras descansa en Argentina tras el final de temporada.
En el camino a la gloria, Maccabi Petah Tikva derrotó 3-1 al Maccabi Yavne en dieciseisavos de final, 3-0 al Hapoel Haifa FC en octavos, 4-2 Maccabi Tel Aviv en cuartos y 3-0 al Hapoel Nof HaGalil en semifinales. En tanto, el 4 de junio pasado, en el cotejo por el título venció 1-0 al Hapoel Beer Sheva, con un gol de penal a cuatro minutos de la finalización.
Dos de las victorias fueron en tiempo suplementario. Para el arquero eso no fue casual, sino que se explica a partir de dos cualidades del equipo: el rendimiento físico sostenido durante los 120 minutos y la capacidad para aprovechar el desgaste de los rivales.
“El plantel es extremadamente joven. La mayoría son chicos de entre 20 y 22 años, muy trabajadores, muy respetuosos, que corren y están dispuestos a darlo todo por el equipo. El técnico nos dio un estilo de juego muy agresivo, muy intenso, con presión alta. Para equipos con jugadores más experimentados o con otro estilo quizá se les hace difícil seguirnos el ritmo de juego. Nuestra intensidad y nuestra manera de jugar terminan agotando al rival. Fue un patrón que se dio con el correr de los minutos en casi todos los partidos”, destacó Marco, que es el único argentino en el plantel (uno de sus compañeros, Ronny Laufer, es hijo de argentinos pero nacido en Israel).
El recorrido hasta llegar a Israel
Marco tiene 27 años y se convirtió en futbolista siguiendo los pasos de su padre, el ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires, Waldo Wolff, quien también jugó profesionalmente como guardameta, vistiendo los colores de Atlanta, Deportivo Italiano y Maccabi Kiryat Gat de Israel, entre otros clubes.
El joven comenzó su carrera en las Divisiones Inferiores de la Sociedad Hebraica Argentina y luego se incorporó a Tigre. Con el Matador, formó parte del plantel que ganó la Copa de la Liga de 2019. Su debut como titular fue nada menos que en la Copa Libertadores, al año siguiente, en un duelo contra Bolívar en Bolivia. Luego llegó la pandemia de coronavirus y sus consecuencias conocidas por todos.
En medio de esas circunstancias, en el primer semestre de 2021 le surgió la posibilidad de ir a Israel y no lo dudó: “La decisión de ir para allá fue bastante fácil porque casi un año después de que había empezado la pandemia, las cosas ya estaban abiertas, la gente estaba vacunada y el fútbol se jugaba con normalidad. En cambio, acá en Argentina, la pandemia estaba frenando el fútbol y todavía se estaba jugando sin hinchas. Entonces, la opción de salir del país en ese momento era la más lógica. Y la oferta de Israel fue la más tentadora y la que me terminó convenciendo”.
Marco se instaló en Tel Aviv y el comienzo en el Maccabi Petah Tikva no fue el esperado: una serie de malos resultados llevó al club a la Segunda División. Pero el equipo rápidamente se repuso del golpe y a la temporada siguiente regresó a la máxima categoría.
Mientras tanto, de a poco se adaptó al país. “Lo que más me costó fue el idioma. Fue una barrera al principio, no solo para comunicarme, sino también para integrarme en la sociedad. Después de tres años, hoy te puedo decir que hablo, entiendo y me comunico como necesito y como quiero”.
La escalada del conflicto bélico en la zona alteró su modo de vida. Su experiencia particular la dividió en dos escenarios: “Uno es la guerra durante 2023 y otro es la guerra durante 2024. Todo lo que fue octubre, noviembre, diciembre y una parte de enero fue muy duro. Levantarse a la madrugada y dos o tres veces por día ir al refugio corriendo porque sonaban las sirenas. Donde yo vivo, en el centro del país, se vivieron semanas y meses muy duros, de mucha incertidumbre, de mucho miedo”.
“Pero también hay que decir que esta parte del año, entre febrero y mayo, se vivió bastante parecido a lo que era antes de la guerra: no suenan las sirenas, quizás alguna aislada cada muchas semanas, pero el miedo y la incertidumbre ya no los tenemos. Hoy tenemos una vida casi normal y obviamente seguimos todas las noticias, seguimos la guerra, pero no nos toca tan de cerca como fue en su momento”, agregó.
En conclusión, Marco dice que se siente “muy cómodo y contento” en Israel, y con muchas ganas de quedarse a cumplir sus desafíos profesionales y personales.
En el plano futbolístico, ahora se enfoca en las metas más cercanas: la Supercopa contra el campeón de la liga (enfrentará al Maccabi Tel Aviv en las próximas semanas) y la participación en la UEFA Europa League, en la que disputará la clasificación a la fase de grupos (el club logró avanzar a esa instancia una vez en su historia, en 2005, al derrotar en el repechaje al Partizán de Belgrado, de Serbia). “Es nuestro máximo objetivo de la temporada”, señaló.
Aunque por el momento no está en sus planes, por último expresó su deseo de regresar al fútbol argentino. “No descarto volver en un futuro, pero no como algo que pueda llegar a suceder en el corto o mediano plazo. Me gustaría jugar en Primera”, dijo.
Recientemente firmó la extensión de su contrato con el club israelí hasta 2027.