“El mundo del ciego no es la noche que la gente supone. En todo caso, estoy hablando en mi nombre, en el nombre de mi padre y de mi abuela que murieron ciegos, y sonrientes, y valerosos. Yo espero morir así también”, decía Jorge Luis Borges en 1977 durante una conferencia en Buenos Aires.
La pérdida de la visión del escritor fue progresiva y se debió a que tuvo una miopía, un trastorno frecuente de los ojos.
Hoy 14 de junio en la Argentina será el Día Nacional de la Miopía por primera vez, según lo aprobó la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires. Se eligió esa fecha por ser el día del fallecimiento de Borges, que ocurrió en Ginebra, Suiza, en el año 1986.
Desde el Consejo Argentino de Oftalmología impulsan diferentes actividades para despertar conciencia porque la afección ha estado aumentando su incidencia desde hace varias décadas. Los expertos consideran que es importante que niñas, niños y adolescentes accedan a tiempo a la prevención y al tratamiento actual.
La miopía es un trastorno de la visión por el cual una persona puede ver claramente los objetos cercanos, pero tiene dificultades para enfocar objetos distantes. Puede desarrollarse a cualquier edad, aunque suele manifestarse más en la infancia o en la adolescencia.
La preocupación por el incremento de los casos de miopía no solo se da en la Argentina. Según la Academia Estadounidense de Oftalmología, para el año 2050 casi la mitad de la población del mundo podría tener el trastorno en base a un estudio publicado en la revista Ophthalmology. Dentro de ese grupo de personas, casi el 20% podría tener el tipo de miopía degenerativa, como la de Borges.
“Cuando Borges nació en 1899, su familia ya tenía el temor de que pudiera quedar ciego, porque tanto el padre como la abuela habían sido afectados por la pérdida de la visión progresiva”, contó a Infobae Alicia Ardila, profesora de filosofía, que dicta cursos sobre Borges en el Centro Cultural Rojas de la Universidad de Buenos Aires.
A los 9 años, Borges ya tenía miopía y usaba lentes. “Durante su infancia, aprendía en su casa con una institutriz. Recién lo dejaron ir a la escuela a los 9 años y tomó conciencia de que no todos los chicos hablaban español e inglés como él lo hacía en su hogar”, detalló. Cuando la familia se fue a vivir a Suiza en 1914, el padre esperaba someterse a un tratamiento para su visión y pasó a trabajar como traductor con el apoyo de su esposa, Leonor Acevedo.
Más adelante, la familia volvió a residir en Buenos Aires, y Borges quedó maravillado con la luz que aún percibe, en comparación con los días más grises de Ginebra.
“Hay textos de Borges que dan cuenta de que durante su juventud se daba cuenta de que podía quedarse ciego. Pero nunca se quejó del problema. Contaba que cuando soñaba, veía y leía. Llegó a sostener que él no podía evitar su ceguera, pero podía elegir qué tipo de ciego ser”, comentó Ardila.
En 1938 tuvo un traumatismo y luego su visión se deterioró. En 1955 lo empieza a atender el médico Enrique Segundo Malbrán, quien diagnosticó un desgarro en la retina y recomendó una cirugía. Pero la pérdida de la visión progresó en el escritor con rapidez en la década siguiente.
Cuándo se trata de la miopía
En la actualidad, señaló a Infobae Rafael Iribarren, miembro del Consejo Argentino de Oftalmología, “hay una preocupación por el aumento de la incidencia de la miopía, que se da más en ciudades que en ambientes rurales”.
Hay tres tipos principales de miopía según la graduación: leve, moderada, y severa o alta. Algunos de los signos y síntomas incluyen:
- Cansancio o fatiga ocular
- Dolor de cabeza
- Que la persona apriete los ojos para ver mejor
- Dificultad para ver los objetos a distancia, como las señales de tránsito o el tablero en clase
Como los niños pequeños con miopía suelen no quejarse de su visión borrosa, es clave acompañarlos a los chequeos médicos.
“Se han identificado diferentes causas de la miopía. Algunas personas tienen una predisposición genética, como fue el caso de Borges. Si alguno de los padres tiene miopía, el hijo puede también desarrollar el trastorno”, dijo Iribarren.
También hay factores ambientales asociados a la miopía que aún se investigan, como una reducción a la exposición a la luz natural y al estar más frente a pantallas diariamente. Por eso, “es importante que los niños y las niñas estén al menos 2 horas por día al aire libre o 14 horas por semana”, dijo a Infobae, el doctor Leonardo Fernández Irigaray, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Oftalmología Infantil y coautor de artículos sobre el problema mundial.
Los chicos no deberían usar tecnologías como los teléfonos celulares o las tabletas desde 2 horas antes de irse a dormir para respetar el ritmo circadiano. También la campaña que organiza el CAO promueve estas recomendaciones:
- Se debería usar fondo oscuro y letras claras en los teléfonos móviles y las tabletas
- Se debería aumentar la luminosidad en las aulas y en los hogares
- Hay que hacer pausas visuales en la lectura con la regla 20/20/20: significa que cada 20 minutos de actividad de cerca, se deben hacer pausas de 20 segundos con parpadeo activo y mirando a 20 pies, que equivalen a 6 metros
- Se puede usar el fármaco atropina súper diluida al 0,01% según la indicación de un profesional de la oftalmología: esa recomendación se puede seguir como prevención o cuando ya se tenga el diagnóstico de la afección
- Se deberían usar anteojos de desenfoque periférico con indicación médica cuando ya se tiene el diagnóstico de miopía
La miopía no solo afecta la capacidad de ver claramente, sino que también puede aumentar el riesgo de desarrollar otras complicaciones en algunas personas.
“Hoy la miopía es diagnosticada durante la infancia, pero no todos los niños acceden al tratamiento actual. Se les indican los anteojos de corrección. Pero hoy sabemos que se puede frenar la progresión de la miopía escolar con un mayor tiempo de exposición al aire libre, el uso de la atropina súper diluida y los anteojos de desenfoque periférico. Por eso, es importante que las familias estén bien informadas”, enfatizó Fernández Irigaray.
“Los controles en la vista de los niños deben ser anuales. Aunque a los niños premiopes o que tienen el diagnóstico de miopía escolar se les hace un seguimiento cada 6 meses”, precisó.