“Veni, vidi, vici” es una célebre frase en latín que significa “Vine, vi y vencí”. Se atribuye a Julio César, general y estadista romano, quien la usó para describir su rápida y decisiva victoria en la Batalla de Zela en 47 a.C. contra Farnaces II del Ponto. Desde una perspectiva de la política argentina, esta frase puede usarse para describir acciones rápidas y decisivas de un líder político que logra sus objetivos de manera contundente.
Es claro a estas alturas que un fracaso en el Senado hubiera complicado severamente el panorama de Javier Milei y su futuro dentro de la Casa Rosada. También es evidente que algunos sectores “empujaron” para provocar esa caída. Los ataques organizados al Congreso no fueron un chiste; al contrario, estamos ante una tentativa de sedición, y en esto la Justicia deberá ser implacable.
Dicho lo anterior, resulta ¿milagroso? que luego de la abrupta salida del ex Jefe de Gabinete Nicolas Posse, la administración libertaria, comandada en el “frente de batalla” por Guillermo Franco, quien ha dado sobradas muestras de ser un “todoterreno efectivo y capaz de conseguir resultados”, haya logrado que los planetas se alinearan rápidamente. Consiguieron la primera ley del gobierno, Bases, más allá de que se encuentre pendiente el trámite legislativo en Diputados que también tendrá sus bemoles. El FMI aprobó los 800 millones de dólares para terminar de acomodar las cuentas pendientes. Insólitamente (o no tanto, claro) el gobierno chino, pese a todo lo que Milei dijo (y dice), prorrogó por 12 meses el ya famoso SWAP de 5.000 millones de dólares. Y como cereza del postre, el índice de inflación de mayo se “desplomó” a un meritorio 4,2%.
Todo lo anterior parece indicar que en la pulseada que lleva adelante el Presidente contra la oposición ha marcado un resultado rotundo: Milei -1, La Casta – 0. ¿Pero es así? Vayamos por partes. Los hechos de violencia que pudimos ver en vivo y en directo, la quema de vehículos, la rotura de espacios públicos, más un sinfín de daños causados tanto a la propiedad pública como a la propiedad privada son una foto color sepia que los argentinos mayoritariamente repudiamos y no queremos ver “nunca más”. Pero además, y esto es importante resaltarlo, son hechos que terminan beneficiando al propio Milei. Cuantas más piedras tiran y más bienes públicos y privados rompen, mayor es el apoyo que recibe el Presidente y más gente está dispuesta a poner el hombro al ajuste. La casta cristinista, con la desvencijada La Cámpora como punta de lanza y los “gordos” sindicales, no saben, no quieren o no terminan de entender que en la Argentina modelo 2024, sus viejas formas de “apriete” ya no son funcionales; al contrario, le terminan jugando en contra en el mediano y largo plazo.
Esos actos de violencia no son el ejercicio legítimo del derecho constitucional a manifestarse y protestar. Son lisa y llanamente actos delictivos que, esperamos, sean sancionados severa y ejemplificadoramente por la Justicia, haciendo que caiga todo el peso de la ley sobre quienes hayan sido identificados tanto como autores materiales como intelectuales. Frente a esto, ganó la democracia y el accionar de las fuerzas públicas merece nuestro más sincero agradecimiento y respeto.
Dicho lo anterior, un párrafo aparte merecen senadores como Juliana Di Tullio y diputados como Rodolfo Tailhade, miembros “destacados” de la oposición cristinista que se asemeja inquietantemente a la película “El Día de la Marmota”, en la que el protagonista está atrapado en un bucle temporal interminable. De igual manera, repiten incesantemente las mismas chicanas parlamentarias, demostrando una alarmante falta de creatividad y renovación en sus propuestas. Esta eterna reiteración de tácticas obstruccionistas no solo frena el progreso legislativo, sino que perpetúa un ciclo de estancamiento y deterioro institucional que tiene consecuencias nefastas para el desarrollo de la nación. La Argentina no puede prosperar si está condenada a revivir una y otra vez los mismos errores del pasado, impulsados por una oposición que se niega a evolucionar.
Pero quizás el primer premio de la oposición recalcitrante se lo lleve el por ahora senador radical, Martín Lousteau, quien ha quedado de cara a los votantes como el principal exponente de “la casta”. Votó tibiamente -todos recordamos el gesto de su mano- su propio aumento de sueldo. Fue el ministro de CFK de la circular 125, hace tan solo 15 años, creando un sistema de retenciones móviles al campo que hizo tambalear al gobierno kirchnerista, con el recordado voto “no positivo” del entonces presidente del Senado Julio Cobos. Lousteau, por más traje de radical que intente lucir como presidente del partido más tradicional de la Argentina, se asemeja hoy a un kirchnerista.
Esta vez fue el turno de la vicepresidenta Victoria Villarruel sentenciando con su voto “positivo” el inicio de una nueva etapa y un segundo semestre para el gobierno libertario que se anticipa con viento de cola. De esta manera, más no sea por un solo voto, lo realizado por las huestes libertarias en el Senado para lograr una ley bases “Slim fit” fue un hito trascendental para el presidente Milei. Lo contrario hubiera significado para el Presidente un prematuro y muy peligroso licuamiento de poder. Estuvo en juego la gobernabilidad. Ahora arranca otro partido a la vez que se va consolidando otro modelo de país.
Avanzada la Ley Bases, no es un hecho casual que el FMI haya aprobado el jueves pasado una nueva revisión del programa con el envío de U$S 800 millones, dando su expreso apoyo al libertario, facilitando el pago de los próximos vencimientos sin tener que echar mano a las reservas del Banco Central. Un claro paso más por el sendero de salida del “maldito” CEPO y la tan ansiada normalización de la economía nacional. Estos hechos son importantes para el ciudadano de a pie porque van a permitir en un plazo corto de tiempo reducciones de parte de los impuestos que distorsionan el valor de los productos y servicios, como por ejemplo el impuesto PAIS, mayor flexibilidad cambiaria y, sobre todo, una recuperación del poder adquisitivo del salario.
Tras el renovado impulso que generó la victoria legislativa libertaria, ahora el Presidente tiene previsto redoblar sus apuestas en varios frentes. Uno será seguramente la incorporación ya anunciada con bombos y platillos de Federico Sturzenegger, tras dejar a todo su gabinete en “revisión”. Es claro que la administración libertaria viene sufriendo casi desde el primer día de gestión una llamativa sangría de funcionarios en todos los niveles. Pero es más claro que Milei sabe lo que tiene que hacer para conseguir los resultados que prometió en campaña, y mucho más claro aún es que sin ninguna duda llegó el momento de apretar el acelerador a fondo. Las elecciones legislativas de 2025 están lejos aún, pero el tiempo pasa rápido y el Presidente lo sabe. Seguramente a su regreso del G7 comience a moverse nuevamente el tablero interno del gobierno.
Párrafo aparte merece la baja sostenida de la inflación, el 4,2% alcanzado en mayo es un muy buen número para la administración libertaria, pero no es el mejor, ni el que todos los argentinos pretendemos. La meta, según lo expresaron fuentes del Ministerio de Economía, es llegar al 2% en el menor tiempo posible. Faltan aún para eso, ya que están pendientes reajustes tarifarios en los servicios públicos. El semestre que empezamos será decisivo en la batalla contra la inflación, y de resultar exitoso, el gobierno libertario verá incrementado su apoyo de cara al 2025. Todo termina siendo un gran tablero de ajedrez donde cada pieza, por mínima que sea, influye en el resultado final.
La aprobación de la Ley Bases por un estrecho margen y el respaldo del FMI son señales prometedoras, pero el verdadero desafío para Milei y su administración está en consolidar estos avances y traducirlos en un desarrollo sostenido para la nación. ¿Marcará esta victoria el inicio de una nueva era o será simplemente un episodio más en la lucha política argentina? Solo el tiempo, y las acciones concretas del gobierno en los próximos meses, podrán dar una respuesta definitiva.