Por primera vez titular en la Eurocopa, reducido a 55 minutos en sus tres partidos precedentes en esta competición en 2021, Jude Bellingham decidió con un cabezazo la victoria práctica de Inglaterra, lejos del reluciente brillo de sus nombres o de una alineación con él, Harry Kane, Bukayo Saka y Phil Foden, a la espera de alcanzar la dimensión que se le presupone, más allá de un triunfo mínimo contra Serbia.
El salto de Jude al Real Madrid lo ha dotado de una dimensión goleadora impensable no hace mucho para el centrocampista, hoy más un media punta que un medio, más un llegador imparable que un creador. Este domingo era su partido número 46 del curso. Ha marcado 26 goles. En todo su paso por Dortmund y la selección (158 encuentros entre ambos antes de su incorporación al club blanco) sumó 25. Uno menos. En 112 duelos más.
’Hey Jude, Hey Jude’, gritaban miles de ingleses cuando fue cambiado en el minuto 85, cuando dejó su sitio a un medio centro, Mainoo, porque Southgate veía todo en peligro en los instantes finales.
Un equipo de estrellas, pero sin un gran juego
Porque Inglaterra ganó por su remate. No fue mucho más el equipo inglés, del que se esperaba mucho más. Cuando Gareth Southgate reveló su once, el mundo admiró impresionado. Foden, Bellingham, Saka y Kane. La sinfonía sonaba perfecta, nítida, imponente. En el campo redujo tremendamente su volumen. Pero fue decisiva. Tres de ellos participaron en el primer gol. Ni siquiera necesita jugar a un nivel alto para ser definitiva. Un valor incalculable. Vale para ganar a ciertos equipos. ¿Le basta para ser campeona de Europa?
Aunque una sucesión de individualidades de tal magnitud no son una garantía absoluta, no hay apenas selecciones en el mundo que dispongan de tanto poder o tanta pegada en ataque como la actual selección inglesa; subcampeona en 2021, entre las favoritas en 2024. No hay términos medios para ella. Nunca ha ganado este torneo. Y hay mucha presión.
No es fácil desbordar a Serbia en ningún momento. Lejos de su pasado, probablemente, cuando copaba fases finales en los inicios de la Eurocopa, futbolistas como Kostic (lesionado antes del descanso), Milinkovic Savic, Vlahovic o Mitrovic describen un colectivo de potencia arriba, que es firme atrás; la opción por la que apostó Stojkovic ante el nivel rival.
De partida, el equipo balcánico se sintió inferior, se replegó y esperó. No aguantó ni cuarto de hora. Por muy compacto que seas, por muy bien que estreches los espacios, Inglaterra tiene tanta destreza en muchos de sus futbolistas que las certezas no existen para ningún adversario. De pronto, sin percibirlo, sin darse cuenta, encajó el 0-1. Así es esta Inglaterra.
El primer gol fue una demostración inequívoca. Otra posesión larga. Hasta Kyle Walker. Su pase al espacio desbordó la banda izquierda de Serbia, la derecha del ataque inglés, para la carrera de Saka. Su trompicado centro lo transformó en el gol, poderoso, Bellingham. Su llegada fue indetectable, entre el desmarque de Kane. Su cabezazo fue incontestable.
Desde el gol de Bellingham, que no sólo marca goles, sino juega todo lo que quiere, con una soltura que desprende una sencillez extraordinaria, Inglaterra rompió el plan de Serbia, pero también la dirigió a un escenario que tampoco le disgustó. Liberado de las precauciones defensivas, inválidas ya desde el minuto 13, se atrevió a dar un paso adelante. A creérselo.
Un final de paradones
Y tiene equipo para jugar al ataque el conjunto balcánico, como demostró Vlahovic cuando probó su derecha. Fuera. El delantero ha rebajado el impacto con el que asombró a Europa no hace mucho. La ofensiva también supone una exposición excesiva contra un oponente de la talla del que tenía enfrente. Kyle Walker se recorrió el campo para centrar a nadie, después Bukayo Saka no encontró rematador en otra carrera por la derecha. Nada más.
Porque, en todo el esplendor de los nombres de su alineación titular, Inglaterra también debe exigirse más. Dentro de la complejidad, le faltó constancia en su ofensiva. No creó una cantidad de ocasiones como presuponen sus recursos y su desborde. La siguiente, ya entrado el segundo tiempo, fue un tiro de Alexander Arnold, medio centro este domingo.
Necesita más ambición. Y también debe ajustarse en defensa, porque concedió opciones que en mayores desafíos son decisivos. No fue segura, entre la sensación de que el filo del triunfo, tan mínimo, con sólo un 0-1 a favor, era tan delgado que cualquier descuido sería fatal. Aún cometió alguno más Inglaterra. No lo aprovechó Serbia, que reclamó el VAR y un penalti sobre Mitrovic. No lo pareció.
Por entonces ya jugaba con fuego el equipo británico, que dispuso de la sentencia en un cabezazo de Kane que repelió contra el larguero Rajkovic, pero también requirió la estirada de Pîckford para impedir el 1-1 a Vlahovic, entre los altibajos, ya dentro del modo resistencia por el que optó Inglaterra para el tramo final. O desde mucho antes. Demasiado conformista con un único gol. De Bellingham, el líder del líder del grupo C de la Eurocopa 2024.
* Noticia elaborada con información de Agencia EFE