La ONU considera que una región padece de “estrés hídrico” cuando “extrae el 25% o más de sus recursos renovables de agua dulce”. En función de esta definición y, según cifras del mismo organismo multilateral, esta situación afectaba al 18,2% del planeta en 2020 y, para 2022, 2.400 millones de personas vivían en zonas expuestas, en muchos casos, a estrés hídrico extremo.
El pasado 22 de marzo, como cada año, se celebró el Día Mundial del Agua, una efeméride establecida por la propia Naciones Unidas para resaltar la importancia de este recurso y generar conciencia sobre lo que ocurre con los millones de personas que sufren la falta de acceso a este medio clave para la supervivencia.
En la región de las Américas, el caso más extremo se viene manifestando en Ciudad de México, de 23 millones de habitantes, que enfrenta una grave crisis de agua debido a la confluencia de factores como el cambio climático, la expansión urbanística y una infraestructura deficiente. La situación se ha visto agravada por la rápida disminución del agua subterránea y la sequía extrema que afecta al país. La crisis amenaza con agravarse este verano boreal, según han dicho especialistas.
El año pasado, la ciudad de Montevideo, en Uruguay, y sus áreas aledañas sufrieron una escasez de agua sin precedentes en la región, que tuvo causas múltiples. Por un lado, la sequía y por otro, el mal manejo de los suelos en las últimas décadas que provocaron la salinización extrema del agua potable, fueron los factores más destacados.
Según proyecciones del World Resources Institute (WRI), organización no gubernamental dedicada a la investigación y a crear condiciones de equidad a través de la administración sostenible de los recursos naturales, se anticipa a nivel global que en 2050, 51 de los 164 países y regiones analizados enfrentarán un estrés hídrico de alto a extremadamente alto. Esto significa que estará afectado el 31% de la población mundial. La demanda de agua en todo el mundo se ha duplicado desde 1960.
El WRI hizo el análisis sobre un escenario futuro “sin cambios”, es decir, con un aumento de temperatura de entre 2,8 y 4,6 grados Celsius para el año 2100. Ese contexto contempla, de acuerdo con el mismo informe, “un crecimiento económico lento, una gobernanza y unas instituciones débiles, escasas inversiones en medioambiente y tecnología, y un crecimiento demográfico elevado, sobre todo en los países en desarrollo”.
También países del sur de Europa, como Portugal, España e Italia, ya presentan un elevado estrés hídrico. La situación en España, en particular, se espera que empeore significativamente para 2050. Mientras tanto, para Francia y Polonia, el WRI prevé un estrés hídrico de medio a alto, con una tasa de utilización del 20% al 40% de sus recursos disponibles.
La ONU subraya que los múltiples factores, como el crecimiento poblacional, la evolución económica y política de los países emergentes y en transición, complican la predicción exacta de la cifra para 2050.
Los científicos están trabajando con escenarios en lugar de estimaciones más precisas debido a estas variables. Sin embargo, es seguro que la demanda de agua aumentará de manera constante y que muchos países ya consumen más de lo que pueden reponer. Como muestra el informe del WRI, el “estrés hídrico extremo” será una realidad para una parte significativa de la población global si no se toman medidas inmediatas para abordar este desafío.
De acuerdo con el Atlas de Riesgos Hídricos del programa Aqueduct del WRI, “unos 70 billones de dólares (aproximadamente el 31% del PBI mundial) estará expuesto a un elevado estrés hídrico en 2050, frente a los 15 billones de dólares (24% del PBI mundial) de 2010. El agua es fundamental para cumplir los objetivos climáticos mundiales, alimentar a una población creciente y satisfacer las necesidades básicas de supervivencia de las personas. Pero el mundo no está dando prioridad a los problemas del agua. A medida que los países impulsan una transición justa para abandonar los combustibles fósiles, también deben transformar su forma de gestionar el agua”, señaló el reporte.
La demanda de agua se ha estabilizado en Europa y en los Estados Unidos, pero aumentó de manera extraordinaria en África. Entre los 25 países con mayor estrés hídrico figuran Arabia Saudí, Chile, San Marino, Bélgica y Grecia. Los cinco que sufren mayor estrés hídrico en el mundo son Bahréin, Chipre, Kuwait, Líbano y Omán.
La Global Water Partnership (GWP), una red internacional de organizaciones e instituciones que trabajan en el desarrollo y la gestión de los recursos hídricos, informó que casi un tercio de los recursos hídricos del planeta se encuentran en Sudamérica. Después de Brasil, Colombia y Perú tienen la mayor cantidad de agua del mundo. Sin embargo, ambos países también muestran los índices de consumo de agua más elevados, con aproximadamente dos y 1,7 millones de litros por persona, respectivamente, casi el doble que en México.
Si bien hay regiones en las que abunda el agua dulce, no se trata de un elemento inagotable. El WRI dijo que la mayoría de los países latinoamericanos tienen un riesgo medio de vulnerabilidad a la sequía.