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Joven que salió con un domiciliario denunció que comía siempre de los pedidos: “Llevaba cintas de seguridad para volver a sellarlos”

Domiciliario
Tras su experiencia aterradora no volvió a pedir domicilios – crédito Freepik

El robo a clientes de las plataformas de domicilios, las prácticas cuestionables de salubridad en el trabajo y el error de tener poco o nada de tacto con las mujeres confluyen en la historia que el creador de contenido Santiago Rodríguez, más conocido como Santcholo, compartió en su sección de la plataforma Tiktok “las peores citas de mis seguidores”.

El relato de una joven que llegó a su sección de comentarios se destacó desde el momento en el que le echó un vistazo y es que, no solo tuvo que acompañar a su cita en el trabajo, sino que también descubrió que al pedir un domicilio su comida podría pasar por las manos de cualquiera, en un sentido lateral.

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Al iniciar el video, Santcholo compartió que “después de escuchar esta historia” no volvió a pedir comida a la casa, sino que prefiere asistir al lugar y él mismo comprarla.

“Esto le pasó a una seguidora. Ella hizo match con un chico en Facebook. A ella le pareció atractivo y empezaron a hablar hasta que se agregaron al Whastapp; entonces, tomó la iniciativa y le preguntó” si podían verse esa misma semana, para comer algo y conocerse en persona.

Él se comprometió a recogerla y, el día en el que habían pactado encontrarse, efectivamente, pasó por ella, aunque en una moto que llevaba la nevera de “la típica app de domicilios”.

El man de una le dio el casco porque tenía como afán y le dijo que lo acompañara a realizar un pedido”. La joven no logró disimular que estaba molesta y su cita le preguntó si tenía algún problema con ello, entonces, sintiéndose entre la espada y la pared decidió mentir y abordar el vehículo.

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De los cuatro pedidos que alcanzaron a recoger, tomó un pedazo – crédito Getty Images

“El man la puso a trabajar. Fue al primer restaurante y recogió una salchipapa, mientras ella empezaba a sentir hambre”. Al salir de reclamar la comida él le preguntó si quería comer algo y ella, imaginándose que irían a algún lugar a comer, respondió que sí,

Sin embargo, no podría estar más equivocada. “El man sacó una cacerola que era de él, abrió el pedido y, con la mano, sin ponerse guantes ni nada, cogió la salchipapa y metió un poco en la cacerola, para luego dársela a ella”.

Él se mostró feliz de haber “aceptado el pedido” porque esa salchipapa era “deliciosa”, pero su cita no sabía qué hacer. “El man tenía las manos resucias, había tocado la moto, plata, de todo, pero al no saber decir que no y por presión se comió la saclhipapa”.

Mientras, el domiciliario, que llevaba cintas de seguridad, volvió a empacar la comida y la dejó casi como salida del restaurante. Una modalidad que repitió en al menos otras dos oportunidades, durante la cita.

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De los cuatro pedidos que alcanzaron a recoger, tomó un pedazo – crédito Getty Images

“El otro pedido fue una mazorcada y también hizo tal cual lo mismo, pero ella ya no le recibió. De hecho, le alegó por hacer eso y el man le respondió que no entendía cómo podía estar incómoda si la había llevado a robar y le consiguió comida gratis”.

Pero eso no es todo. En su intento por demostrarle que lo que hacía era “normal” le dijo que ya era una costumbre y que jamás lo habían descubierto. Algo que comprobó con el último pedido: una pizza que, al recibir, abrió y corto de tal manera, que, incluso, habiéndose robado un par de trozos, logró hacer pasar como nueva.

Utilizaba un cuchillo que se veía “costoso” y de esa manera daba un acabado “profesional” a la comida de la que siempre solía llevarse un pedazo. Sin embargo, con todo y que tuvo que admitir lo bien que robaba parte de la comida, terminó la cita en ese momento y, él, molesto, la dejó en una estación de Transmilenio tras comerse su porción.

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