París, 28 jun (EFECOM).- La incertidumbre por el impacto de un eventual Gobierno en Francia de la extrema derecha, cuyo programa económico no convence a los medios económicos, o la posibilidad de un bloqueo político auguran que la tensión va a continuar en los mercados los próximos días.
Los resultados de la primera vuelta de las legislativas francesas el próximo domingo servirán para hacerse una idea de cuál de esos dos escenarios será el más probable a partir de la segunda vuelta el 7 de julio, una vez que está de antemano casi descartada a la vista de las encuestas una tercera hipótesis, la victoria de la izquierda.
La Agrupación Nacional (RN) ultraderechista de Marine Le Pen y Jordan Bardella ha avanzado que sólo gobernará si tiene mayoría absoluta junto a sus aliados conservadores en la Asamblea Nacional, porque sería la única forma de poder aplicar su programa, teniendo en cuenta la hostilidad del resto del arco parlamentario.
Es una posibilidad real a partir de los sondeos de los últimos días, que dan a ese bloque de extrema derecha una intención de voto entre el 35 % y el 37 %, y que suscita el rechazo total de los grandes sindicatos, así como una gran inquietud entre las organizaciones patronales, que no han dudado en hacerlo saber.
Patrick Martin, el presidente de la principal organización patronal (Medef), no dudó en lanzar un ataque directo, pocas horas antes de recibir el día 20 a los líderes de los grandes bloques políticos para que expusieran sus proyectos, al decir que el programa de RN es “peligroso para la economía francesa, para el crecimiento y para el empleo”.
Sus principales divergencias con la extrema derecha vienen por su voluntad de cerrarse al mundo y de enfrentarse a la Unión Europea (UE), algo que, según Martin, reducirá todavía más la influencia de Francia en un bloque comunitario, que considera esencial para defender los intereses de sus empresas en un mundo más polarizado.
Bardella, candidato a primer ministro por RN, sabe que uno de sus grandes desafíos en caso de llegar al Gobierno sería evitar una situación catastrófica como la que vivió en 2022 en el Reino Unido Lizz Truss, obligada a dimitir como jefa del Gobierno sólo 49 días después de su llegada por un programa de choque inverosímil de congelación de los precios de la energía y baja masiva de impuestos.
Máxime ahora que la Comisión Europea ha abierto a Francia un procedimiento por déficit excesivo, ya que el pasado año se desbocó muy por encima de lo que había anticipado el Gobierno (un 5,5 % del PIB en lugar del 4,9 %) y hay muchas dudas de que se pueda rebajar para 2027 del tope del 3 % fijado por el Pacto de Estabilidad, como ha prometido el ministro de Finanzas, Bruno Le Maire.
El joven presidente de RN (28 años) ha ido aparcando o posponiendo sin calendario preciso algunas de las medidas que ha defendido su partido en los últimos años con un fuerte impacto financiero, como una vuelta a la jubilación a los 60 años (ahora eso sólo lo contempla para los que empezaron a trabajar antes de los 20 y han cotizado más de 40 años) o la nacionalización de las autopistas.
Su mensaje es que el Gobierno del presidente de Francia, Emmanuel Macron, le va a dejar un país en una situación de “casi quiebra” y que antes de poder planificar lo que podrá y no podrá hacer tiene intención de llevar a cabo una auditoría de las cuentas públicas porque teme encontrarse con algunas malas sorpresas adicionales. Ante Medef, insistió en que si llega a primer ministro será “responsable” y “realista”.
La promesa que sí que mantiene, en nombre del poder adquisitivo, es la de rebajar el tipo del IVA del 20 % actual a uno reducido del 5,5 % para el combustible de vehículos y calefacciones, del gas y de la electricidad, con un costo que ha estimado para las cuentas públicas en 12.000 millones de euros en un año.
Si la extrema derecha no obtiene mayoría absoluta, lo más probable es un bloqueo político ante la dificultad de contemplar un acuerdo entre las otras fuerzas políticas. Y por las implicaciones económicas, también genera intranquilidad en los mercados.
Uno de los principales indicadores en que los analistas se han fijado en las tres últimas semanas para tomar el pulso de esa tensión es la prima de riesgo francesa, es decir, el diferencial entre los tipos de interés que se le reclama a la deuda francesa y los de la alemana, que sirve de referencia.
Los inversores reclaman ahora una rentabilidad del 3,23 % para los bonos franceses con vencimiento a diez años, cuando en la primera semana de junio apenas se superaba el umbral del 3 %. Con esa evolución, la prima de riesgo supera los 80 puntos básicos, algo que no ocurría desde la crisis de la deuda de la zona euro en 2012. EFECOM
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