Antes de la llegada de los españoles, los pobladores de América vivían en sociedades complejas y diversas. Las civilizaciones azteca, maya e inca destacaban por sus estructuras sociales, religiosas y políticas, además de sus avances en áreas como la astronomía y la arquitectura. Las grandes ciudades y centros ceremoniales eran símbolos del desarrollo cultural y técnica alcanzado por estos pueblos, cuyo legado aún sigue asombrando al mundo moderno.
En cuanto a la alimentación, los aztecas consumían principalmente maíz, frijoles y chiles, complementados con insectos, pescado y carne de caza. Los mayas, además de estos alimentos, cultivaban cacao y producían una bebida parecida al chocolate. Los incas, por su parte, se alimentaban de papas, yuca y maíz, y domesticaban llamas y alpacas para obtener carne y lana.
La agricultura era una actividad imprescindible en todas estas civilizaciones. En la actualidad, sigue siendo medular debido a que sustenta muchas economías y es una fuente importante de alimentos, entre los que destaca la papa. Sin embargo, existen otros tubérculos, que aunque no son tan conocidos, también son nutritivos y fueron cultivados por los incas.
Olluco, el superalimento consumido por los incas
Los incas desarrollaron una agricultura sofisticada que les permitió domesticar una variedad impresionante de cultivos. Utilizando técnicas como las terrazas de cultivo y sistemas de riego avanzados, adaptaron sus prácticas agrícolas a las diferentes altitudes de los Andes. De esta manera, podían obtener ingentes cantidades de alimentos. Pero, ¿cuáles eran estos productos?
En un boletín informativo, utilizado para educar a los escolares de todo el Perú durante la pandemia, se señala que los incas, además de consumir maíz, yuca y papa, se alimentaban de diversos vegetales y frutas. Por ejemplo, incluían quinua, ají y calabaza en su dieta, así como chirimoya y guayaba.
“La dieta incaica también incluía otros alimentos, como el mote, la cancha o el maíz tostado, los frejoles, el olluco (…)”, reza el documento, el cual es de libre acceso en internet.
Respecto al olluco, es pertinente señalar que este tubérculo andino se caracteriza por su colorido exterior, que puede variar del amarillo al púrpura, y su textura crujiente y jugosa. Es rico en carbohidratos y fibra, y contiene vitaminas y minerales esenciales para la dieta. A pesar de sus beneficios nutricionales y su versatilidad en la cocina, este alimento no goza de tanta popularidad en Lima como otros más conocidos, como la papa.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, un sector de la población ha mostrado su interés por este producto después de enterarse de que fue cultivado durante el Tahuantinsuyo. El Centro Internacional de la Papa ha informado que, antes de la llegada de los españoles, ya se consumía ampliamente.
“Es una planta domesticada durante la época prehispánica en los Andes y cultivada desde al menos 5.500 años. Las formas silvestres (Ullucus tuberosus subsp. aborigenus) existen en el Perú, Bolivia y norte de Argentina”, señalaron a través de un documento electrónico.
En otro apartado de su boletín, el centro de investigación señala el uso medicinal. “Facilita el parto, actúa contra los dolores de estómago, jaqueca, tumores y la erisipela”, se lee.
En lo que respecta a la etnoveterinaria —una disciplina que estudia los conocimientos, prácticas y creencias tradicionales de diferentes culturas en relación con la salud, el cuidado y el manejo de los animales—, es sabido que se utiliza el extracto de olluco con agua cruda, jabón y sal por vía oral para curar el empacho de los animales.
Luego de conocerse las propiedades medicinales del olluco y su origen milenario, las personas comenzaron a mirar con otros ojos los platos que se servían en el hogar basados en este alimento. Guisos como el olluquito con charqui, la sopa de olluco y las ensaladas frescas de tubérculo adquirieron una nueva dimensión, no solo por sus sabores tradicionales, sino también por sus beneficios para la salud.