Europa está plagada de hitos arquitectónicos que sorprenden al viajero y conforman un impresionante patrimonio histórico. Desde castillos e iglesias hasta esculturas y puentes de piedra, cuenta con un amplio abanico monumental que no deja indiferente a nadie. Así, en Bosnia y Herzegovina, cruzando el río Neretva, se alza uno de los puentes más impresionantes del continente.
Estamos hablando del Puente Viejo de Mostar, conocido localmente como Stari Most, que ubicado en el pueblo homónimo, es un ícono arquitectónico y cultural en el país. Esta pasarela une las dos partes de la ciudad y se ha convertido en todo un atractivo turístico. Además, tras su reconstrucción, fue nombrado en el año 2005 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El deseo de un sultán
El puente original se construyó entre 1557 y 1566 por petición del sultán otomano Suleimán el Magnífico y su diseño cayó en la mano de Mimar Hayruddin, un discípulo del famoso arquitecto Mimar Sinán. Utilizando piedra caliza local, el arco del puente se erige a una altura de 27 metros sobre las turbulentas aguas del Neretva y cuenta con una longitud de 30 metros. La construcción del puente, un proyecto ambicioso para su época, tardó nueve años en completarse y la técnica utilizada para ello fue revolucionaria en su momento, haciendo de Stari Most un ejemplo sobresaliente de la ingeniería otomana.
Así, cuenta con un arco apuntado y se encuentra flanqueado por dos torres fortificadas, la Torre Halebija Tower en la margen derecha y la Torre Tara Tower en la izquierda, ambas del siglo xvii. La robustez de la construcción era tal que soportó el paso de los blindados nazis durante la Segunda Guerra Mundial, aunque no escapó a la devastación de la guerra de Bosnia en los años 90.
La guerra de Bosnia y su reconstrucción
El 9 de noviembre de 1993, el puente fue destruido por las fuerzas croatas, un hecho que resonó no solo en Mostar, sino a nivel internacional, como un símbolo de división y destrucción. Durante los siguientes años, la ciudad de Mostar permaneció dividida, con el río Neretva actuando como una barrera natural entre las comunidades bosnias y croatas. El proceso de reconstrucción del puente comenzó en el año 2001 y la llevaron a cabo ingenieros españoles y portugueses bajo el mando de la Fuerza de Protección de la ONU.
De este modo, a día de hoy constituye uno de los principales monumentos de la ciudad y no es para menos, pues presenta una de las imágenes más icónicas de toda la región. Además, cuenta con una tradición muy arraigada en la que la gente salta al río Neretva desde el punto más alto de la pasarela. Normalmente, es la gente joven quien la realiza, los cuales reciben un donativo por parte del público tras los saltos.
A su vez, Mostar es un reflejo de la amalgama multicultural que caracteriza a Bosnia y Herzegovina. La ciudad alberga una mezcla de culturas, tradiciones y religiones, incluyendo comunidades bosnias musulmanas, croatas católicas y serbias ortodoxas. Este mosaico cultural es evidente en la arquitectura de Mostar, donde mezquitas, iglesias y sinagogas se encuentran en proximidad, creando un paisaje urbano único.