El Gobierno reacciona con enojo creciente frente al cuadro que dibujan la trepada del dólar, la marcha de los bonos y los números del riesgo país. Parece no advertir el error de haber desperdiciado el efecto de su primer éxito legislativo – la Ley Bases y el paquete fiscal- y de darle cartel a una “segunda etapa” de gestión sin anuncios que la sustenten. La reacción del “mercado”, por supuesto, exhibe a la vez una apuesta o presión para extremar el ajuste, con eje en una fuerte devaluación, sin reparos en sus consecuencias económicas y sociales más amplias.
La decisión del Gobierno, que desde Economía llamaron “segunda fase”, jugó de hecho en contra de los planes oficiales que, paradójicamente, apuntaban a recrear expectativas sociales, con base política y no sólo en la baja de la inflación. La inconsistencia de la movida, con exposición destacada de Economía, alimentó entonces la sensación de agotamiento antes de que superación de la “primera etapa”, los seis meses y algo más desde la llegada de Javier Milei a la Presidencia.
Consultores y voceros que traducen lo que sería la demanda del “mercado”, casi de manera programática y sin referencia a especulaciones, colocan en el primer renglón temas vinculados con el dólar: su precio -en rigor, los precios-, las reservas, la brecha. De todas formas, el señalamiento mayor es sintetizado por el reclamo sobre la salida del cepo, frente a la posición del Gobierno, que estira los tiempos para contar con “recursos suficientes” y con la esperanza de una mejora del clima económico.
El oficialismo no expone con claridad las características de la pulseada. Y, al revés, pretendió dar un mensaje restringido a los mercados, entre el viernes pasado y el inicio de esta semana, ya en medio de las turbulencias. Primero una conferencia de prensa encabezada por Luis Caputo y el lunes último, la reunión de Santiago Bausili y el ministro para anunciar la Letra de Regulación Monetaria, ante representantes de los bancos privados y públicos.
Esa cita no aportó detalles sobre el giro en el esquema monetario. Las declaraciones públicas fueron de acompañamiento, pero los trascendidos que se dejaron circular después expusieron desde recelos hasta cuestionamientos. En otras palabras, se alimentó el clima en lugar de contenerlo.
El imaginario de la segunda etapa arrancaba de ese modo como un título fuerte pero de escaso contenido, al menos estrictamente en el plano de anuncios económicos, que en los días previos eran demandados desde algunos circuitos empresariales como una “batería de anuncios”.
Resulta claro que el tema es más complejo porque -y resulta siempre crucial en el ejercicio de gobierno- lo que aparece en discusión es el nivel de credibilidad. Ese es una partida que se define en términos sociales: la expectativa. Milei cuenta, según la mayoría de las encuestas, con un significativo capital en los rubros de aval y expectativas. En sentido contrario, las trepadas del precio del dólar constituyen un elemento corrosivo.
Las turbulencias corrieron el foco a tal punto que desdibujaron los movimientos del Gobierno entre la sesión de Diputados que aprobó las leyes esperadas por Olivos y el 9 de Julio. Hubo cierto intento de mostrar una respuesta no técnica sino con sentido de batalla. “No damos un paso atrás ni siquiera para tomar impulso”, exageró el vocero Manuel Adorni al negar una devaluación abrupta.
Sonó a discurso de combate con la “casta”, pero esta vez frente a operadores de los mercados. Se verá si tiene continuidad, en medio de trascendidos que hablan de un enojo marcado de Milei, y si supera las palabras.
Por lo pronto, Milei sigue con la mirada puesta también en el nuevo llamado al Pacto de Mayo. El encuentro quedó anotado para el martes que viene, 9 de julio. Y las conversaciones están cargo de Guillermo Francos, que vuelve a transitar los puentes armados para negociar la entrega final de la Ley Bases y el paquete fiscal. Agrega encuentros con gobernadores que rechazan la convocatoria en Tucumán.
Es notorio también en este plano, al menos público, como el clima económico desdibuja lo que apenas un par de semanas antes parecía vital. Ayer mismo, pasó inadvertido el gesto de la entrega de los proyectos sancionados para su promulgación. Francos se reunió con Victoria Villarruel y Martín Menem para recibir el texto. Más significativo fue la versión oficial sobre la intención de darle rápido trámite para que entren en vigencia. Está claro que no se trata sólo de apuro fiscal.
Francos además avanza con citas para completar los acuerdos de traspaso de obras a provincias, en especial aquellas avanzadas y reclamas por gobernadores. Es un interrogante si se compensa con otros ingresos. Los últimos y recientes visitantes a la jefatura de Gabinete fueron el santiagueño Gerardo Zamora y el riojano Ricardo Quintela, que ratificó su rechazo al Pacto de Mayo y fue el único de los jefes provinciales del PJ que asistió al acto convocado por Axel Kicillof a 50 años de la muerte de Perón.
Del mismo modo, resultó relegado el anuncio, impreciso, sobre una Ley de Hojarascas que sería motorizada en el marco del ministerio para Federico Sturzenegger. La iniciativa, para desmontar un centenar de regulaciones, implicaría otra tanda de negociaciones con la oposición “dialoguista”.
La tarea de reactivar las tratativas con espacios opositores, con Francos en primera línea, asoma compleja porque, después de la Ley Bases y su complemento fiscal, hay pulseadas internas para definir caminos que incluyan gestos de diferenciación. El inquietante ambiente financiero agrega un elemento de peso sobre el sentido de los acuerdos.
Dicho de otra forma: el enrarecido clima económico amplifica errores del Gobierno, pero lo que está en discusión es el alcance y la velocidad del ajuste. El “mercado” presiona. La respuesta demanda decisiones técnicas y, sobre todo, políticas. Eso terminará de perfilar el real sentido de la segunda etapa de gestión.