Se dice que el fútbol le cambia la vida a muchas familias, sobre todo a los jugadores. Y es que muchos no han tenido todas las comodidades en la infancia y se han visto en la necesidad de remar para salir adelante. Uno que ejemplifica esta situación es Osnar Noronha, quien se formó al borde del río Amazonas, trabajó como mototaxista y ahora es compañero de Paolo Guerrero en César Vallejo.
El delantero de 32 años nació en Iquitos y debutó el 2009 en CNI. Aunque el balompié lo llevó a vestir las camisetas de Juan Aurich, José Gálvez, Alianza Lima, Ayacucho FC, Comerciantes Unidos, Carlos A. Mannucci y, en la actualidad, el cuadro ‘poeta’.
Infobae Perú pudo entrevistar al popular ‘Paiche’, quien contó cómo fueron sus comienzos en el fútbol en la selva, sus pasajes en Copa Perú, la desilusión en Grecia a compartir equipo con el ‘Depredador’, además de su etapa en la ‘bicolor’ y otros sucesos.
– Cuéntame cómo empezaste a jugar al fútbol. Naciste en Iquitos.
Desde los dos o tres años siempre me inculcaron el jugar al fútbol. Primero en el barrio, mi papá y mis tíos siempre fueron apasionados al fútbol. Mis tíos jugaron en las ligas de Iquitos, mi abuelo también fue futbolista de CNI. Empecé en el fútbol amateur de Iquitos y de ahí jugué Copa Perú en Los Tigres por un año. En un partido, César ‘Chalaca’ Gonzales estaba viendo y al final me llamó. Me dijo que al día siguiente entrene con ellos, obvio sin contrato alguno. Era una alegría porque CNI estaba en Primera División. Fui, el ‘profe’ me presentó ante el grupo y, a las dos semanas de entrenamiento, tuve mi primer contrato profesional, donde fue el inicio de mi carrera deportiva. Siempre agradecido con las personas que en su momento me ayudaron para ser un futbolista profesional.
– ¿Qué complicaciones tuviste a lo largo de tu formación?
Se requiere de mucho sacrificio. Debuté en diciembre de ese año (2009) ante Juan Aurich. El 2010 se hizo el Torneo de Promoción y Reservas, donde participé seis meses y de ahí me ascendieron al primer equipo con el ‘profe’ Marcial Salazar, quien era el técnico interino. Destaqué e hice goles, y fue como una vitrina para que otros clubes puedan ver mi desarrollo en el fútbol. Juan Aurich compró mi pase a CNI y a mitad del 2011 fue mi primera experiencia fuera de mi tierra, que además campeonamos. Fue una bonita experiencia, Juan Aurich tenía jugadores muy reconocidos, yo sumaba a la Bolsa (de Minutos) y aprendí de los mayores.
– Creciste en Iquitos, en la selva, y en campos en no tan buen estado. ¿Cómo fue esa etapa?
Las etapas de Copa Perú en Loreto son de otro nivel (risas). Hay pueblos aledaños donde el campo está cerca al Amazonas, o el arco está detrás del río. Los campos son de tierra, no de césped. Y cuando llueve, se forma un charco en el medio del arco y es complicado jugar. Pateas y la pelota se queda en el agua. Son esas experiencias que desde siempre lo vi como un impulso para superarme porque pisar esos campos, el pasto hasta la mitad de la rodilla… A veces juegas con lluvia, barro, lodo, son esos partidos que se juegan con mucha alegría porque se trata de querer superarse y salir adelante.
– Aparte de jugar en Copa Perú, ¿te dedicabas a otra cosa?
Jugaba en Copa Perú, pero para recursearme y llevar algo a la casa, jugábamos nuestra ‘pichanguita’ y me daban 30 o 40 soles y salvaba el día para llevar a la familia. El fútbol me dio las ganas de superarme porque vengo de una familia humilde, donde mis padres siempre estaban presentes y me inculcaron a pisar tierra y a valorar las cosas, para más adelante en lo que puedas tener, poder conservarlo.
– ¿Siempre recibiste dinero a cambio de jugar al fútbol o te dieron otra cosa?
Había personas que tenían mucho dinero y les encantaba el fútbol. Y decía que tal señor iba a poner el dinero, nosotros jugábamos y lo que ganábamos en las ‘pichanguitas’ de losa, que eran 200 o 300 soles con dos o tres partidos ganados, eso se repartía entre todos. A veces, perdíamos y no recibíamos nada, pero siempre con la predisposición porque en casa faltaba para apoyar.
– ¿Llegaste a recursearte de otra manera?
Sí, algunas veces manejé mototaxis. Lo digo abiertamente. En ese tiempo, para manejar eso, era imprescindible tener brevete y yo no lo tenía. Pero la mentalidad de querer llevar algo a la casa, de darle algo a mamá, siempre estuvo allí. Pero fue en lapsos de un mes donde hacía eso.
– Sé que empezaste de lateral izquierdo. ¿Qué te llevó a ser delantero?
Yo venía de CNI, en Primera División. Pero en ese entonces, el ‘profe’ Gustavo Ferrín hacía microciclos, de Reserva, y los de Primera se iban a incorporar cuando estaba la primera lista. Pienso que el ‘profe’ habrá tenido alguna referencia mía porque en Primera jugaba de mediapunta o delantero. En la última convocatoria nos citaron a la Videna y eran como 32, pero se iban a quedar 26 jugadores para el Sudamericano de Arequipa.
El primer día de entrenamiento conocimos al ‘profe’ y nos reunió en el medio del campo. Nos preguntó en qué posición jugábamos y nos íbamos formando. Fui el antepenúltimo y me hizo la pregunta. Miré todo el campo y en mi posición había como siete, de extremo había seis, en otro había cinco. Renato Zapata era el único lateral izquierdo, entonces le dije al ‘profe’ para jugar en esa posición. Inicié de lateral, jugamos amistosos en Colombia y Arequipa. De lateral hacía gol, no era mi posición, pero el ‘profe’ me decía que juegue más adelante y me puso de volante izquierdo. Hice goles y pasé como delantero, y quedé allí. Esa fue una bonita anécdota donde tuve que buscar esos recursos para quedarme en la sub 20.
– En tus primeros pasos en Primera División, ¿qué hiciste con tu primer sueldo?
Mi primer sueldo fue para construirle la casa a mi mamá. Nuestro piso era de adobe y le teníamos que echar agua para que no salga el polvo. También de tablas y calaminas. Yo vivía ahí y teníamos que tener una cierta comodidad, un buen baño, una buena ducha para estar bien. Esa experiencia fue muy grata porque con el sueldo que yo tenía ya podía ayudar.
– En 2011 partiste a Juan Aurich, donde pudiste salir campeón nacional, aunque tuviste poca participación. ¿Te quedaste con bronca por no haber sido protagonista?
Me quedé con esa sensación de qué hubiera pasada. La última palabra la tenía el técnico, pero en ese año, Alfredo Rojas y yo sumábamos en la bolsa (de minutos). Y Rojas en su posición era un ‘káiser’, tenía más chances de ser titular, jugó casi todos los partidos y era complicado poder sumar conmigo. Me quedé con esas ganas de querer ser más protagonista, pero las cosas pasan por algo.
– En 2015 diste el salto a Alianza Lima. Compartiste con Gabriel Costa, Christian Cueva, entre otros.
Sí, fue una bonita experiencia, empecé muy bien el año. Es grato recordar ese año, pero después tuve una lesión en la ciática, de cuatro meses, donde me quedé aislado, con ganas de poder hacer algo.
– ¿Ese fue el motivo por el cual no pudiste quedarte?
Yo creo que sí, porque al año siguiente vino el ‘profe’ Roberto (Mosquera) y no estuve en los planes. Lo más probable fue eso porque no tuve esa continuidad. Empecé muy bien el año, pero no terminé de la misma manera.
– ¿Cambió mucho tu vida cuando diste ese salto a Alianza Lima considerando que es un club grande en el país?
Bien, me gustó. Cambió mi vida bastante porque ese año mi primera hijita estaba por nacer, mi esposa estaba embarazada. Fue un año futbolístico no tan bueno, pero ese año nace mi hija y fue una bendición. En lo familiar todos estaban contentos porque parte de ellos son hinchas de Alianza, mis tíos. Lastimosamente, no pude ofrecer lo que hubiese querido.
– ¿Hubo ocasión para que llegues al extranjero? En 2017 pasaste pruebas en Grecia.
Sí, fui a una prueba a Grecia. Al equipo Kerkyra FC. Vino un empresario griego hasta Ayacucho, donde estaba jugando, para ver esa posibilidad de que viajemos en diciembre, cuando ya no tenía contrato. Tenía los boletos y el equipo. Le dije a mi esposa que primero iba yo, porque mi hijita estaba chiquita, tenía casi un año. Viajé de Lima a Atenas, y de Atenas a Kerkyra, que eran dos horas más. Entrené con el equipo dos semanas y luego hubo un problema entre el representante y el entrenador, donde el primero quería un contrato de seis meses y el segundo de dos años. No se llegó a nada. A la tercera semana el representante me dijo para ir a Atenas. Esperé casi un mes y no se dio, tuve que volver. En Perú todos los equipos habían cerrado presupuesto y era complicado. Tuve que esperar hasta marzo y fiché por Comerciantes Unidos. Recibí el llamado del ‘profe’ Óscar Ibáñez, quien agarró la dirección técnica. Obviamente no con las condiciones que quería, pero al menos era como para no perder el año y seguir con mi carrera profesional.
– ¿Te chocó mucho no haberte quedado en Grecia?
Me fui muy ilusionado. Me chocó en todo sentido porque era empezar de cero en Perú. Ayacucho FC y Sport Huancayo estaban esperando mi palabra para poder renovar en ese año y el salario era muy bueno. Y a los dos le dije que ‘no’ porque me estaba yendo con toda la ilusión y la maleta llena de mucha felicidad por esta posibilidad de ir a jugar al extranjero. Al volver, era empezar de nuevo. Nunca tuve miedo a eso porque desde muy chiquito aprendí; pisé descalzo, jugué con sandalias. Abracé a mi esposa y a mi hija, y les dije que si teníamos que empezar de cero, lo hacíamos; y así fue.
– En cuanto a números, tu mejor temporada fue en el 2018 en Segunda División con Mannucci: 20 goles.
Sí, el inicio de todo. Tengo nueve años acá, toda una vida. Tengo dos hijas trujillanas. Ese ha sido el primer paso, donde, actualmente, mi carrera se ha visto reflejada en estos que estuve en Mannucci.
– ¿Cómo así no se ha vuelto a repetir esa versión de Noronha? ¿Qué es lo que sientes que te ha faltado para volver a tentar esos números?
Ese fue el año donde estuvimos en Segunda División, con el tema del ascenso. Fue una bonita experiencia. A mitad del 2017 marqué 9 goles y fue un trampolín para seguir en Mannucci, porque al año siguiente salió cómo se tenía que ascender. Había dos posibilidades: una era con el campeonato directo y otro contra los equipos de Copa Perú. Ahora, pienso que en Primera te estudian más que en Segunda. Al año siguiente hice 7 u 8 goles, después fue igual y de ahí tuve un desgarro de casi 7 centímetros. También las lesiones me costaron bastante cuando estaba en Mannucci. Es parte del fútbol, estamos sujetos a eso. No somos de fierro.
– Y en la actualidad, ¿cómo viene siendo compartir vestuario con Paolo Guerrero en César Vallejo?
Muy bien. Es grato de tener a Paolo acá, es un referente del fútbol nacional. Siempre aprendiendo cosas de él. Si bien está en sus últimos años de su carrera, nosotros tenemos que aprovecharlo. Sabemos que es un líder, una buena persona.
– ¿Cómo tomaron su llegada después de todo lo que se generó al comienzo?
Nos encantan las redes y se decía de todo, pero solo él y la directiva sabían la verdad. Nosotros somos empleados, al final de todo. Si se daba la posibilidad era algo que al equipo le iba a potenciar mucho, y así fue.
Selección peruana
– Fuiste parte del Sudamericano Sub 20 en una generación de Perú donde estaban André Carrillo, Christian Cueva, Alexander Callens, pero que fue eliminada en fase de grupos. ¿Qué recuerdos tienes de ese torneo?
Fue muy buena experiencia en Arequipa. Lastimosamente, nos faltó clasificar a la siguiente ronda y darle una alegría al Perú. Esto es fútbol, siempre hay que levantar la cabeza, tener esa certeza de que vamos a tener una chance de revertir esta situación. Pero fue muy bonita la experiencia con los ‘profes’, los compañeros como Cueva y Carrillo, que han dado mucha expectativa afuera. Callens que se formó en el extranjero.
– Sergio Markarián te consideró para la selección peruana adulta para un amistoso en 2011. ¿Hubo chances en otra ocasión para volver a ser convocado?
Para la segunda convocatoria, que estaba en Juan Aurich, yo tenía que presentarme un lunes. Habíamos jugado sábado y justo me rompí el ligamento cruzado. Para mí fue un punto en contra porque estaba dando lo mejor de mí, tenía la consideración de Sergio, me veía con un potencial. Lastimosamente quedó ahí, la lesión me dejó siete meses sin jugar y eso complicó parte de mi carrera.
– ¿Te costó volver al fútbol después de eso?
Sí. Si bien la lesión duró siete meses de recuperación, pero hubo ese temor cuatro o cinco meses después, de sacarme la idea de que mi pierna estaba bien. Tuve que ser fuerte y pensar que no iba a suceder nada.
– ¿Qué objetivos te faltan por cumplir en tu carrera?
En lo que se me presente, siempre pienso dar el máximo, ser muy aguerrido. En lo que venga estar preparado, sea tema selección, de club, Libertadores, Sudamericana… En general, el fútbol peruano a nivel de clubes no nos ha ido tan bien, y eso tenemos que revertir. En base a trabajo y esfuerzo, espero que sea lo más pronto.
– Sé que aún te faltan varios años, ¿has pensado a qué dedicarte después de dejar el fútbol?
Sí, al fútbol. Es lo que me ha dado toda una vida, mi familia, mis cosas. Quiero seguir ligado al fútbol. Me gusta el tema de ser entrenador, también la parte gerencial. Esperemos donde me acomodo mejor. Llevé un diplomado en gerencia deportiva, de entrenador todavía no. Espero el próximo mes poder estudiar algo.
– En los últimos tiempos se ha hablado mucho de la salud mental en el jugador. ¿Cómo ves este tema?
La salud mental en el jugador es muy importante. A veces no sabemos lo que está pasando con algún compañero. Nos da vergüenza pedir ayuda o admitir que estamos pasando por un mal momento. Es importante aprender a abrir nuestra mente y alzar nuestra voz, sin vergüenza por cómo nos sentimos. Los insultos…somos seres humanos y tenemos sentimientos. Actualmente las redes sociales facilitan que cualquier persona entre y te diga lo que quiera en tu Instagram o Facebook. No podemos detectar ni soportar esos comentarios porque no sabemos de dónde vienen. Me ha pasado que, por no dar un pase bien o fallar un gol, personas desconocidas casi me matan con sus comentarios. Antes no pasaba esto; tengo 12 años en el fútbol profesional y este fenómeno de las redes sociales es reciente, con personas que se esconden detrás de una pantalla.
– ¿Llegaste a recibir amenazas?
No amenazas, pero hay personas que por temas de apuestas me cuestionan por qué no hice el gol. De repente, tuve una jugada, no hice el gol y me imagino que habrá apostado su terreno, no sé.
– ¿Cómo ves este tema de las apuestas? Se habla mucho de que se maquillan los resultados.
Todos somos adultos. Sabemos lo que está bien y lo que está mal. El futbolista que haga eso sabe a lo que se está enfrentando. No somos unos niños ni nada parecido. Por eso digo: ‘El que obra bien, en la vida le va a ir bien’. Y en el fútbol, todo se sabe tarde o temprano, es ley.
– A la par del fútbol, ¿tienes algún negocio?
Sí, somos privilegiados al pagarnos por lo que nos gusta hacer como es el fútbol. Voy a seguir en esta carrera; hay que guardar pan para mayo. Cuando termine la carrera se verá qué es lo que se puede hacer.