Con poco más de un mes y medio de demora por el pragmatismo tardío que avaló sobre el último tramo de las negociaciones por la Ley Bases y el paquete fiscal, Javier Milei encabezó en la madrugada de este 9 de julio el “Pacto de Mayo” con los 18 gobernadores aliados, una puesta en escena para apuntalar el relato y tratar de encarar de ahora en más una agenda urgente de gestión propositiva que no pudo capitalizar con la sanción parlamentaria de su proyecto fundacional, seguida en los días posteriores por una reacción negativa de los mercados que no figuraba en la hoja de ruta de la Casa Rosada.
“Argentina se encuentra en un punto de inflexión. Anunciamos el puntapié inicial del nuevo orden para nuestro país”, anunció un pomposo Milei por cadena nacional después de la medianoche, flanqueado por todos los gobernadores, con excepción de los cinco más referenciados en el peronismo kirchnerista. El presidente enumeró en poco menos de 40 minutos el decálogo del acta de mayo rubricada en la madrugada tucumana, con una fastuosidad que, sin embargo, no tuvo su correlato en varios de los presentes.
Una postal que, en un primer momento, había sido pensada para la noche de este 9 de julio: cuando fijó la nueva fecha, por el retraso en las negociaciones por la Ley Bases, el estratega Santiago Caputo no previó que el seleccionado nacional de fútbol disputaría este martes la semifinal de la Copa América en Nueva Jersey, que contará con un altísimo encendido televisivo.
Milei aterrizó en Tucumán en un momento clave de su gestión: la aprobación de la Ley Bases, de hace más de una semana y media -este lunes se promulgó en el Boletín Oficial-, le dio al mandatario su primer “hito”, como él mismo lo calificó, y el pase a la “fase 2″, como también anunció el propio jefe de Estado horas después de su sanción. Un indudable éxito político para un proyecto con minoría parlamentaria. Y la obligación acuciante, compartida por todo el sistema político: se acabaron los tiempos de las excusas.
“Nosotros votamos lo que nos pidieron, y vinimos: ahora hay que gestionar”, sintetizó entrada la madrugada un dirigente del PRO que viajó hasta Tucumán junto a Mauricio Macri. Es la premisa que atraviesa a los 18 gobernadores que asistieron a la capital tucumana, apremiados por la crisis de representatividad que Milei destapó con su triunfo y la urgencia de sus finanzas. Y convocados en el fragor de las negociaciones en torno a la ley bases, un triunfo indeleble de Guillermo Francos, que le imprimió una nueva pronta al gobierno: los jefes provinciales ahora esperan para conocer cómo se irán a materializar los resultados de esas tratativas en sus distritos.
Axel Kicillof, Ricardo Quintela, Sergio Ziliotto, Gustavo Melella y Gildo Insfrán fueron los únicos cinco gobernadores, referenciados en el peronismo kirchnerista, que no fueron de la partida. Decididos, desde hace meses, a sostenerse en el bando opositor a esta nueva época. Tampoco estuvo la CGT. Y se quedaron en Buenos Aires otros dirigentes de los considerados “aliados”, como Miguel Ángel Pichetto. Sorprendió, en ese contexto, Cristian Ritondo.
Milei todavía arrastra una aprobación de su gestión que sigue en torno al 50%. Es decir, en línea con el caudal electoral que se inclinó por su proyecto en el balotage de noviembre pasado. El presidente conservó esa porción del voto que incluye a la mayoría de los adherentes de la ex coalición de Juntos por el Cambio, pero no amplió su base de sustentación. Se dedicó, por el contrario, a robustecer su posicionamiento público en base a la construcción de un relato diario que tuvo esta madrugada en Tucumán a su fase más épica. Refundacional, fiel a su estilo.
Se trata de un aspecto sustancial de su programa de gobierno, que tiene en el consultor Caputo a uno de sus principales cerebros. Santiago Oria, director de Realizaciones Audiovisuales de la Presidencia, trabaja en paralelo en un documental que buscará apuntalar la “batalla cultural” del gobierno. Oria se define como “el cineasta personal del presidente”. “La serie buscará contribuir al por qué estamos acá, y a qué vinimos”, resaltó el cineasta en estas horas. Fue lo que le dijo al periodista español Javier Negre, un fanático libertario, de visita en estos días por Buenos Aires -ayer viajó a Tucumán para seguir el acto-, el pasado miércoles al mediodía en el subsuelo de un café en la esquina de Plaza de Mayo, en la Ciudad. Encendido, Oria le remarcó al español que Milei no tiene que repetir la historia de Cambiemos: “Macri no caló hondo en la sociedad porque no dio la lucha cultural”.
Para esa porción de la sociedad que sigue con atención el relato oficial, el presidente todavía representa una dosis de esperanza hacia adelante. Según el último estudio de Casa Tres, el 49% aprueba la gestión del Gobierno. “Es la medición más alta hasta el momento”, según la consultora de Mora Jozami. Empiezan a avizorarse, sin embargo, señales de alerta. “Hay una leve tendencia a empezar a adjudicar responsabilidad a Milei, y no a Sergio Massa, a lo largo de los últimos meses. Con la aprobación de la Ley de Bases hay que seguir con mucha atención este indicador, ya que la expectativa de que el Gobierno solucione los problemas socioeconómicos inevitablemente crece. La población va a demandar más resultados”, sintetizó el estudio.
Milei ya demostró que tuvo resultados exitosos en la desaceleración de los precios. En Casa Rosada ahora son conscientes de la necesidad de agilizar la gestión. Y de encarar un programa de sostenibilidad económica que empiece a despejar algunas de las incertidumbres que acechan el plan ideado por el presidente y por el ministro Luis “Toto” Caputo. La sanción de la Ley Bases no tuvo, en ese sentido, el resultado esperado. La conferencia de hace dos viernes de Caputo y su socio Santiago Bausili, presidente del Banco Central, en el microcine del Palacio de Hacienda, contribuyó a la zozobra generalizada.
Después de esa conferencia, Fausto Spotorno, por ejemplo, renunció al consejo de asesores del presidente. Efectivizó su salida en las últimas horas por las redes sociales, tras una serie de críticas que el economista escribió en el grupo de WhatsApp del chat que administra Demián Reidel. Fue en paralelo al rechazo de los mercados al anuncio de Caputo y Bausili, de saneamiento de los balances y de canje de bonos del Central. Es que los inversores demandan ahora un programa sostenible y consistente en el tiempo. Y una recuperación de la economía real. En junio, la acumulación de reservas por parte del BCRA se desplomó.
Es parte de las dudas que hicieron que Macri abandonara en estos días su silencio público. Eso y sus insistentes críticas privadas al rumbo de la gestión de gobierno y a la decisión de Milei y sus principales colaboradores de prescindir de sus consejos.
El ex presidente meditó si viajar o no a Tucumán durante todo el fin de semana. Cerca suyo explicaron que no encontraban demasiados motivos para participar si la mayoría de los ex mandatarios habían decidido darle la espalda a Milei, y la firma del Acta de Mayo había quedado concentrada solo en el presidente y los gobernadores. Al final, prevaleció la idea de ser de la partida, tal vez para no ser equiparado con Alberto Fernández o Cristina Kirchner. En su dicurso, Milei se refirió a los ausentes que “conspiran para que fracase” su gobierno. Macri no quería quedar asimilado en ese listado junto al kirchnerismo.
De buen humor, Macri interrumpió su estadía en Europa para volar en un viaje relámpago a Tucumán, y volver en las próximas horas otra vez al viejo continente. “Nosotros cumplimos, ahora no hay más excusas”, aseguraron a su lado. El presidente del PRO utilizó su presencia para enviar además una señal de distensión después de un plan de desmarque ejecutado con premeditación en la semana previa, que incluyó 72 horas de máxima tensión entre el informe publicado con su firma por la Fundación Pensar, con duras críticas al primer semestre de gestión libertaria, el reclamo por la coparticipación de la Ciudad y el quiebre definitivo con Patricia Bullrich orquestado a través de la designación de las nuevas autoridades de la asamblea del PRO.
El ex presidente y la ministra se saludaron con frialdad, a tono con la temperatura de la noche tucumana. El abrazo entre el ex mandatario y Milei tampoco fue el más efusivo de los que se vio frente a la casa histórica de la capital provincial.
Como sea, Macri ya había logrado su cometido: ocupó durante casi una semana el centro de la escena, obligó al jefe de Gabinete, de los menos apasionados por el PRO, a levantar el teléfono para pedirle que asistiera a la foto de Tucumán, y marcó una serie de límites al rumbo de la administración. “Para la gente Macri apoya, está bien la postura del PRO en apoyar lo que hay que apoyar, no en cuanta locura emprenda Milei o en los modos que tenga”, explicaron cerca del ex mandatario.
Más allá de ese vínculo, y de la firma del acta de mayo que en la Casa Rosada promocionaban en estas horas como “histórica”, en Casa Rosada existe cierta preocupación por el rumbo de la gestión. Con Ley Bases sancionada, y el Pacto de Mayo rubricado en julio, el Gobierno intenta ahora concentrar al Gabinete para agilizar lo mayor posible la ejecución de su programa.
Para eso empezaron a pedir mayor compromiso por parte de los ministros. No solo por la gestión, también en la comunicación. Los tropiezos de Sandra Pettovello al frente de Capital Humano contaminaron y se extendieron a todo el Gabinete. La demora en la conformación de equipos y los sucesivos errores en la gestión de este ministerio parecieran empezar a buscar una solución por parte de la ministra. Este lunes, por ejemplo, se publicaron cuatro nombramientos en su ministerio. El pasado jueves, se oficializó el Plan Nacional de Alfabetización, presentado en San Juan.
Parte de esa nueva impronta que Milei busca darle con urgencia a la gestión explica además el desembarco de Federico Sturzenegger como flamante ministro. “(Vamos a una) Agresiva agenda de desregulación en todos los órdenes de la actividad económica”, anunció en la madrugada de Tucumán el jefe de Estado. “Vamos a vivir en un país sin inflación por el resto de nuestros días”, tiró en medio de la noche, bien fría como la impronta que le dieron los presentes.
La llegada de Sturzenegger es un desafío para la convivencia con Luis Caputo. Y una exhibición de la proclamada “fase 2″ que empezó a perfilarse en las negociaciones finales por la ley bases y el paquete fiscal, una etapa mucho más pragmática en términos políticos que incluyó la salida de Nicolás Posse, por ahora, el único funcionario de relevancia de la primera línea del Gabinete que no pasó la revisión anunciada por Milei antes de la sanción de su primer paquete de leyes.
Posse concentró buena parte de la gestión diaria. Y había ideado un sistema de toma de decisiones que no tuvo el resultado esperado. Desde esta madrugada, el Gobierno intentará ahora dinamizar el rumbo con una serie de proyectos y reformas en las que se trabaja a contrarreloj, supervisadas por el estratega Caputo y por su espada legal María Ibarzabal Murphy; por José “Cochi” Rolandi, el vicejefe de Gabinete que sobrevivió a su relación con Posse por su vinculación con Milei; Francos y Lisandro Catalán. Por ese grupo pasan buena parte de las iniciativas. Ahora se sumó Sturzenegger. Para acelerar en el segundo tramo de este primer año de mandato. Es lo que demanda el sistema político. Eso es lo de menos: es lo que se empieza a visualizar, aún de a poco, en el humor social.