Martí Puig i Leonardi
Cantallops (Girona), 12 jul (EFE).- Marta Rovira ha cruzado este viernes, casi siete años después, la frontera entre Francia y España para pisar de nuevo suelo catalán y poco después, en el pequeño pueblo de Cantallops, ha sido recibida por unos 300 independentistas con esteladas, puños en alto, lágrimas y cava.
Esa pequeña localidad gerundense, donde el soplo de la tramuntana ha amenizado la jornada y cuyos habitantes se han visto superados hoy por los foráneos, ha acogido un acto independentista unitario en el que además de la secretaria general de ERC, en Suiza desde 2018 para eludir la justicia, han asistido los otros cuatro investigados por la ya archivada causa de Tsunami.
Se trata del diputado de ERC Ruben Wagensberg, el vicepresidente primero de Òmnium Cultural, Oleguer Serra, el empresario Josep Campmajó y el periodista Jesús Rodríguez, a quienes han acompañado la dirigente republicana Marta Molina y los empresarios Xavier Vendrell y Oriol Solé, también encausados por el Tsunami pero que en su caso no habían abandonado España.
La plana mayor del independentismo, sumada a algunos simpatizantes de la causa y allegados, se han fundido entre gestos de cariño con los dirigentes retornados.
Las cámaras han captado el abrazo que todo el mundo esperaba: el de Rovira con el expresidente de ERC Oriol Junqueras, el tándem que ha liderado el partido durante trece años y que se ha deshecho hace apenas un mes, con ambos enfrentados tras un ciclo electoral nefasto para los republicanos.
Proclamas de “independencia” y vivas a Cataluña han dado la bienvenida a los que el secesionismo proclama exiliados. La emoción la ha expresado cada cual como ha podido: con sonrisas de alegría unos, con lágrimas otros.
Una estelada de grandes dimensiones ha presidido la pequeña plaza de Cantallops, habitualmente desangelada y hoy a rebosar, en la que se han producido los parlamentos. Desde el atril, Rovira ha lanzado un aviso a navegantes, con ecos de octubre de 2017: “Hemos venido para acabar el trabajo que hemos dejado a medias”.
El viaje de retorno en coche comenzó ayer jueves por la noche y esta mañana ha tenido lugar la primera simbólica foto en la localidad francesa de Salses, a los pies de la Porta dels Països Catalans y junto a diversos dirigentes independentistas.
Entre ellos, el exconseller Lluís Puig, que no ha cruzado la frontera francesa dado que es quien ve más lejana la posibilidad de volver a Cataluña, pues en su caso y en el de Carles Puigdemont y Antoni Comín la amnistía es todavía una posibilidad incierta.
En la menuda Cantallops, una vez terminados los parlamentos, ha llegado el momento de sacar el cava y comer chocolate caliente con bizcochos; menos del esperado, pues a la esforzada vecina que lo ha preparado le habían dicho que se esperaba a solo un centenar de personas. EFE
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