Paula Lerín
Valencia, 20 jul (EFE).- La valenciana Mónica Carrió, que participó en Sídney 2000, los primeros Juegos Olímpicos en los que las mujeres compitieron en halterofilia, volverá a una cita olímpica veinticuatro años después, pero esta vez con un rol muy diferente, ya que lo hará como juez de su deporte y convirtiéndose en la primera que consigue este hito.
“He tardado veintiún años en cumplir este sueño que descubrí gracias a un juez polaco que me arbitró a mí cuando competía. En mi primer Campeonato de Europa en Polonia, este juez me dijo que iba a cumplir su sueño: estar en unos Juegos Olímpicos. Y ahí, en 2011, pensé: ese tiene que ser mi siguiente objetivo. Me ha costado mucho más ser jueza olímpica que ser deportista olímpica”, contó Carrió en una entrevista con la Agencia EFE.
La actual vicepresidenta de la Real Federación Española de Halterofilia y presidenta y entrenadora del Club Halterofilia Alzira comenzó a ser jueza en 2003. Ha tenido que pasar por todos los escalones para llegar a lo máximo. Exámenes, competiciones regionales, de primera nacional, Campeonatos de España… Hasta que en 2010 ascendió a juez internacional de segunda categoría y ocho años después ascendió a juez internacional de primera.
“Para llegar a unos Juegos Olímpicos tienes que entrar dentro de la calificación durante cuatro años por un equipo de la dirección internacional y como mínimo hay que arbitrar en seis competiciones internacionales. El año pasado fui al primer Campeonato del Mundo senior en Arabia Saudí y hace un mes y medio me llamó el secretario de la federación Juan Lama y me dijo que me habían elegido”, explicó.
Carrió, de 47 años y natural de Alzira, recordó que en ese momento iba conduciendo y tuvo que parar el coche de la emoción que sentía. “A día de hoy todavía no me lo creo”, reconoció la valenciana, que, al principio, su respuesta inmediata fue un no cuando su entrenador de toda la vida Julián Perea le sugirió que fuera juez.
“Julián me animó a hacer halterofilia y también a ser jueza porque no había mujeres. Al principio no quería y mira a dónde he llegado. A ningún deportista le gusta el puesto de hacer cumplir las normas, e incluso a veces vemos a los jueces como enemigos, pero con el paso del tiempo he aprendido a amar esta posición, a estar detrás de la tarima”, dijo.
A pocos días de la cita olímpica, Carrió reconoce que la sensación no tiene nada que ver a cuando era haltera. “Cuando eres deportista no puedes estar a mil cosas como estoy ahora. Hace muchos años ya de aquello, pero recuerdo perfectamente la sensación. Cuando eres deportista solo puedes pensar en dar lo máximo de ti diariamente para llegar al cien por cien a la competición”, explicó.
“Mis Juegos Olímpicos fueron un poco traumáticos, aunque no me gusta emplear esta palabra porque con el paso del tiempo aprendes a valorarlo mucho más. Me tuve que operar de las dos rodillas a seis meses de Sídney y fue una preparación a contrarreloj. Fueron meses durísimos, pero llegué. Aunque no fui al cien por cien, si volviera 24 años atrás haría lo mismo porque competir en unos Juegos es lo más grande”, aseguró.
Carrió, que se retiró del deporte de élite en el 2001 con una plata en los Juegos del Mediterráneo de Túnez y en 2003 ganando el Campeonato de España en la modalidad de arrancada y siendo invitada para volver al equipo nacional, aunque lo rechazó, no sabe cuál será su posición en París porque hay hasta siete tipos de juez, pero no le preocupa porque “sé que cada una la voy a disfrutar”.
La valenciana, que también abrió puertas en el mundo policial siendo árbitra en las competiciones de tiro policial durante cuatro años, ya cuenta los días para poner rumbo a París, donde, aunque no habrá representación española, estará acompañada por su hijo y su marido.
“No pienso en ser la primera, me gusta una cosa y voy a por ella”, finalizó Carrió, que compatibiliza su trabajo de policía nacional con sus cargos en la federación, en el club y con ser jueza. EFE
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