París, 26 jul (EFE).- Zhang es un estudiante chino que estudia comunicación audiovisual en Inglaterra. Ha pagado 900 euros para ver la inauguración en una orilla del Sena, pero la intensa lluvia, asegura, no le ha aguado la fiesta.
“Es muy bonito de todas formas”, cuenta a EFE el joven, que no para de filmar un instante y compartir los vídeos con sus amigos y familiares en China. Aunque sean allí las 3 de la madrugada (19 GMT) del día siguiente.
“Verán las fotos y los vídeos cuando se levanten”, comenta con una sonrisa, mientras le caen gotas de agua por las sienes.
A pocos metros de este estudiante, un padre de familia de gesto afable ofrece un paraguas. El chubasquero que lleva le parece suficiente para él y su familia, vestidas con la misma ropa impermeable.
“Ha podido molestar un poco, pero estamos disfrutando. Y mira, a las 22 horas empieza a calmarse”, explica Nicolás, que viene de Dijon, “de donde es la mostaza”, precisa con una sonrisa y sin dejar de ondear una banderita francesa.
No son los únicos felices a pesar del chaparrón. Guadalupe, Luz María, Juan y Carlos, todos recién llegados de Ciudad de México, comparten ese mismo entusiasmo. “Ha sido fenomenal, increíble, o sea, algo que no te hubieras imaginado, es espectacular”, cuentan emocionados.
Además de ser testigos del descenso por el Sena de las selecciones de cada país, han podido disfrutar de “diferente música, diferentes estilos” y “conocer más de Francia” de manera gratuita, por lo que se muestran satisfechos.
Aunque la lluvia “ha estropeado un poco la experiencia”, admiten, “haber estado aquí ya ha valido la pena todo”.
Las tribunas se han hecho eco en su mayoría de esa misma energía, pero también se han visto afectadas por la deserción del público en distintos puntos del recorrido, como la del Puente de Alexandre III, abandonada por un tercio de la audiencia, o incluso la presidencial, en Trocadero, justo en las inmediaciones de la torre Eiffel.
De los 6.800 atletas que ascendieron el río en barco muchos también prescindieron del fin de fiesta y solo unos cuantos centenares se atrevieron a desafiar a la lluvia y la bajada de las temperaturas para el colofón final de la llegada de la llama olímpica.
Los que sí se han quedado, sin embargo, optan por bailar, pese a estar calados.
En total, las autoridades estiman que 600.000 espectadores asistieron al evento, de los cuales 212.000 lo hicieron gratis, otros 104.000 pagando y el resto disfrutando de las vistas desde los balcones. EFE
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