París, 28 jul (EFE).- Noemí Romero y David Vega son gimnastas y también pareja. Ambos están en París y comparten el mismo sueño, el de llegar a la final olímpica en gimnasia trampolín, una disciplina en la que se ven “bastante fuertes y con nivel” para llevarse un diploma.
Tanto la albaceteña como el barcelonés son los representantes españoles en gimnasia trampolín, una disciplina en la que se tienen en cuenta cuatro parámetros para valorar la puntuación.
“Uno es el tiempo que tardas, el de vuelo. Cuánto más alto, más segundos vas a hacer, y cuánto más alto veas el gimnasio mejor. Segundo la dificultad de las vueltas longitudinales y transversales, que cuántas más hagas mejor. Tercero el desplazamiento horizontal. Hay máquinas debajo del trampolín que valoran y detectan el momento de apoyo, donde caes”, indicó.
“Si botas todo el rato en la cruz es que es perfecto porque no te has movido. Y por último se valora mucho la ejecución. Se multiplica por dos, es el valor que más importa. Es la plasticidad de como hagas el salto, como hagas la posición, y si estiras las piernas en los finales de los saltos. Si vas arrugado te quitan mucha puntuación”, explicó David Vega, en conferencia de prensa.
A su lado, su pareja Noemí Romero, asegura que se ven “bastante fuertes” para cumplir el objetivo marcado en la ciudad francesa.
“Tenemos bastante nivel y si sale bien la competición podemos estar en esa final con diploma olímpico, ya que somos dieciséis”, apunta la deportista manchega, para la que es “increíble vivir este momento con tu pareja”.
En su caso, hacer gimnasia trampolín fue por casualidad. “Hacía kárate, actividades extraescolares, y el profe se puso malo. Llegó una sustituta, trajo un trampolín pequeño, me gustó y mis padres se comprometieron a llevarme a esa clase y hasta el día de hoy, que no me he planteado hacer otro deporte”, confiesa.
David Vega, también referente de la gimnasia trampolín española, tiene como segundo entrenador a su primo.
“Yo jugaba al fútbol pero un día me llamó mi tía, me dijo si quería ver a mi primo saltar en trampolín y cuando vi esos saltos de seis u ocho metros me enamoré del deporte. Así es como comencé”, confiesa Vega, que no se ha planteado cambiar de modalidad pese a ser minoritario en España.
“Por mucho que no nos den becas o haya otros deportes con más futuro, la pasión es todo. La gimnasia trampolín es lo que nos ha enamorado y vamos a seguir”, destacó. EFE
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