Manifestantes se congregaron el lunes en las calles de pueblos y ciudades de Venezuela, después de que Nicolás Maduro se asegurara un tercer mandato en una tensa elección el fin de semana, en medio de reclamos de la oposición y de la comunidad internacional de que se den a conocer conteos completos.
Durante la tarde, multitudes estaban en las calles y en varias zonas las concentraciones eran dispersadas por cuerpos de seguridad. Mientras, gobiernos en Washington y otros países ponían en duda los resultados oficiales que mostraron un triunfo de Maduro sobre el candidato opositor Edmundo González.
Las fuerzas de seguridad de Venezuela usaron gases lacrimógenos contra manifestantes que desafiaban la victoria de la reelección reivindicada por Maduro, pero cuestionada por la oposición y cuestionada internacionalmente.
Luego de caminar cerca de 10 kilómetros por el este de la capital venezolana, los miles de manifestantes llegaron a un punto cercano a la autopista principal, donde efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB, Policía militarizada) y de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) impidieron la continuación de la caminata.
Miles de personas inundaron más temprano las calles de varios barrios, coreando “¡Libertad, libertad!” y “¡Este gobierno va a caer!”. Algunos arrancaron carteles de la campaña de Maduro de postes callejeros y los quemaron.
Por otro lado, cientos de motoristas protestan en Caracas. Los manifestantes circularon por una de las principales avenidas de la capital venezolana, en dirección al oeste de la ciudad, donde están ubicadas las sedes de los poderes públicos, entre ellos el palacio presidencial de Miraflores.
Según mostraron videos compartidos en las redes sociales, el sonido de las protestas se escuchó con fuerza en Petare, el barrio popular más grande de América Latina y antiguo bastión chavista. Además de las cacerolas, también se escuchó el himno venezolano. Reproducir el himno había sido una de las consignas de la oposición liderada por María Corina Machado en la jornada de ayer.
Cacerolazos también se reportaron en los barrios de Palo Verde, Terrazas del Ávila, el Junquito, Caricuao y El Valle, e incluso cerca del Palacio de Miraflores, sede de la presidencia.
Además, varias calles se vieron cortadas en imágenes tomadas por periodistas presentes en el lugar.
Por otro lado, sa habido concentraciones y marchas espontáneas como la registrada en la carretera Petare–Guarenas, concretamente en la parroquia de Caucagüita del Municipio Sucre, estado de Miranda.
Y en la autopista Caracas-La Guaira se han quemado hileras de neumáticos, según difunde la cuenta del partido opositor Voluntad Popular: “La Guardia Nacional Bolivariana se niega a reprimir al pueblo que pide respetar la voluntad”.
Igualmente ha habido protestas espontáneas en otras ciudades como Maracay, según han publicado activistas de la oposición en redes sociales.
En tanto, en la ciudad de Coro, en el estado de Falcón, manifestantes tumbaron una estatua erigida en homenaje al ex mandatario Hugo Chávez.
Desazón en Caracas: “Sé que la única salida es irse”
Más allá de estas protestas pacíficas, las calles de Caracas amanecieron desiertas, en un ambiente casi fúnebre. Algunos comercios permanecieron cerrados y cacerolas sonaron en calles y edificios en son de protesta.. Unas horas antes, cerca de la medianoche, una mezcla de ira, lágrimas y ruidosos golpes de cacerolas saludaron el anuncio de los resultados por parte del Consejo Nacional Electoral, controlado por Maduro.
Desayunando en un banco junto a un negocio sin abrir, Deyvid Cadenas, de 28 años, dijo sentirse engañado.
“La mayoría votó por la oposición”, dijo a la agencia AP Cadenas, que el domingo votó por primera vez en unas elecciones presidenciales. “No me creo los resultados de ayer”.
“No era lo que esperábamos”, dijo a la AFP Veruska Donado, una enfermera de 34 años. “Teníamos la esperanza de que por lo menos hubiese un cambio, pero siempre gana la tiranía y siempre gana la trampa. Sé que la única salida es irse”, añadió.
Freddy Polanco, un chef de 54 años, tachó el resultado de “fraude”. “Queremos un cambio para Venezuela, que nuestra familia venga otra vez para Venezuela, que volvieran las grandes empresas aquí a nuestro país”.
La oposición, tras fracasar en su intento de derrocar a Maduro durante tres rondas de manifestaciones desde 2014, depositó su fe en las urnas. Las elecciones fueron de las más pacíficas de la memoria reciente, lo que refleja las esperanzas de muchos de que podría evitar el derramamiento de sangre y poner fin a 25 años de gobierno de partido único.
Varios gobiernos extranjeros, entre ellos Estados Unidos y la Unión Europea, se abstuvieron de reconocer los resultados de las elecciones del domingo, ya que los funcionarios retrasaron la publicación de los recuentos detallados de votos después de proclamar a Maduro como ganador con el 51%, frente al 44% del ex diplomático Edmundo González.
“Los venezolanos y el mundo entero saben lo que pasó”, dijo González. Mientras que la oposición prometió que defendería sus votos, González y sus aliados pidieron a sus partidarios que mantuvieran la calma por el momento y pidieron al Gobierno que evitara avivar el conflicto.
El llamado de la oposición a la calma es en parte un reflejo de la fatiga de protesta entre los votantes, que las encuestas muestran que no tienen prisa por trastornar sus vidas tomando las calles como lo han hecho anteriormente.
Los votantes hicieron cola antes del amanecer para votar el domingo, aumentando las esperanzas de la oposición de que estaba a punto de romper el control de Maduro sobre el poder. La líder de la oposición, María Corina Machado, afirmó que el margen de victoria de González era “abrumador”, basándose en los recuentos de votos que la campaña recibió de representantes apostados en cerca del 40% de las urnas.
Los resultados oficiales sorprendieron a muchos que habían celebrado, en Internet y fuera de algunos centros de votación, lo que creían que era una victoria aplastante de González.
Gabriel Boric, el líder izquierdista de Chile, calificó los resultados de “difíciles de creer”, mientras que el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo que Washington tenía “serias preocupaciones” de que no reflejaran la votación ni la voluntad del pueblo.
Las autoridades retrasaron la publicación de los resultados de cada una de las 30.000 cabinas de votación de todo el país, prometiendo que sólo lo harían en las “próximas horas”, lo que dificultó los intentos de verificar los resultados. El retraso en el anuncio del ganador -que se produjo seis horas después del cierre previsto de las urnas- puso de manifiesto un profundo debate en el seno del Gobierno sobre cómo proceder después de que los opositores a Maduro salieran a primera hora de la noche prácticamente proclamando la victoria.
Tras proclamarse finalmente vencedor, Maduro acusó a enemigos extranjeros no identificados de intentar piratear el sistema de votación.
Las autoridades fijaron las elecciones del domingo para que coincidieran con lo que habría sido el 70 cumpleaños del ex presidente Hugo Chávez, el venerado incendiario izquierdista que murió de cáncer en 2013, dejando su revolución bolivariana en manos de Maduro. Pero Maduro y su Partido Socialista Unido de Venezuela son más impopulares que nunca entre muchos votantes que culpan a sus políticas de aplastar los salarios, espolear el hambre, paralizar la industria petrolera y separar familias debido a la migración.
Venezuela posee las mayores reservas de petróleo del mundo y fue en su día la economía más avanzada de América Latina. Pero tras la llegada de Maduro al poder, entró en una caída libre marcada por el desplome de los precios del petróleo, la escasez generalizada de productos básicos y una hiperinflación del 130.000%. Las sanciones petroleras de Estados Unidos que buscaban forzar la salida de Maduro del poder tras su reelección en 2018 -que decenas de países condenaron por ilegítima- no hicieron más que acelerar un éxodo de unos 7,7 millones de venezolanos han huido de su nación sumida en la crisis.
La oposición ha intentado aprovechar las enormes desigualdades derivadas de la crisis, durante la cual los venezolanos abandonaron la moneda de su país, el bolívar, por el dólar estadounidense.
González y Machado centraron gran parte de su campaña en el vasto interior de Venezuela, donde no se materializó la actividad económica vista en Caracas en los últimos años. Prometieron un gobierno que crearía suficientes puestos de trabajo para atraer a los venezolanos que viven en el extranjero a regresar a su país y reunirse con sus familias.