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La utopía de unas Fuerzas Armadas de la UE: “Nunca habrá un Ejército Europeo”

Entrevista FFAA de la UE
(Shutterstock España).

Europa ha dado inicio a un nuevo ciclo político y todas sus instituciones ya se encuentran trabajando para dar forma a los próximos seis años de la UE. Uno de los temas que marcará la agenda hasta, por lo menos, 2030 será la defensa y seguridad del continente, problemáticas que se han convertido en una prioridad para el grueso de los europeos desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Tal es la preocupación de la UE que la reelecta presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha prometido que designará, por primera vez en la historia comunitaria, un comisario de Defensa.

Muchos han aplaudido el anuncio de la alemana, entre ellos el español Nicolás Pascual de la Parte (Cieza, 1959), quien se estrena en el Parlamento Europeo tras haber obtenido una banca por el Partido Popular el pasado 9 de junio. “Es una medida muy acertada”, asegura el eurodiputado en una entrevista a Infobae España.

No obstante, el murciano, con una extensa carrera diplomática, rechaza la posibilidad de que este sea un primer paso para la creación de unas Fuerzas Armadas propias de la UE. “Son los Estados miembros los titulares de las capacidades militares”, afirma el que es el único español en la Subcomisión de Defensa y Seguridad del parlamento comunitario.

Pascual de la Parte, exembajador de España ante la OTAN, califica de notable el vínculo actual que mantienen la UE y la Alianza Atlántica, esta última, en su opinión, “la organización defensiva más exitosa de la historia de la humanidad”. En este sentido, descarta que una posible vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca pueda, pese a su escepticismo sobre la Organización, alterar la naturaleza de la misma.

Nicolás Pascual de la Parte
Nicolás Pascual de la Parte

Pregunta. ¿Cómo definiría usted la relación entre la Unión Europea y la OTAN?

Respuesta. Cuando llegué a Bruselas hace 20 años. La OTAN y la Unión Europea eran dos organizaciones que estando en la misma ciudad, vivían de espaldas la una a la otra. Sin embargo, ahora se ha logrado una coordinación y colaboración muy notable. Son dos organizaciones cuyos miembros coinciden, casi en su totalidad, en que tienen que trabajar conjuntamente desde el punto de vista de la seguridad y la defensa. No hay que enfrentarlas, sino todo lo contrario, hay que aproximarse desde la complementariedad, no de la sustitución.

P. ¿Esta relación podría verse perjudicada por una victoria de Donald Trump a finales de año?.

R. Son muy conocidos sus comentarios escépticos sobre la OTAN, pero la Alianza es una una organización muy sólida, reconocida, tanto por el Partido Republicano como por el Demócrata, como uno de los instrumentos más eficaces para garantizar la seguridad colectiva. Acabamos de celebrar en Washington los 75 años de su fundación y si es tan exitosa esta organización es por tres motivos: primero, porque todos sus miembros compartimos los mismos principios y valores. En segundo lugar, porque ha demostrado su capacidad adaptarse a las cambiantes circunstancias geoestratégicas del entorno global y, en tercer lugar, el liderazgo indiscutible de los Estados Unidos de América. Por tanto, no creo que una eventual victoria de Trump fuese a cambiar radicalmente la naturaleza de la OTAN.

P. Se ha hablado mucho de que Trump demandaría a los aliados pasar de una inversión en defensa del 2% del PIB al 3%. ¿Cómo analiza esto?

R. En efecto, parece ser que ahora ese 2% no se considera un techo sino un suelo, es decir, el mínimo que se ha de gastar en defensa. Hemos de ser conscientes de que los porcentajes son arbitrarios. El dos, el tres, el 2,5, el 3,5 son porcentajes de gasto arbitrarios, pero que van dirigidos a que los estados aliados gasten lo suficiente para dotarse de los recursos necesarios para establecer y garantizar la política de disuasión contra posibles. El tema presupuestario es muy importante, pero habría que desglosar ese gasto, es decir, ver si este se emplea en la adquisición de material, en programas de investigación y desarrollo, en participación en las misiones de la OTAN o, por el contrario, se dedica a gastos corrientes de sueldos, de pensiones, etcétera. La estructura del gasto en defensa es muy importante, no solamente la cantidad total.

P. ¿Cómo ve a España dentro de la OTAN?

R. España es y debe ser un aliado fiel y predecible, que tenga claro cuáles son sus obligaciones y cuáles son sus cometidos dentro de la Alianza. Esto no puede depender del juego político de quien esté en el gobierno, sino que debe ser un compromiso y una política de Estado. Dentro de la OTAN se nos exige un mayor compromiso presupuestario y en eso estamos, pero, términos generales, España participa activamente en las misiones, ejercicios y maniobras. Tenemos reconocido un prestigio ganado a pulso.

P. ¿Cree que Europa puede continuar apoyando a Ucrania sin el respaldo de Estados Unidos?

R. No sabemos realmente lo que ocurriría en el caso de Ucrania si Trump finalmente es presidente de Estados Unidos. Habría que ver exactamente cuáles son las dinámicas de negociación y de mantenimiento del apoyo a Ucrania. Lo que sí le puedo decir es que hoy en Europa tenemos un compromiso inquebrantable con la independencia de Ucrania, con su integridad territorial y con su soberanía política. Lo que se juega en los campos de batalla de Ucrania es la libertad no sólo de los ucranianos sino también de los europeos, por tanto nuestro apoyo será inquebrantable en tanto y en cuanto lo necesiten el pueblo y el gobierno ucranianos. Esa es la posición de la Unión Europea.

Parche en el uniforme de un soldado alemán que adiestra a efectivos de las Fuerzas Armadas Ucranianas (Fabrizio Bensch/Reuters)
Parche en el uniforme de un soldado alemán que adiestra a efectivos de las Fuerzas Armadas Ucranianas (Fabrizio Bensch/Reuters) (FABRIZIO BENSCH/)

P. ¿Cómo definiría a la industria de defensa europea actual?

R. La guerra de Ucrania se ha producido básicamente porque el sistema de disuasión de la OTAN contra Rusia no ha funcionado. Si hubiésemos tenido uno suficientemente fuerte, Putin no hubiese invadido Ucrania. Esto es lo que tenemos que corregir ahora: desarrollar, definir y ejecutar un sistema de disuasión colectiva, a través de la OTAN y de la UE, que sea creíble para cualquier potencial enemigo. Eso requiere como acordar una estrategia global sobre qué hacer respecto a Rusia, que no la hemos tenido durante mucho tiempo.

P. ¿Qué le falta entonces a la industria de defensa europea?

R. En principio, tres factores. Primero, identificar conjuntamente cuáles son las amenazas y los retos futuros y presentes. Una vez conseguido esa identificación hay que establecer los mecanismos y las capacidades para responder a ellos. Ahí es cuando tenemos que invertir claramente en crear una base industrial y tecnológica europea capaz de diseñar proyectos transfronterizos de desarrollo de material de defensa a través de mecanismos -fiscales y financieros- que incentiven esa cooperación. Necesitamos crear grandes campeones europeos de la industria de defensa que incorpore la tecnología, el I+D+i, las capacidades de los países -que son muchas- y evitar duplicidades y solapamientos que son muy caros y que no conducen a nada.

P. ¿Cómo evalúa que la presidenta von der Leyen haya prometido que, en su nueva etapa al frente de la Comisión Europea, designará un comisario de Defensa?

R. Es una medida muy acertada, pero que tendría que haberse tomado antes. La Unión Europea ha de tomar en sus propias manos las riendas de su futuro. Europa, en su vecindad tanto meridional como oriental, está rodeada de crisis y, por tanto, ha de contar con medios políticos, económicos, diplomáticos y militares para hacer frente a esos desafíos. El que se cree la figura del comisario de Defensa será un instrumento más para dar coherencia y fortaleza a la política europea de defensa. Esperemos que se materialice cuanto antes.

P. ¿Esto podría ser un paso previo a tener unas Fuerzas Armadas propiamente europeas?

R. Nunca habrá un Ejército Europeo ni un Ejército de la OTAN, porque las capacidades son únicas y son nacionales. Son los Estados miembros los titulares de esas capacidades militares que las ponen a disposición de la Alianza Atlántica y de la UE en función de la naturaleza de los conflictos y las amenazas. Si lo que abordamos es un conflicto militar, el instrumento más idóneo sería la OTAN y por tanto los estados pondrían sus capacidades nacionales a disposición de la OTAN. Por contra, en un conflicto de baja intensidad, de mantenimiento de la paz, prevención de conflictos, pues ahí será la Unión Europea el instrumento más idóneo para dar respuesta a esa situación. La UE tiene una caja de herramientas más amplia que la de la OTAN para prevenir conflictos y resolver crisis.

P. ¿Cómo analiza, en este sentido, que hayan fracasado todas las misiones de la UE en el Sahel?

R. Evidentemente, en la UE tenemos que ver cómo instrumentalizar mejor nuestra ayuda y nuestra presencia en esa zona de África, que es fundamental para nuestra seguridad. En estos momentos estamos en un proceso de análisis, escuchando a los países de la zona para saber identificar cuáles son sus necesidades, requisitos y solicitudes. No se trata de proyectar seguridad desde Europa o desde la OTAN, sino de incorporar los problemas y aspiraciones de esos países para tratarlos en pie de igualdad en asociaciones de ayuda mutua y de cooperación.

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