Rodrigo de Paul brindó una extensa entrevista en la que realizó una reflexión profunda sobre el impacto psicológico en el fútbol, la importancia de la terapia como método de crecimiento personal y los miedos de cara al futuro, cuando su carrera como deportista se termine, entre otros temas.
En diálogo con el programa Nadie Dice Nada de Luzu TV, el mediocampista clave en la selección argentina campeona del mundo y de América reveló cómo su mente puede ser tanto un aliado como un enemigo en su carrera. “La cabeza te puede jugar a favor o en contra. Pasás por puntos muy altos y te agotás un poco. Lo que me pasa es que no disfruto de los partidos”, comentó el futbolista del Atlético de Madrid. Además, el Motorcito confesó que preferiría evitar la presión del juego: “Si antes de empezar te dicen: ‘váyanse a su casa que ganaron’, lo firmo. Disfruto mucho esto de los caramelos, de salir antes, los mates, el micro. Hay tanto en el juego que no disfrutás. Es una mierda, pero es así”.
En el ámbito de la vida cotidiana y las dinámicas de grupo, De Paul destacó la importancia de desempeñar un rol positivo, a pesar de los posibles momentos de decaimiento y puso como ejemplo participación dentro del plantel de la Selección. “Entiendo que cada uno en su lugar de líder ocupa un rol pronunciado y el mío es ese. Intento para el afuera ser esa persona positiva”, explicó. Esta actitud no solo resalta su responsabilidad dentro del equipo argentino, sino también su comprensión del impacto emocional que puede tener el liderazgo sobre sus compañeros.
Una anécdota que resalta esta perspectiva es cuando De Paul menciona la influencia de Lionel Messi sobre el equipo. El jugador de 30 años contó que al iniciar su etapa en la Selección, Leo solía generar una atmósfera de respeto casi reverencial. “Es como que estuviéramos todos sentados acá con una figura como la de él y hasta que él no se parara no nos íbamos”. Sin embargo, el mediocampista se atrevió a ser “caradura” e intentó romper esa tensión inicial para crear un ambiente más relajado y familiar, lo cual, según él, contribuyó a los éxitos del equipo.
Por otra parte, volviendo al tema psicológico, De Paul reconoció que la terapia ha sido una herramienta reciente que descubrió y recomienda ampliamente. “A la terapia la conocí de más grande, hace poco. A gente muy cercana y amigos se la recomiendo porque me hizo muy bien”. Además, reflexionó sobre el concepto de que los futbolistas viven en una “cárcel de oro” con muchas comodidades materiales, pero privados de disfrutar plenamente su tiempo en los lugares que realmente desearían estar: “Al final, lo más valioso que tiene la vida es el tiempo. Hace 10 años que no festejo el cumpleaños con mi mamá, de mis hermanos, amigos. Me perdí una etapa. Ahora mis amigos y hermanos tienen sus familias, sus hijos, y en el período en el que éramos más jóvenes, yo no lo viví. Me pasa ahora que si un familiar tiene algún problema, no puedo venir. Tengo tiempo libre, pero no puedo moverme de Madrid”.
Al abordar su futuro después del fútbol, el jugador surgido en Racing Club expresó una inquietud palpable. “Es lo que me genera un poco de miedo, saber qué voy a hacer cuando deje de jugar al fútbol porque voy a ser joven”, manifestó. Aclaró que no se ve en un rol de director técnico actualmente debido a las altas exigencias y los pocos beneficios que conlleva. En su lugar, De Paul compartió que tiene interés por el boxeo, el tenis y el pádel, aunque reconoce que no se dedicaría a estos deportes profesionalmente.
Acerca de sus emprendimientos fuera del fútbol, el oriundo de Sarandí, dijo que tiene una marca aunque no brindó más detalles y que lo mantiene entusiasmado. “Me ayuda un poco a salir del jugador de fútbol y entrar a la parte empresarial por así decirlo, tomar decisiones, jugar con mi parte creativa”, indicó.
Dentro de su vida personal, De Paul también compartió detalles sobre su hija, Francesca (5 años), y lo orgullosa que parece estar de su padre. A menudo, Fran intenta demostrar a sus compañeros de clase quién es su papá a través de su teléfono, lo cual resulta en situaciones bastante entretenidas para el Motorcito. “Es muy pícara y se parece a mí. Agarra todo lo que hablo con mis amigos. Me pregunta cosas que no lo podés creer”, expresó.
En otro de los momentos divertidos de la entrevista, De Paul contó que no habla inglés y muchas veces le tocan árbitros que manejan ese idioma. Entonces, el jugador argentino utiliza algunas palabras en español para que no lo entienda y otras tácticas para eludir la expulsión. “El vocabulario en el fútbol lo entendés igual. Yo muchas veces cuando le hablo le digo: ‘Ves que no me tapo la boca, para que no me puedas echar porque no te estoy diciendo nada, te hablo con respeto’. Le digo por ejemplo: ‘No entiendo como a vos te ponen a dirigir la final’. No lo estoy insultando, es una opinión, no me pueden echar por eso”, explicó.
En cuanto a las colecciones de objetos, la estrella argentina no es particularmente apasionado, salvo por una innegable cantidad de camisetas de fútbol, entre las que se destacan las que intercambió con Maxi Rodríguez, Juan Sebastián Verón y Juan Román Riquelme, esta última conseguida con la ayuda de una persona en común. “Era mi ídolo de chico, como Zidane. Hablo con él por WhatsApp. Me escribe un montón por esto de la Selección, me felicita. Yo lo felicité cuando ganó las elecciones. ¿Si vendría a Boca si me llama? En Argentina, sólo juego en Racing”, advirtió.
Finalizando con un toque personal y agradecido, De Paul recalcó el rol fundamental de su madre en su vida. A pesar de su agitada juventud, su madre siempre creyó en él y le brindó el apoyo necesario para que se formara como el futbolista y el hombre que es hoy. “De chiquito era muy quilombero, peleaba en la calle, no iba a la escuela, y mi mamá siempre creyó en mí. En sus ojos, en su manera de relacionarse conmigo. Ella agarraba sus miedos, se los comía y me dejó hacerme. Me ayuda con mis hijos, los lleva, es una genia. Mi papá no estuvo presente, nos crió mi mamá. A los 14 años le dije que quería dejar el colegio e irme a vivir con mi abuela porque no la quería dejar sola. Me dijo que si era lo que quería hacer que sea serio y me dejó ir”, concluyó.