En plena ciudad de Madrid, un inesperado testigo de la rica historia compartida entre España y México se alza en las inmediaciones del Palacio Real: una majestuosa estatua de un emperador azteca.
Estas esculturas, que a primera vista podrían parecer fuera de lugar en el corazón de la capital española, cuentan una historia fascinante que entrelaza la conquista, la política y el arte de dos continentes.
El Palacio Real de Madrid es uno de los monumentos más visitados en España y una parada obligatoria en cualquier visita a la capital. Construido en el siglo XVIII por la dinastía de los Borbones, es el palacio real más grande de Europa Occidental, de acuerdo con el sitio oficial del Palacio.
La razón de la presencia azteca en el recinto español
Con una extensión de 135,000 metros cuadrados y 3,418 habitaciones, casi duplica en tamaño al Palacio de Buckingham en Londres y al Palacio de Versalles en París. Las bóvedas del palacio están decoradas con frescos realizados por grandes artistas como Battista, Mengs, Bayeu y Giaquinto.
Además, cuenta con una vasta colección real, la mayor parte de la cual se conserva en el Museo del Prado. Entre sus tesoros, se pueden admirar obras de renombrados pintores de su época como Goya, Velázquez, Caravaggio, Bassano, Rubens, Giordano y Sorolla, entre otros.
Sin embargo, estas no son las únicas obras que hacen de este recinto algo impresionante. Hay varias estatuas colocadas en la fachada del Palacio, donde además de varios reyes españoles, se encuentra Moctezuma último emperador de los aztecas.
La idea de colocar estatuas de todos los monarcas fue propuesta a Fernando VI por el erudito Fray Martín Sarmiento. Sarmiento sugirió empezar con el rey Ataúlfo, el primer rey visigodo, ya que se considera que la monarquía apareció en la península ibérica hace 1,600 años, cuando Ataúlfo se instaló en la provincia romana de Tarraconense en el año 415.
Los historiadores creen que los monarcas posteriores se consideraban herederos de los reyes que les precedieron, no sólo en los diferentes reinos de la península ibérica, sino también en los territorios de otros continentes que fueron incorporados a la monarquía española. Por eso, se incluyeron las estatuas de los emperadores aztecas e incas en la entrada principal del Palacio Real.
Ese centenar de estatuas decoró la fachada del palacio hasta que Carlos III ordenó retirarlas. Algunas acabaron en los almacenes del Alcázar y otras se distribuyeron por diversas ciudades españolas. Ataúlfo, junto a otros reyes visigodos, terminó en el parque de La Florida en Vitoria.
En 1970, varias de estas estatuas regresaron a su lugar original, pero otras se quedaron en Burgos, en Pamplona y en diferentes lugares de Madrid, como El Retiro o la Plaza de Oriente.
¿Quién fue este emperador azteca?
Moctezuma Xocoyotzin nació en el año 1467, siendo hijo de Axayácatl, el sexto tlatoani de Tenochtitlan, y de la princesa Azcalxochitl, “pequeña flor”, hija de Nezahualcóyotl, de acuerdo con El triste final de Moctezuma de National Gegraphic.
A los 13 años, la muerte de su padre lo llevó a recibir formación militar en el telpochcalli, donde se convirtió en un excelente guerrero bajo las campañas de su tío Ahuítzotl. En 1502, tras la muerte de Ahuítzotl, Moctezuma fue elegido tlatoani de Tenochtitlan.
Su reinado fue el encargado de recibir a Hernán Cortés y los españoles. Tras vacilar ante las noticias y los presagios, permitió el avance de Cortés, quien se alió con tribus descontentas y llegó a Tenochtitlan.
Este encuentro resultó en la captura del tlatoani, y los intentos de Moctezuma de calmar a su pueblo fracasaron. Finalmente, fue herido y falleció tras ser apedreado por sus propios súbditos. Su muerte marcó el fin de su reinado y el inicio del cambio en el curso de la historia del Imperio Azteca.