La educación está en crisis y precisa de una urgente solución. Los docentes y no-docentes de nuestra universidad, que día a día mantienen en movimiento la compleja maquinaria educativa y administrativa, precisan una rápida respuesta a sus reclamos salariales. La educación universitaria argentina en general, y la UBA en particular, son reconocidas mundialmente por su calidad. Es un patrimonio que debemos proteger.
De ningún modo, ni los profesores ni el personal no-docente, deben ser una variable de ajuste en un esquema económico que los castiga y los margina.
En la actualidad, los salarios de los docentes universitarios están ubicados por debajo de la línea de pobreza. Ante esta disyuntiva, muchos de ellos optan por irse a instituciones privadas o del exterior donde cobran mucho más.
Desde diciembre, se otorgaron aumentos salariales de 6% en febrero, 12% en marzo, 8% en abril, 9% en mayo y 4% en junio. Acumulados, suman un 45% de actualización.
Cabe destacar que resulta significativamente menor el incremento salarial universitario respecto del resto de la administración pública.
Este esquema colisiona con la realidad: en el mismo período la inflación alcanzó, sin incluir julio, el 154%. La brecha entre ambos indicadores da como resultado una pérdida del poder adquisitivo de los salarios de 43%.
La realidad es contundente: la inflación acumulada fue casi el doble que la actualización de los salarios.
Las universidades siempre se han caracterizado en nuestro país por poner el hombro todos los días, en panoramas adversos, con docentes que, aun percibiendo salarios básicos, están profundamente comprometidos con la educación que es la clave para un futuro próspero de la Argentina.
Las autoridades deben comprender que la inversión en un docente es la más rentable para cualquier país y que todo recorte o atraso salarial puede afectar la calidad educativa, así como otros servicios, como los de salud, que la UBA brinda a través de sus seis hospitales.
En pos de trabajar por la jerarquización de la actividad docente y no-docente, realizamos un llamamiento urgente a los funcionarios a la reflexión, comprometiéndolos a trabajar por una educación de calidad para asegurar un futuro promisorio para nuestro país.