La Habana, 14 ago (EFE).- Estados Unidos ampliará a partir del próximo lunes los tipos de visa que tramita en La Habana, aunque este cambio no incluye las de no migrante por negocios (B-1) y turismo (B-2), que llevan años sin formalizarse en su consulado en Cuba.
La embajada de Estados Unidos en la isla anunció este miércoles la decisión, un paso gradual más en la recuperación de sus servicios consulares en Cuba, que fueron reducidos al mínimo de forma indefinida desde 2017 a raíz del supuesto “síndrome de La Habana”.
Los visados que a partir de la semana que viene se podrán tramitar en el consulado estadounidense en Cuba incluyen los de trabajadores temporales o aprendices (H), los de visitantes de intercambio (J), los de Transferencias dentro de una misma empresa (L) y los de trabajadores con habilidades o logros extraordinarios (O).
También podrán solicitarse con esta reforma los visados para atletas, artistas y animadores (P), los de participantes en programas de intercambio cultural internacional (Q) y los de miembros de una denominación religiosa que realizan trabajos religiosos (R).
La embajada no explicó en el comunicado los motivos por los que ahora retoma la expedición de estos tipos de visa pero no las de no migrante, los que tendrían más demanda y los que los cubanos tienen que solicitar en el extranjero, principalmente Guyana.
No obstante, la legación ha reiterado en los últimos meses que esta reapertura gradual de sus servicios consulares se debe meramente a cuestiones administrativas y logísticas, tanto de la designación y desplazamiento de personal como de su instalación efectiva en Cuba.
El “síndrome de La Habana” fueron una serie de incidentes de salud que afectaron al personal diplomático estadounidense en Cuba y que Washington, entonces bajo la Administración del hoy candidato republicano Donald Trump (2017-2021), achacó a “ataques sónicos” apoyados por el Gobierno cubano.
Distintos informes, incluidos de diferentes agencias estadounidenses, han apuntado desde entonces que no hay evidencias de dichos ataques ni de ninguna responsabilidad de La Habana, que siempre negó cualquier relación con los hechos y habló de motivaciones políticas.
La denuncia del Gobierno Trump marcó el principio del fin del período de “deshielo” entre Washington y La Habana que se inició durante el mandato de su predecesor, Barack Obama.
Cuba sufre desde hace más de seis décadas bajo las sanciones de Estados Unidos, que se endurecieron durante el mandato de Trump.