Pekín, 20 ago (EFE).- Científicos chinos advirtieron de que la meseta tibetana es cada vez más cálida y húmeda, lo que aumenta el riesgo de fenómenos meteorológicos extremos y que la mitad de su masa glaciar acabe derritiéndose a finales de siglo.
Según investigadores de la Academia China de Ciencias y otros organismos oficiales, más de la mitad de la masa glaciar tibetana podría derretirse en algunas áreas para finales de siglo, mientras que los niveles de agua de sus lagos aumentarán en más de 10 metros.
La meseta es fuente de muchos de los principales ríos de Asia, incluyendo el Indo, el Ganges, el Mekong, el Yangtsé y el Amarillo.
La investigación, de la que se hizo eco en los últimos días el Departamento de Ciencia y Tecnología del Tíbet, apunta a que el calentamiento global ha hecho que la cantidad de pastizales y bosques haya aumentado un 6 % y un 12 % en los últimos 15 años, respectivamente.
Sin embargo, “estos cambios también conllevan un mayor riesgo de fenómenos meteorológicos extremos”, porque aunque el aumento de la vegetación ayudará a prevenir la desertificación “a largo plazo provocará un cambio en la circulación de los monzones, lo que traerá más lluvias intensas durante el verano”.
“Estos cambios podrían hacer aumentar la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos en China”, señala uno de los investigadores, Yao Tandong, quien ya apuntó en 2022 en la revista ‘Nature’ de un aumento de los niveles de agua las zonas interiores del norte de la meseta mientras las meridionales estaban experimentando un descenso.
Los investigadores agregaron que estos cambios implican que en el futuro será necesaria “una gestión más eficaz de los recursos hídricos” en los países que rodean la meseta tibetana.
La Administración Meteorológica de China advirtió anteriormente de que la superficie total de los glaciares de la meseta tibetana podría reducirse en un 40 % para 2050, lo que hará aumentar el riesgo de tormentas e inundaciones.
El equipo de investigadores también informó de que ha descubierto más de 3.000 nuevas especies en la meseta y presentó pruebas de que la actividad humana más temprana en esa zona puede remontarse a más de 190.000 años.