La gira del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por Mauritania, Gambia y Senegal concluyó la semana pasada con la firma de nuevos acuerdos de migración circular que permitirán contratar a trabajadores en los países de origen para que puedan cubrir puestos de temporada en España y después regresar a sus comunidades. Lo que no ha terminado, sin embargo, y será aún más intenso en los próximos meses ante un previsible repunte de las llegadas de migrantes a las islas Canarias debido al buen clima y mar en calma, es el debate sobre la gestión migratoria, que tras esta última gira por África Occidental ha derivado además en nuevos reproches entre el Ejecutivo y el Partido Popular a cuenta de quién defiende las deportaciones.
En estos últimos meses tampoco han dejado de aumentar los discursos xenófobos por parte de la derecha y la ultraderecha, que siguen vinculando a las personas migrantes con delincuencia e inseguridad sin aportar cifras o argumentar en qué se basan. El último ejemplo, aunque no el único, es el crimen del niño de Mocejón (Toledo) el pasado 11 de agosto, en el que pseudomedios y agitadores de extrema derecha, principalmente, difundieron bulos racistas en redes sociales al relacionar falsamente a extranjeros con la autoría del asesinato. En otras ocasiones ha habido políticos que han vinculado sin pruebas la inmigración con agresiones sexuales e incluso con enfermedades, pero lo cierto es que no existe un aumento de la delincuencia ligada a las entradas irregulares.
La inmigración no deja de estar vinculada constantemente a problemas y esos mensajes van calando en la sociedad. Tanto que la inmigración ya se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la población española, tal y como reflejó el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del mes de julio, que la sitúa en el cuarto lugar de los temas que más inquietud suscitan, si bien el desempleo, los problemas políticos y los de índole económica siguen siendo los que ocupan los primeros puestos de esta lista.
Los migrantes menores no acompañados se llevan la peor parte
Otros datos relevantes son los que arroja el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE), que en su memoria anual de 2023 indicó que la mayor parte de los mensajes de odio en redes sociales tenían como objetivo a los niños, niñas y adolescentes migrantes no acompañados, “a quienes se deshumaniza y se presenta como una amenaza para la sociedad”. De ahí la importancia, aseguran las organizaciones humanitarias que trabajan por los derechos de las personas migrantes, de cambiar el enfoque y no criminalizarlas, de humanizar la migración y entender sus necesidades.
“Por desgracia algunos discursos y en ciertos contextos se intenta deshumanizar a estas personas para hacerlas parecer un problema, en lugar de preguntarnos por qué están saliendo de sus países de origen y por qué se juegan la vida para llegar a nuestros países incluso siendo menores de edad muchas de ellas”, señala a Infobae España la ONG Accem. Y son precisamente los menores quienes están expuestos a una “doble vulnerabilidad” por el hecho de verse forzados a abandonar su lugar de nacimiento debido a las situaciones que atraviesan sus países, ya sean conflictos, inestabilidad política o falta de oportunidades, “y haciéndolo además cuando son más proclives a sufrir algún tipo de situación negativa o abuso”, si bien las personas migrantes adultas también viven auténticos calvarios tanto durante el viaje como durante su estancia en España.
Por otro lado, la organización también lamenta que a menudo solo se hable de la importancia de la población migrante en términos económicos, ya que España necesita unas 300.000 personas migrantes al año para sostener el Estado del Bienestar, cuando su aporte también es notorio a nivel social y cultural. “Las personas migrantes aportan otros enfoques, otras perspectivas, una diversidad cultural que nos enriquece y nos hace mejores como sociedad”, añade Accem, si bien entienden que también haya un espacio para una migración relacionada con el mercado laboral, ya sea a través de acuerdos con otros países como los que ha impulsado el Gobierno en África Occidental, o dando una oportunidad a quien lo necesite en un sector donde se sienta cómodo.
En ese sentido, la ONG también recuerda que muchas de las personas refugiadas y migrantes que reciben tanto atención y protección como formación en centros de acogida son quienes después revitalizan pueblos de zonas despobladas con su trabajo, de forma que tanto la sociedad de acogida como la migrante se benefician. “El trabajo es una parte muy importante para la integración social de las personas, porque es lo que nos da una estabilidad económica. Pero creemos que la inmigración no tiene que verse como algo exclusivamente económico, porque al final hay muchas cosas detrás y hay personas que huyen de situaciones complicadas”, insisten.
El hecho de que haya “una narrativa inclusiva y respetuosa es fundamental para considerar que las personas migrantes son titulares de los mismos derechos que cualquier otra persona”, destacan por su parte desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
La organización también advierte de que “los mensajes populistas, estigmatizadores, criminalizadores, racistas y xenófobos colocan a estas personas en una situación de inferioridad”, lo cual genera “procesos de competencia social” en los que se culpabiliza a las personas migrantes de falsos mitos como que roban el trabajo o colapsan la sanidad pública cuando en realidad “habría que analizar por qué las situaciones de exclusión social se eternizan, se heredan, y por qué eso no cambia”, pues se trata situaciones que también tiene que ver con las prioridades de inversión de los gobiernos, añaden. “A lo mejor si analizamos eso, nos daríamos cuenta de que aquel que está en una situación mucho más frágil que la tuya no es responsable de lo que te pasa”.