La intolerancia entre conductores, incluso de vehículos de dos ruedas, sigue generando escenas lamentables como la captada por una cámara de seguridad en el sector de Bosa La Estación, en Bogotá, en el transcurso del martes 3 de septiembre.
Según se observa en la pieza audiovisual, compartida masivamente a través de las redes sociales, un motociclista arrinconó e hizo caer a un biciusuario con el que habría iniciado una discusión calles atrás, sin darse cuenta de que atrás venían una patrulla de Policía.
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Entonces, cuando miró hacia atrás con la intención de burlarse, se encontró con los uniformados, que le hicieron una señal, indicándole que se orillara; en lo que algunos usuarios de plataformas como X (antes Twitter) catalogaron como karma instantáneo.
El golpe fue de tal magnitud que al ciclista le tomó varios intentos ponerse en pie, pero, dos personas que pasaban por el lado decidieron ayudarlo, para que luego pudiera contar su versión de los hechos.
De acuerdo con la versión de plataformas de denuncia como Colombia Oscura, tras el golpe, el motociclista se vio obligado a indemnizar monetariamente al biciusuario que, por suerte, no sufrió lesiones de gravedad.
“Debieron suspenderle el pase por acción temeraria con lesionado”, “Jaja amo los finales felices”, “Ni para eso miran los espejos”, “Por personajes como estos es que tienen en un mal concepto a los motociclistas”, “Karma instantáneo”, “Toma lo tuyo”, se lee en algunas de las reacciones a la publicación del video, celebrando que su acto de intolerancia haya tenido consecuencias inmediatas.
Episodios de ira al volante tendrían consecuencias negativas para la salud de los conductores:
La ira al volante es un fenómeno que afecta a un segmento considerable de conductores, sobre todo en ciudades caracterizadas por el tráfico. Según un estudio realizado por la Fundación para la Seguridad Vial de la Asociación Americana del Automóvil (AAA) en 2016, cerca del 80% de los conductores en los Estados Unidos admitieron haber experimentado episodios de enojo, agresión o ira al conducir al menos una vez en al año. Este comportamiento puede tener graves repercusiones no solo en la seguridad vial, sino también en la salud de los conductores.
Stan Steindl, psicólogo clínico y profesor adjunto de la Universidad de Queensland, explica que la ira al volante surge de dos procesos principales: la amenaza y la motivación. Maniobras inesperadas de otros conductores, como cortar el paso o frenar bruscamente, pueden desencadenar una respuesta de pelea o huida, siendo la pelea la única opción viable en medio del tránsito: “Dado que realmente no puedes huir, entonces peleas”, puntualiza Steindl. Además, la motivación natural de querer avanzar y lograr sus objetivos al volante se frustra cuando algo obstruye el camino, lo que también puede provocar enojo.
La Fundación para la Seguridad Vial de la Asociación Americana del Automóvil (AAA) destaca en su informe que cerca de 8 millones de conductores en los Estados Unidos han protagonizado episodios extremos de ira al volante, como chocar intencionalmente otro vehículo o salir del auto para enfrentarse a otro conductor. Comportamientos que incrementan el riesgo de accidentes y situaciones violentas que pueden resultar mortales.
El anonimato que ofrece el estar al volante también potencia estos comportamientos, según Steindl: “Cuando las personas se sienten anónimas, pierden el control social interno, la vergüenza, la culpa o el remordimiento que normalmente reprimirían este tipo de comportamiento”.
Este anonimato puede hacer que los conductores sean más propensos a expresar su ira de manera más extrema, como insultos o gestos agresivos, acciones que difícilmente realizarían en situaciones cotidianas fuera del vehículo.
En términos de salud, los episodios de ira no solo son perjudiciales en la carretera sino también para el bienestar físico del individuo. Estudios de la Escuela de Salud Pública de Harvard en 2014 sugieren que explosiones de enojo pueden incrementar significativamente el riesgo de ataques cardíacos y derrames cerebrales en las siguientes horas, debido a la manera en que el estrés psicológico eleva la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
El riesgo cardiovascular aumenta con la frecuencia de estos episodios de enojo y el historial de problemas cardíacos previos. El estudio de Harvard determinó que individuos con bajo riesgo cardiovascular que experimentan dos episodios de ira al volante por día podrían ver hasta 63 eventos cardiovasculares adicionales por cada 10,000 personas al año. En personas con alto riesgo, esta cifra podría llegar a 268 ataques cardíacos y derrames adicionales por cada 10,000 personas anualmente.
Diferenciar un episodio de ira normal de uno peligroso es crucial. Los niveles elevados de ira pueden incrementar la toma de riesgos, la impulsividad y la probabilidad de cometer errores, como señala Steindl. Este tipo de comportamientos no solo ponen en peligro la vida del propio conductor, sino también la de otros usuarios de la vía.
Para aquellos que detectan que su ira al volante es más frecuente o persistente, Steindl sugiere tomar medidas para manejar el enojo de manera efectiva. Técnicas como la respiración lenta, escuchar música relajante o buscar rutas alternas para evitar el tráfico son algunas de las estrategias recomendadas. Además, tratar de reducir el estrés general en la vida cotidiana puede ayudar a disminuir los episodios de enojo al volante, dado que el estrés acumulado es uno de los factores desencadenantes de este fenómeno.