Hace 14 años, Mónica Ayos y Diego Olivera armaron las valijas y se mudaron en familia a México. A pesar de la distancia, la conexión de la pareja con la Argentina sigue intacta y ampliando sus horizontes desde el exterior. ¿Su último gran paso? El mundo del streaming de la mano de Circo Beach, el nombre del videopodcast en el que unen fuerzas con el reconocido locutor, Diego Ripoll, y la talentosa periodista Maite Peñoñori.
Este sábado, en comunicación con Teleshow, la actriz repasó la visita de Alejandro Lerner al tercer programa de su ciclo, que se emite desde los estudios de Infobae en Miami Beach. “Él es parte de nuestra identidad, tantas generaciones acompañadas por su música. Siempre hay un tema de Lerner en cada etapa de nuestra historia”, contó, sobre la distendida charla que mantuvieron con el músico, que se presentó en La Scala de Miami.
“Fue inolvidable”, aseguró sobre la entrevista con el cantante, que se verá en el canal de YouTube el martes 10 de septiembre a las 19 hs de Argentina y 18 hs de Miami. Como si fuera poco, en octubre, Mónica estrenará en Netflix la película El hombre que amaba los platos voladores, con dirección de Diego Lerman y protagonizada por Leonardo Sbaraglia después de un 2023 intenso en el que fue parte de Vencer la culpa, telenovela del prime time de la emisora Las Estrellas.
Así, desde la ciudad estadounidense, Ayos repasó el germen de este nuevo canal de diálogo que encontraron en el streaming con la audiencia argentina y latina, el vínculo que mantiene con el público argentino y la alegría de compartir un proyecto laboral con su marido.
—¿Cómo nació Circo Beach, el streaming/videopodcast que encabezás junto a tu marido Diego Olivera, Diego Ripoll y Maite Peñoñori?
—Circo Beach es un título que se me ocurrió una mañana en pleno estado de ensoñación y fue aceptado por unanimidad al instante. El contenido tiene, a nuestro entender, un gran valor diferencial, desde los diferentes temas a abordar, a los que les imprimimos nuestra impronta. Cada historia, siendo nosotros tan diferentes, nos da el plus de poder estar en desacuerdo o maravillarnos, con lo que descubrimos del otro. Lo supimos en la primera reunión. Nos fuimos encontrando sin buscarlo. Con mi marido viajamos a México para grabar tanto series como novelas, pero el resto del año hacemos base en nuestro hogar en Miami. Venimos haciéndolo hace años y, tanto en redes como en algún evento, nos hemos cruzado con Ripoll y Maite. Un día surgió la charla, los puntos en común sobre ideas, y se comenzó a hacer tangible esta experiencia del streaming que Olivera ya lo venía “craneando” y Ripoll resulta que lo tenía muy claro en su plan recién aterrizado a Florida. Con Maite nos conocimos personalmente cuando hacía apenas meses que se había mudado a Miami y nos dimos cuenta de que era un crossover más que interesante con mucho para decir, para contar y para compartir.
—Te sumaste al mundo del streaming, que vive su propio boom mundial. ¿Qué te atrae de esta plataforma?
—Particularmente me seduce mucho la propuesta de lo descontracturado. De alguna forma, las reglas de este juego me llevan a ser muy genuina a la hora de interactuar, ya sea con mis compañeros como con el público. Todo lo que me lleve a lugares en los que pueda ser yo misma me genera un desafío divertido y liberador, ya que mi trabajo me pide exactamente lo opuesto al contar historias encarnando diferentes personajes.
—Alejandro Lerner estuvo como invitado en el último programa, ¿qué podés adelantarnos de la entrevista?
—Que fue un lujo tenerlo. Fue hermoso escucharlo. Ale es parte de la nuestra identidad: son tantas las generaciones acompañadas por su música… En cada etapa de nuestra historia siempre hay un tema de Lerner. Su talento trascendió y se sostuvo a través del tiempo. En la nota pasamos por toda la paleta de emociones y alucinamos con anécdotas increíbles que él mismo contó. No quiero anticipar demasiado para que vayan al canal de YouTube de Circo Beach este martes.
—¿Cómo es trabajar con tu marido Diego? ¿Cómo fue la dinámica con un animador tan experimentado como Diego Ripoll y una periodista tan consolidada como Maite Peñoñori?
—Compartir con Olivera un formato como el streaming nos divierte muchísimo más de lo que pensamos. Diego es el que nos hace volver al eje. Él es un poco más formal, aunque tiene momentos de comedia que, sin querer, se vuelven épicos. Sobre todo cuando intento desarmarlo y se resiste. Esa pulseada siempre nos lleva a un lugar hermosamente lúdico. Somos opuestos complementarios, entonces el contraste queda en evidencia y los cruces son muy divertidos, al menos así lo vivenciamos nosotros y lo disfrutamos mucho. En esta dinámica de cuatro desde Miami juega un rol fundamental el factor diferenciador, indispensable para destacarnos entre tantas propuestas. Estamos en un camino que nos divierte, más el back up que cada uno trae de sus respectivas carreras laborales, sumado el oficio y la química. Nos complementamos y, a su vez, nos vamos adaptando a la energía de cada invitado con naturalidad. Eso es muy genial.
—¿Cómo es el nexo que se da con el programa entre los argentinos y el público latino que reside en Miami?
—Miami es un crisol de razas y aunque nuestra propuesta está encarada desde nuestro punto de vista, es decir, el de cuatro argentinos que viven en Miami y cuentan su experiencia; el tema sigue enriqueciéndose al entrelazarse anécdotas con personas de todas partes. Cada historia nos permite compartir desde diferencias hasta similitudes. Hay algo en el orden de nuestro ADN que nos lleva a lugares de acercamiento con todas las personas del mundo, desde los abrazos y el beso, pasando por la confianza en las charlas, el mate, los asados, la amistad, el carácter. En algún punto, hay algo de todo eso que nos une con el resto y nosotros, precisamente, partimos desde ahí. En octubre haremos un relanzamiento del canal con un nuevo recurso, una nueva modalidad que será un gol, una sorpresa tan hermosa como divertida.
—Sos histriónica y en Circo Beach realizás personajes desde tu lado actoral. ¿Soñás con conducir en televisión?
—A lo largo de mi carrera me han ofrecido conducir, pero la verdad nunca me ganó el “Sí”. Siempre disfruté más el hecho de ser entrevistada o invitada que anfitriona. Olivera no está de acuerdo e insiste en que no estoy viendo lo que él ve (risas). ¡Debe ser uno de mis puntos ciegos entonces! En el programa de streaming hago solo 10 minutos de un personaje que tengo hace años y se llama Leonardo. Está inspirado en Ale Gibeli, uno de mis grandes amigos. Nos divertimos muchísimo y ahí me puedo zarpar un poco sin culpas (risas). Es mi alter ego, ¡y dice muchas cosas que yo jamás diría!
—Vivís en el exterior desde hace un poco más de una década y, también, tenés una carrera exitosa en el mercado audiovisual latino. Amén de eso, seguís siendo muy querida y reconocida en Argentina. ¿Fue un trabajo no perder esa vigencia en nuestro país o se dio naturalmente?
—Lo que sucedió con mi carrera en el mercado latino nunca fue un plan. El amor sostenido en el tiempo es algo que aún hoy me emociona como la primera vez. Mi viaje se dio a partir del hitazo que pegó Diego protagonizando Montecristo en México, y las oportunidades que se fueron abriendo eran difíciles de rechazar. Conforme pasaba el tiempo, las propuestas cada vez se volvían más concretas. Así que un día decidimos tomarlas, proyectar la carrera a nivel internacional y seguir creciendo en nuestra profesión. Pero nunca fue un plan. Justo sucedió en la era de Internet, entonces la distancia se volvió relativa y la presencia se manifestaba en otras formas fáciles y prácticas a través de las pantallas, ya sea de redes sociales o mediante la tele en el mismo canal de Televisa Internacional que emitía señal a distintas plataformas de ficción. En cuanto a mi carrera y ese amor incondicional que se sostuvo en el tiempo, me sigue llenando el alma. Cada vez que viajo es una emoción. Lo valoro y lo cuido. Hoy en día, habiendo tanta agresión en redes, es algo fuera de lo común. Ese respeto, empatía y cercanía las agradeceré eternamente.