Shanghái (China), 20 sep (EFECOM).- Las bajas tasas de inflación en China, la segunda mayor economía mundial, o los casi dos años seguidos de caídas de sus precios industriales han encendido las alarmas por los riesgos de estas presiones deflacionistas, tanto a nivel nacional como internacional.
Estas son cinco claves para entender qué está sucediendo en China:
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), para considerar que una economía se halla en situación de deflación, los precios deben caer durante dos semestres seguidos. El índice de precios al consumidor (IPC) chino no cumple con esta definición, aunque entre junio de 2023 y febrero de este año los precios solo subieron en un mes. Desde entonces, el indicador se sitúa en terreno positivo aunque promediando únicamente un avance del 0,39 % interanual.
No obstante, el índice de precios a la producción (IPP), que mide los precios industriales, sí cumple, y además holgadamente, con esa premisa: en octubre de 2022 entró en terreno negativo tras registrar sus marcas más altas desde 1995, y lleva ya 23 meses consecutivos experimentando bajadas.
Demanda, consumo y confianza: la economía china no se ha recuperado como se esperaba tras el ‘cero covid’, y la confianza de los consumidores roza su mínimo histórico, con las tasas de crecimiento de las ventas minoristas muy por debajo de la tendencia anterior a la pandemia. Además, una prolongada crisis inmobiliaria ha supuesto un duro golpe para las familias chinas, que tenían en la vivienda una de sus principales vías de inversión.
En el caso de los precios industriales, la consultora británica Capital Economics apunta directamente a una situación de exceso de capacidad que no tiene visos de mejorar, y, aunque prevé que un mayor gasto fiscal impulse en cierta medida la demanda a corto plazo, considera que la insistencia de Pekín en ofrecer apoyo por el lado de la oferta no hará desaparecer las presiones deflacionistas.
Si bien la deflación puede parecer positiva por traducirse en una bajada de precios, se trata de un fenómeno dañino para una economía: al generar una reducción del gasto y la inversión, también se traduce en un menor crecimiento económico y en menores beneficios para las empresas, lo cual redunda en reducciones de sueldo o incluso en reducciones de plantilla, aumentando el desempleo. Además, dificulta a ciudadanos y firmas hacer frente a sus deudas.
Alicia García Herrero, economista jefe de Natixis para Asia-Pacífico, apunta precisamente a un crecimiento sensiblemente inferior en el crédito, tanto a hogares como a empresas, con la excepción del Gobierno, que lo incrementó aunque no tanto por un mayor gasto sino para compensar la ralentización de los ingresos fiscales y por ventas de terrenos, una fuente de financiación clave.
Este mismo mes, el exgobernador del banco central chino Yi Gang fue claro al respecto: “Ahora mismo debemos centrarnos en luchar contra las presiones deflacionistas”, indicó en un foro. Por el momento, Pekín ha querido evitar una flexibilización monetaria de calado, en parte para evitar las altas tasas de inflación que han lastrado recientemente a las economías occidentales y también para no añadir más presión al debilitado tipo de cambio del yuan.
No obstante, en un pleno económico clave celebrado en julio, el Partido Comunista (PCCh) mostró un tono algo más proclive al apoyo fiscal y monetario, lo cual se sumó a recortes de tipos de interés y ciertos subsidios. García Herrero cree que Pekín debería apostar por un mayor gasto público, aunque advierte también de la dificultad de conseguir un delicado equilibrio con los niveles de deuda.
Según la analista, las manufactureras chinas se están viendo obligadas a acelerar su búsqueda de mercados en el extranjero, donde las altas tasas de inflación ofrecen márgenes más jugosos, aunque esto se produce en un momento en el que Occidente apuesta cada vez más por el proteccionismo en el marco de las tensiones geopolíticas.
Y si China ‘exportó’ inflación con los mencionados altos precios industriales en 2021, ahora la situación es la inversa: según algunos analistas, está ‘exportando’ deflación. No obstante, Alexander Valentin, de Oxford Economics, asegura que se está “exagerando” este fenómeno, y apunta más a las tensiones que pueden generar las bajadas de precios en sectores con apoyo estatal como los vehículos eléctricos o las tecnologías ‘verdes’. EFECOM
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