Los gobiernos de China y Japón han acercado este viernes posturas con vistas a esclarecer el recelo chino sobre los vertidos de agua de la central nuclear de Fukushima, de tal manera que Pekín parece ahora dispuesto a reanudar “gradualmente” la importación de pescado japonés.
Japón comenzó hace algo más de un año a liberar el agua de la central de Fukushima, previamente tratada para evitar daños para el medio ambiente. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha confirmado en sucesivos informes que no existe riesgo alguno, pero en un primer momento los países de la zona expresaron sus dudas.
China fue uno de ellos, pero sucesivas rondas de consultas han permitido ahora llegar a un mínimo consenso. Según el Ministerio de Exteriores chino, otros actores al margen del OIEA podrán extraer muestras del agua y realizar sus propios análisis en aras de la tranquilidad.
El Gobierno japonés había criticado los vetos al pescado y Pekín está ahora dispuesto a “ajustas” a algunas de las medidas. No ha puesto fecha a la reanudación de las importaciones, si bien ha sugerido que levantará el veto una vez haya podido implicarse en todo el proceso de vigilancia de las aguas para descartar en primera persona la posible contaminación.
La central nuclear de Fukushima sufrió un grave accidente en 2011, derivado de un terremoto y un posterior tsunami. La empresa responsable había reclamado la liberación del agua, previamente tratada, alegando que seguir almacenándola en grandes tanques en la central suponía un riesgo mucho mayor en caso de un nuevo desastre natural.