Natalia Román Morte
Túnez, 4 oct (EFE).- Una campaña electoral desde prisión podría ser un escenario excepcional pero no en Túnez, donde la historia se repite después de que el candidato a la presidencia Ayachi Zammel haya sido condenado en tres sentencias a 14 años por “falsificación” de patrocinios.
Mientras el presidente Kais Said está ausente de la vida pública, el líder panarabista Zouhair Maghzaoui se mantiene lejos de la prensa por temor a nuevas sanciones de la instancia electoral.
A sus 47 años, el más joven de los aspirantes, Zammel, es ingeniero en química y dirige la empresa familiar de productos de la tierra.
Desconocido por la opinión pública pese a su breve paso por el Parlamento y una modesta carrera en el partido liberal que fundó en 2022, “Azimoun” (Determinado), su arresto a una semana de comenzar la campaña y lo que parece una interminable batalla judicial -con una treintena de procesos paralelos- le han convertido en un opositor de primera fila.
En 2019 el entonces candidato Said suspendía sus actos electorales en solidaridad con su adversario, el magnate de la comunicación Nabil Karoui, acusado de evasión fiscal y liberado pocos días antes de concluir la segunda vuelta.
A falta de una sentencia definitiva, Zammel continua en la carrera presidencial pero su entorno teme que los engranajes de la Justicia -teledirigida por el Ejecutivo- se aceleren en el último momento para evitar una posible victoria, según confirman sus sondeos internos.
“Ahora tendría que estar recorriendo el país para hacer campaña y no recorriendo los tribunales pero ya estábamos preparados para este escenario. Desde su celda coordina todo a diario”, explica a EFE su portavoz, Ramzi Jebabli.
En su programa, bajo el eslogan “Pasar la página”, se compromete a liberar a todos los prisioneros políticos y de conciencia, que según Human Rights Watch suman al menos 170 desde que el mandatario se hiciera con plenos poderes en 2021 para “rectificar” la transición democrática iniciada una década antes y de la que ahora reniega.
Entre bambalinas, uno de sus hombres confiesa “vamos a tener que buscar una vía de escape, si gana Said nosotros también seremos detenidos”. Los tres hermanos y socios de Zammel, revela, se encuentran perseguidos por la Justicia y sus fábricas se enfrentan a un cierre inmediato.
El candidato libre pero fuera de las cámaras Zouhair Maghzaoui, de 59 años y antiguo profesor de instituto de matemáticas, tiene a sus espaldas dos mandatos parlamentarios y once años de liderazgo del partido Movimiento Popular, un cóctel de socialismo, naserismo y nacionalismo árabe.
Su apoyo incondicional a Said hasta el pasado año despierta los recelos de la oposición, que lo ven como un peón al servicio del palacio presidencial de Cartago, cuyas puertas se abrían a una privilegiada camarilla de políticos como él.
El golpe de fuerza del mandatario, llegó a decir, “no fue un capricho de Said sino la aplicación de la voluntad del pueblo”.
Sin embargo, Maghzaoui asegura que su ruptura es irrevocable. El motivo de este repudio es la progresiva concentración de poderes y la ola de detenciones contra toda voz crítica que han hecho de Túnez una “la república del miedo”.
Se ha convertido en un candidato bisagra entre los defensores del 25 de julio -fecha en la que Said arrancó su proyecto político- y los desencantados de su giro autoritario.
“Nos reuníamos con él y proponíamos proyectos pero sólo se quedaba con los titulares e ignoraba el resto. A diferencia de Maghzaoui no tiene programa ni experiencia ni un equipo capacitado. Toda su política se basa en la improvisación y no se puede gobernar un Estado así, quiere decidir solo”, apunta uno de sus colaboradores.
Su equipo de campaña rechaza entrevistas a medios internacionales después de haber recibido una multa de 5.000 dinares (1.500 euros), en una particular interpretación de la ley por parte de la instancia electoral que prohíbe “el uso de la prensa extranjera”, y que podría costarle su exclusión.
“Hemos recibido amenazas de los partidarios de Said por criticarle. O estás con el presidente o contra él”, lamenta e insiste en que Said no hubiera llegado donde está sin el apoyo del partido.
En lo que ambos candidatos coinciden es en la falta de recursos tras el nuevo limite de financiación de la campaña- exclusivamente privada y nacional- de 150.000 dinares (44.500 euros), antes 520.00 euros, lo que ha trasladado el juego electoral a las redes, lejos de las calles donde a excepción de algunas pancartas de Said nada presagia que este domingo se celebren las presidenciales más tensas desde la transición. EFE
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