Pionera e innovadora, hace diez años nació La Restinga, una marca de indumentaria masculina de lujo argentina. Fundada por Nicolás Márquez, en ese entonces sentaría las bases que hoy están en boca de todo el mundo, siendo tendencia en redes sociales: concepto a puertas cerradas, experiencia exclusiva, atención personalizada con cita previa y lujo silencioso.
Se trata esta una marca nacional que es reconocida por ser sastre presidencial en varias ocasiones y por vestir a prestigiosos empresarios y celebridades.
En una de las cien casas emblemáticas del país, construida en 1930 en el corazón de Palermo, La Restinga brinda una experiencia a puertas cerradas en donde recibe a sus clientes en forma personalizada y con cita previa. La mayoría llega por recomendación. Entre ellos, se destacan las personas más influyentes y poderosas del país y los turistas, quienes son referidos por los hoteles cinco estrellas, así como personal shoppers y wedding planners.
¿Qué tiene esta marca de especial que atrae tanto la atención?
La “casona”, como es denominada la casa por sus clientes, es impactante. Al llegar, son recibidos por uno de los asesores expertos en moda, quien invita a degustar un café de especialidad. La Restinga cuenta con partners estratégicos que los acompañan desde sus inicios y son parte fundamental de la experiencia: los vinos de las mejores tres bodegas del país, Inés Berton como sommelier de té, habanos de Vuelta Abajo, chocolates suizos y belgas, y una impactante colección de whiskies escoceses sobre la barra.
Además, las múltiples obras de arte, el aroma, los patios floridos y la música suave de fondo generan una calidez única. “Creamos un espacio íntimo y de mucho placer, tratando de ser mucho más que una marca de ropa, La Restinga es un concepto nuevo de compra, con estándares europeos, una marca genuina y real, con valores propios y un altísimo grado de compromiso y lealtad por su cliente”, comentó su dueño.
Por otro lado, Márquez aseguró que La Restinga trae al país las mejores materias primas del mundo para luego confeccionar un producto nacional de lujo, a la altura de las marcas líderes del mundo. Frente a estampados o colores llamativos, la marca pone el foco en el patrón y en el fit; y elige la atemporalidad en pos de perpetuar la antigua tradición italiana del terminado a mano.
La compañía cuenta con más de 5 mil metros de los mejores géneros italianos e ingleses, en más de 200 diseños y variedades de tramas y colores. A partir de esta selección, se crean trajes, ambos y sacos a medida. “Nos divertimos enseñándoles a nuestros clientes que diseñen algo único, siendo ellos los protagonistas de esta experiencia”, agregó el empresario.
Asimismo, como los tiempos de producción tailor made demoran de una a dos semanas, La Restinga ha alcanzado un stock de más de 400 trajes, ambos y esmóquines ya confeccionados. Estas prendas prêt-à-porter son terminadas en el momento por el sastre y la modista de la marca.
Además de diferenciarse por la calidad del producto, la empresa busca posicionarse como un exponente de la experiencia, la atención personalizada y el servicio exclusivo. En ese sentido, el concepto a puertas cerradas, con una estructura chica y costos fijos bajos, le permite ofrecer un producto de altísima calidad a precio competitivo de mercado.
“Si estuviésemos en un centro comercial, nuestros productos deberían costar dos o tres veces más, pero somos el anti shopping”, afirmó Márquez. También aseguró que La Restinga es una marca de nicho que ha sabido llevar adelante un concepto nuevo de compra para un grupo de personas que valoran y ponderan la calidad por sobre todas las cosas.
“Entendemos la moda alejada de la ostentación y el exceso para enfocarnos en elementos esenciales como la elegancia de su diseño, su artesanía tradicional y la obsesión por el detalle, eso es lujo para nosotros”, comentó el empresario para resaltar que jamás la marca ha puesto el logo o estampado sus prendas.
Su colección informal de sacos de cashmere, mohair, lanas y linos italianos en variedad en colores y diseños, hablan por sí solas. Las camperas de cuero de oveja, suéteres de pelo angora, guanaco patagónico o alpaca, como así también sus zapatos de cueros italianos cosidos a mano, son verdaderas piezas de arte.