Cada año, en promedio, 2.918 menores de edad en el Perú son diagnosticados con algún tipo de trastorno alimenticio, según recogió El Comercio con datos obtenidos de establecimientos del Ministerio de Salud (Minsa) y EsSalud. Desde 2020, el número de diagnósticos entre menores de edad ha aumentado en más de un 300%.
Solo entre enero y agosto de 2023, se reportó 290 casos en menores de 12 años, lo cual ya supera la cifra total del año pasado. El 99% de estos casos corresponde a menores entre 12 y 17 años.
La psicoterapeuta Paola Otero, especialista del centro Renascestis, especializado en patologías alimentarias, señaló, en diálogo con el diario EC, que los trastornos alimenticios están caracterizados por un miedo irracional a engordar. “Aunque la paciente es delgadita, se ve y se siente gorda”, comentó Otero. Añade que la pandemia de COVID-19 exacerbó estos problemas al aumentar el tiempo que los jóvenes pasaban en casa y expuestos a las redes sociales y estereotipos de belleza.
Otero menciona otros factores contribuyentes como la base genética, los estereotipos de belleza, la personalidad del paciente y el abuso sexual. “Entre el 70 y 80% de pacientes han sufrido abuso sexual”, declara. Los trastornos alimenticios como anorexia, bulimia y atracones pueden resultar en complicaciones graves, como problemas cardiovasculares, caída del cabello, problemas digestivos y alteraciones en la dentadura.
El tratamiento recomendado es el cognitivo conductual, el cual dura entre tres y cinco años. Este tratamiento debe ser complementado con la ayuda de un psiquiatra para la medicación y un médico para abordar los problemas físicos. Otero critica que el Estado no esté brindando suficiente apoyo, ya que solo ofrecen citas mensuales mientras se requiere atención diaria. “Los sistemas privados tampoco tienen programas adecuados porque es costoso mantener el tratamiento por años”, advierte.
Impulsados a la anorexia y bulimia por presión social
Más del 10% de los adolescentes en el país padecen anorexia y bulimia, reveló Diana Pacheco Ponce, psicóloga y coordinadora de Gaba (Grupo de Autoayuda en Bulimia y Anorexia). Estos trastornos de la conducta alimentaria representan serios problemas de salud física y emocional que pueden llegar a ser mortales sin el tratamiento adecuado.
Pacheco Ponce explicó que la anorexia y bulimia están caracterizadas por un intenso temor a ganar peso. Aunque su aparición puede estar influenciada por factores genéticos, el 60% de los casos se atribuye a factores socioculturales debido a las presiones de la sociedad respecto a la delgadez como ideal de belleza. Este fenómeno impulsa a los adolescentes a adoptar comportamientos y actitudes peligrosas para cumplir con esos estándares, lo que puede llevar a una autocrítica severa, depresión y una distorsionada percepción de su cuerpo.
Las personas con anorexia suelen manifestar síntomas como palidez, mareos, debilidad, pérdida significativa de peso, sensibilidad al frío, aislamiento social y, en el caso de las mujeres, ausencia de menstruación. Aquellos con bulimia experimentan episodios de atracones de comida seguidos de métodos compensatorios como el vómito autoinducido, uso de diuréticos o laxantes, ayuno o ejercicio excesivo. Este trastorno también provoca fatiga, dolores musculares, irritación de la garganta y sentimientos profundos de culpa.
Intervención médica y apoyo familiar
Ante la gravedad de estos trastornos alimentarios, el especialista de Gaba recomienda a los padres estar atentos a estos signos de alarma. Los problemas pueden llevar a una grave desnutrición y, en casos extremos, a la muerte sin intervención médica, apoyo familiar y terapia psicológica.
Como parte del Día Mundial de la Acción por los Trastornos de Conducta Alimentaria, Gaba ha lanzado una campaña gratuita durante todo el mes de junio para abordar problemas alimentarios en niños, adolescentes y adultos. Para más información, se puede contactar a través del WhatsApp 958794213, la página web de la organización, o visitando sus instalaciones en la calle Monseñor Luis Lituma Portocarrero 192, San Miguel.
