En la rutina de un vuelo de larga distancia, el consumo de alcohol es una práctica común entre los pasajeros. La posibilidad de relajarse y disfrutar de una bebida durante el viaje ofrece una experiencia placentera y amena. Sin embargo, esta práctica conlleva ciertos riesgos, especialmente cuando se combina con las condiciones particulares del entorno aéreo.
El contexto de consumo de alcohol en vuelos largos está influenciado por varios factores como el deseo de reducir el estrés, el aburrimiento o simplemente aprovechar el servicio de bebidas a bordo.
La disminución de la presión parcial de oxígeno en la cabina del avión, conocida como hipoxia hipobárica, crea un entorno que puede afectar significativamente la fisiología del pasajero. En estas circunstancias, el consumo de alcohol intensifica los efectos de la hipoxia, a la vez que puede exacerbar la caída de la saturación de oxígeno en sangre (SpO2) y afectar la frecuencia cardíaca.
Un estudio llevado a cabo por un equipo del Instituto de Medicina Aeroespacial del Centro Aeroespacial Alemán, publicado en la revista médica Thorax, investigó esta combinación de factores. Al observar cómo el alcohol y la hipoxia hipobárica afectan el sueño, la saturación de oxígeno y la frecuencia cardíaca de los pasajeros, se busca entender mejor las implicaciones de estas prácticas comunes y proporcionar recomendaciones para mejorar la seguridad y el bienestar de los viajeros.
Los participantes del estudio fueron expuestos a condiciones de laboratorio que imitaban tanto la presión normal al nivel del mar como la presión reducida correspondiente a 2.438 metros sobre el nivel del mar, que es común en cabinas de avión. En estas condiciones, se midieron sus niveles de SpO2 y frecuencia cardíaca. Los grupos de participantes que debían consumir alcohol ingirieron una concentración media de alcohol en sangre de 0,043 ± 0,003%, el equivalente aproximado de dos latas de cerveza o dos copas de vino.
Los resultados mostraron una caída significativa en la SpO2 bajo la exposición combinada de alcohol y hipoxia hipobárica. La SpO2 mediana durante el sueño fue de 85,32% bajo esta combinación, comparado con 88,07% en condiciones hipobáricas sin alcohol, 94,97% con solo alcohol y 95,88% en el grupo de laboratorio del sueño sin alcohol. Estos datos indican que el alcohol exacerba la hipoxia inducida por la presión reducida en la cabina y lleva a una mayor desaturación de oxígeno en sangre.
Además, bajo la exposición combinada, los participantes pasaron un promedio de 201,18 minutos por debajo del umbral clínico de hipoxia del 90% de SpO2, en comparación con 173,28 minutos en condiciones solo hipobáricas y 0 minutos en ambas condiciones de laboratorio del sueño. Este hallazgo subraya el riesgo de una hipoxemia prolongada, que puede tener implicaciones graves para la salud, especialmente en individuos con condiciones preexistentes o vulnerables.
La saturación de oxígeno en personas sanas debe estar entre 95% y el 100%, según datos que proporcionan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés). En tanto, si se encuentra por debajo del 90% tiene que ser motivo de consulta profesional.
Cómo afecta al corazón
En cuanto a la actividad del corazón, el estudio determinó que la exposición combinada de alcohol y hipoxia hipobárica aumentó significativamente la frecuencia cardíaca en comparación con otras condiciones. En una situación normal de laboratorio sin alcohol, la mediana de la frecuencia cardíaca durante el sueño fue de 63,74 latidos por minuto (lpm). Cuando los participantes consumieron alcohol, la frecuencia cardíaca aumentó a 76,97 lpm. En condiciones hipobáricas sin alcohol, la frecuencia cardíaca fue de 72,90 lpm, mientras que bajo la combinación de alcohol y hipoxia hipobárica, la mediana se elevó a 87,73 lpm.
Este aumento en la frecuencia cardíaca puede atribuirse a los efectos combinados del alcohol y la hipoxia en el sistema cardiovascular, dijeron los autores. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central que, paradójicamente, puede aumentar la actividad simpática, elevando la frecuencia cardíaca. Al mismo tiempo, la hipoxia hipobárica impone una carga adicional al sistema cardiovascular, ya que el cuerpo intenta compensar la menor disponibilidad de oxígeno aumentando el ritmo cardíaco para mantener una oxigenación adecuada de los tejidos.
El aumento significativo de la frecuencia cardíaca observado bajo la combinación de estos factores sugiere que el consumo de alcohol durante vuelos de larga distancia puede imponer una carga adicional sobre el corazón, especialmente en un entorno ya de por sí estresante como la cabina del avión.
De acuerdo con la información de Maya Clinic “el corazón de los adultos en reposo suele latir entre 60 y 100 veces por minuto”, pero “una frecuencia cardíaca baja no siempre es un problema. Por ejemplo, una frecuencia cardíaca en reposo de entre 40 y 60 latidos por minuto es bastante común durante el sueño y en algunas personas, en particular los adultos jóvenes sanos y los atletas entrenados”.
Qué ocurre con el sueño
El sueño se divide en varias etapas, incluyendo el sueño ligero (N1 y N2), el sueño profundo (N3), y el sueño REM (movimiento ocular rápido). El sueño profundo es particularmente importante para la restauración física y mental, ya que es la fase en la que el cuerpo repara tejidos, construye huesos y músculos, y fortalece el sistema inmunológico.
Los resultados del estudio mostraron que la combinación de alcohol e hipoxia hipobárica tuvo un impacto notable en la reducción del sueño profundo. Bajo estas condiciones combinadas, los participantes experimentaron una reducción significativa en el tiempo pasado en la fase N3, con una mediana de 46,50 minutos.
En comparación, el tiempo en sueño profundo fue de 84,00 minutos bajo la condición de solo alcohol y 67,50 minutos en la condición sin alcohol en el laboratorio de sueño. Estos datos sugieren que la combinación de alcohol e hipoxia no solo afecta la cantidad de sueño profundo, sino que lo reduce drásticamente, lo que podría comprometer la recuperación y el bienestar general de los pasajeros.
Además, la reducción del sueño profundo se asocia con una disminución en la calidad general del sueño, lo que puede llevar a una serie de problemas, como fatiga, menor rendimiento cognitivo y mayor irritabilidad. Los pasajeros que no logran alcanzar suficientes períodos de sueño profundo pueden sentirse menos descansados y más propensos a experimentar síntomas de jet lag y otros trastornos relacionados con el sueño.
Los autores del estudio advirtieron que, a la luz de esta investigación, “incluso en individuos jóvenes y sanos, la combinación de la ingesta de alcohol con el sueño en condiciones hipobáricas supone una tensión considerable para el sistema cardíaco y podría provocar una exacerbación de los síntomas en pacientes con enfermedades cardíacas o pulmonares”.
Además, “dosis más altas de alcohol podrían amplificar estos efectos observados, aumentando potencialmente el riesgo de complicaciones de salud y emergencias médicas durante el vuelo, especialmente entre personas mayores y aquellas con condiciones médicas preexistentes”, remarcaron. “Nuestros hallazgos sugieren firmemente que se debe restringir el consumo de bebidas alcohólicas a bordo”, dijeron.