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El crimen que conmocionó a Galicia; acabó con la vida de tres mujeres

Un coche de policía a las puertas de la Audiencia Provincial de Pontevedra.
(Gustavo de la Paz / Europa Press)
Un coche de policía a las puertas de la Audiencia Provincial de Pontevedra. (Gustavo de la Paz / Europa Press) (Gustavo de la Paz / Europa Press/)

Hace tan solo un año se llevó a juicio uno de los crímenes más atroces que se han cometido en Galicia. Un hombre acababa con la vida de su exmujer, su exsuegra y su excuñada, todo delante de sus hijos. En el conocido como Crimen de Valga, la Fiscalía y la acusación particular llegaron a pedir prisión permanente revisable contra el autor, José Luis Abet, y tras la conclusión de culpabilidad por parte de un jurado popular, la jueza aceptó esta condena.

Los hechos ocurrieron el 16 de septiembre de 2019. Era poco antes de las 8:00 de la mañana y la madre, de 39 años, estaba saliendo con el coche de su domicilio para llevar a sus dos hijos, de siete y cuatro años, al colegio. La puerta del garaje se abrió, pero no pudieron salir, porque un vehículo aparcado en la entrada se lo impedía.

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Triple asesinato premeditado

No era otro que el coche del que en ese momento era su exmarido, José Luis Abet, que lo había colocado ahí de forma deliberada. El autor se situó a la altura del conductor y sacó un revólver Ruger de calibre 32 largo con el que disparó cuatro veces a la que había sido su pareja. Primero en la cabeza, luego en el el cuello y finalmente en el pecho, todo bajo la mirada de los hijos de ambos, que se encontraban en los asientos traseros.

El asesino se dispuso a abandonar el lugar del crimen, pero en su escapada se cruzó con un coche en el que viajaban la madre, de 58 años, y la hermana, de 27 años, de la mujer que acababa de asesinar. Los vecinos y la propia víctima antes de fallecer las habían avisado de lo que estaba ocurriendo. “En ese momento, el investigado decide también acabar con la vida de ambas, razón por la que cambió el sentido de la marcha y las persiguió hasta llegar a la casa”, según relata el escrito de la Fiscalía, recogido por Europa Press. Llegó a abrir fuego cuatro veces contra la madre y tres contra la hermana, acabando con sus vidas en el acto.

Fue detenido al poco tiempo y no dudó ni un momento en confesar el crimen. El hombre carecía de cualquier tipo de permiso de armas en el momento de los asesinatos y, según apunta el escrito, “quiso expresamente que sus hijos menores de edad presenciaran como mataba a su exmujer, con el consiguiente sufrimiento que suponía para ellos”.

La víspera del crimen

En el juicio no solo fue relevante el momento de los hechos, también se puso el foco en lo ocurrido en hechos anteriores. Un compañero de trabajo relató que en la víspera, Abet entró en el vestuario de la empresa diciendo que al día siguiente ya no acudiría a su puesto, porque iba a hacer algo “que sería recordado durante años”.

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En julio de ese mismo año, meses antes de lo ocurrido, ya había amenazado a su mujer por mensajes de WhatsApp. Llegó a decirle que “prefiero pasar toda la vida en la cárcel a que os quedéis con la casa”, junto a advertencias de que a él no le iba a hacer falta un servicio de funeraria, pero a ella sí. El último ultimátum para que abandonase la vivienda se lo dio tan solo 15 días antes.

Condena de prisión permanente revisable

El juicio fue llevado a cabo en la Audiencia Provincial de Pontevedra, en el que tras analizar todas las pruebas, un jurado popular le declaró culpable del triple asesinato. La magistrada decidió más tarde la condena que se le aplicaría. 24 años y seis meses de cárcel por la muerte de su expareja, 23 años y seis meses por la de la que fuera su suegra y fue el último asesinato, el de su excuñada, el que le condenó a prisión permanente revisable. De esta manera se convirtió en el sexto gallego al que se le aplica la pena máxima contemplada en el Código Penal, según informa el periódico La Voz de Galicia.

Esta última condena impide al criminal el acceso al tercer grado penitenciario, que le permitiría abandonar la cárcel a diario y regresar a ella para dormir, hasta haber cumplido por lo menos 22 años entre rejas. Tampoco tendrá la posibilidad de suspender la ejecución de las otras dos condenas, hasta pasados treinta años, debido a que se le suman otras dos condenas: cuatro años y seis meses de prisión por cada uno de los dos delitos de lesiones psíquicas que infligió a sus dos hijos, al asesinar a las tres mujeres en su presencia cuando los pequeños apenas tenían cuatro y siete años de edad; y dos años más por un delito de tenencia ilícita de armas.

A parte, debe indemnizar cuatrocientos mil euros a cada uno de sus dos hijos, cuya patria potestad también se le ha retirado, trescientos mil al abuelo de los pequeños, 120.000 a su bisabuela, 55.000 euros a cada uno de sus cuatro excuñados y 80.000 euros para la que era la pareja actual de su exmujer.

Como últimas penas accesorias, no podrá ni residir ni acudir a Valga durante 32 años. Tampoco podrá aproximarse a menos de quinientos metros del lugar en el que se encuentren sus hijos y el resto de la familia de las mujeres asesinadas, hasta los diez años posteriores a la obtención del tercer grado.

En su decisión final, tanto la magistrada como los miembros del jurado tuvieron en cuenta los agravantes de género y el de parentesco en el caso de su exmujer. El hecho de que indicase a la Policía dónde se encontraba el arma del crimen tras haberlo arrojado le sirvió como atenuante.

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