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En el centro de Bucaramanga hay suficiente ‘tinta’ para rato

El sonido de las teclas de una máquina de escribir es el mismo aquí y en china. Pero, la gran cantidad de años que llevan las personas trabajando redactando en estas al aire libre sólo se ve en Bucaramanga.

Fácilmente un ‘tinterillo’ bumangués tiene cuatro décadas de experiencia. Aunque en la década de los 80’s, eran más de 40 personas las que venían con máquina de escribir al hombro y silla en mano, lo cierto es que por toda la carrera 14 con calle 36 quedan los últimos ‘digitadores’.

Cuando el acceso a los servicios legales era limitado y costoso, el oficio que realizan personas como Mario Barajas se convertía en una solución económica, útil e inmediata. 

Preparado con suficientes hojas tamaño carta y con 40 años de experiencia, Barajas es de los primeros en llegar al lugar de trabajo a las 8:00 de la mañana de lunes a viernes.

Mario Barajas es de los pioneros en sentarse al lado del edificio de la Dian. Su velocidad se la debe a los 40 años de experiencia y una máquina japonesa en perfecto estado. 

En su escritorio al aire libre se han redactado contratos de compraventa, memorandos, escrituras, balances bancarios, declaraciones de renta y referencias laborales, todos los formatos con una ortografía impecable.

A pesar de que la información varía según el usuario, si hay un costo promedio por página. Un aproximado de 20 mil pesos es lo que cuesta la redacción inmediata del documento que está necesitando. 

Es lo que saben y les gusta

La primera máquina de escribir que gozó de gran popularidad salió de los talleres de E. Remington & Sons en Nueva York hace más de 150 años. Los mismos Remington que habían hecho fortuna fabricando rifles y pistolas, se hicieron aún más ricos y famosos con su aparato para teclear signos, números y letras. 

Una de sus máquinas es la que utiliza América Peñuela para trabajar sobre la carrera 14 hace 20 años. “Al ser secretaria de un contador, se me facilitó la redacción de los documentos y el uso de la máquina” relata la ‘tinterilla’. 

La única mujer que ejerce esta labor en toda la carrera 14 es Amércia Peñuela.  

Del tabulador de su máquina americana han salido más de una declaración bien abultada y en su dedo anular derecho está presente el amor ‘auriverde’. El sentimiento por el Atlético Bucaramanga también se posa al costado de la máquina de escribir donde está pegado el escudo y en una agenda ‘leoparda’ del año 2006.

Otra persona que denomina a la perfección el armazón, teclado y tabulador del pesado artefacto es Jose Antonio Chaverro Romero.

Su máquina de escribir italiana de color agua marina resalta en toda la equina de la carrera 14 y más de uno lo observa con gran detalle debido a que utiliza sólo su brazo derecho para camellar. Hace dos décadas, un accidente laboral al manejar cables de alto voltaje hizo que debieron amputarle su brazo izquierdo.

Y mientras esperaba a que llegara el dinero de la indemnización, Jose Antonio se dedicó primero a la venta de estampillas a 100 pesos y luego se animó a presionar el teclado con una sola mano. La velocidad que posee en sus cinco dedos “es mayor que la de muchos notarios de la ciudad” dicen con suma seriedad las personas que ya lo distinguen en la zona. 

Esdrubal Velasco decidió cambiar la máquina de escribir por un computador portátil. Eso sí, la calidad del servicio y velocidad sigue siendo igual de rápida. /FOTOS Y REDACCIÓN: FELIPE JAIMES LAGOS.

Escribiendo a una o dos manos, estos ‘gestores de la palabra’ continúan brindando el servicio de entregar la información ordenada y a la máxima velocidad que un teclado permite. 

La entrada En el centro de Bucaramanga hay suficiente ‘tinta’ para rato se publicó primero en Q’hubo Bucaramanga.

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