El cine de Isaki Lacuesta siempre ha estado de alguna manera relacionado con el elemento musical, sobre todo desde La leyenda del tiempo, en la que dilapidó las fronteras entre el documental y la ficción para homenajear a la figura de Camarón de la Isla.
Ahora aborda otra leyenda, la de Los Planetas, aunque desde el primer momento en la pantalla aparezca escrito que “no se trata de una película sobre Los Planetas”. De lo que sí se trata es de la relación entre tres amigos que han formado un grupo y se encuentran en pleno proceso de descomposición. Y, en medio de ese caos, después de que la bajista (May Oliver, encarnada por Stéphanie Magnin) y el batería abandonen por completo el proyecto, los dos únicos integrantes, el cantante (Daniel Ibáñez) y el guitarrista (Cristalino) tendrán que componer un álbum para cumplir con los planes de la discográfica.
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Segundo premio nació de la mano del guionista Fernando Navarro, y en principio lo iba a dirigir Jonás Trueba, pero terminó apartándose y fue Isaki Lacuesta el que se hizo cargo de él, en codirección con Pol Rodríguez.
Y, como ha ocurrido en prácticamente toda su obra, que nos lleva por las dos Conchas de Oro del Festival de San Sebastián que consiguió por Los pasos dobles y Entre dos aguas hasta la intimista recreación de la masacre yihadista del Bataclán en la extraordinaria Un año, una noche, en este caso también encontramos una película mutante, repleta de capas, que se pierde, se busca y se encuentra a partir de tres voces que trazarán itinerarios diferentes, algunos de construcción, de creación y otros de autodestrucción. La película consiguió la Biznaga de Oro en el pasado Festival de Málaga y los premios a la mejor dirección y al mejor montaje de Javi Frutos.
Pregunta: El guionista Fernando Navarro escribió primero un guion junto a Jonás Trueba y después otro con usted.
Respuesta: Es que creo que se podrían haber hecho un montón de películas distintas. La película de Jota, de Florent, de May, de Eric (los componentes originales de Los Planetas)… A nosotros lo que nos interesaba era plasmar una visión colectiva. Porque, en el fondo, cada personaje tiene su forma de mirar las cosas. La película empieza con May tocando de espaldas y sus ojos se dirigen al lado contrario del resto. Hay cuatro personajes que miran cosas distintas y ofrecen esas cuatro miradas al espectador. Me parecía la forma más realista de acercarme a la película, a partir de los recuerdos falsos, con cosas muy detalladas y literales que seguramente los fans del grupo reconocerán y otras que están inventadas de arriba a abajo.
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¿Una película generacional?
La película empieza señalando que transcurre casi en otra época, en el siglo XX, como si fuera un vestigio del pasado.
Claro, era un mundo distinto en el que la gente escuchaba discos poniendo una aguja, que para hablar con alguien tenías que meter una moneda en una máquina que no te solía devolver el cambio. Todo eso ya forma casi de un tiempo remoto.
¿Hasta qué punto cree que se trata de una película generacional? Más que al aspecto pretecnológico, me refiero a una manera de ver el mundo.
Nos han dicho mucho eso de que es una película generacional, fue como un adjetivo instantáneo desde los primeros pases de Málaga, pero lo cierto es que ni Pol ni yo lo planteamos así. Pero sí hay algo que me interesa de esta pregunta, las particularidades que tenían los años 90. Siempre he pensado que hay un movimiento pendular entre unas décadas y otra. En unas, los espectadores u oyentes necesitan más orden, sosiego, y en otras, urge la sorpresa, novedad, originalidad. Así fue en los años 20, en los 60 y también en los 90, que son momentos muy claros en los que se apuesta por una cierta radicalidad. Ahora estamos instalados en todo lo contrario, en la necesidad de seguridad, quizás por las constantes crisis económicas, por la dificultad para acceder a una vivienda. Prefieres ver una serie después de un día de mierda.
Zona de confort.
Sí, y en los 90 era justamente lo contrario, de repente había sonidos nuevos, formas de contar las películas de una manera diferente y, aunque fueran indies, llegaban a mucho público. Estrenaba Ferrara, Jarmusch, Tarantino. Es quizás el mejor ejemplo. Sus guiones al comienzo de su carrera ahora no pasarían por ningún taller, porque se lo cambiarían todo, como ejemplo de todo lo que está mal hecho según los códigos conservadores que imperan ahora.
Al fin y al cabo, ‘Segundo premio’ también contiene esa idea de ser una película con cierto grado de experimentación, pero que está pensada para un consumo mayoritario.
Yo desde el principio me había identificado mucho con una cosa que decía Jota, que tenía ambición por llegar al máximo público posible pero, al mismo tiempo, no quería hacer nada que pudiera cambiarlo como artista para conseguirlo. Me identifico mucho con una escena de la película en la que el cantante y el guitarrista discuten sobre si es mejor llegar a más público o a menos. Es una conversación que podría tener conmigo mismo o con mis colegas.
Una película entre el ‘indie’ y el ‘mainstream’
¿Y en qué punto se situaría esta película?
A mí me gusta que lo particular y lo masivo se confundan. Por ejemplo, el ruido es una reacción al predominio del sonido digital limpio. Y la distorsión, ahora, comienza a tener un valor expresivo y emocional deliberado. Los Planetas hacían ruido y también himnos que se podían corear con una fuerza muy radical y visceral. En ese sentido, queríamos que la fotografía de la película no fuera la de un 4K impoluto, sino que tuviera algo azaroso y distinto, no sucio, pero sí con tonalidades imprevistas.
En ese espacio que separa el ‘indie’ del ‘mainstream’, la decisión de que no aparezcan intérpretes conocidos también es una declaración de intenciones.
Una decisión muy consciente y deliberada, sí. Teníamos claro que los actores de la película tenían que ser músicos, porque para nosotros era una cuestión fundamental para encontrar una energía real. No podían hacer playbacks, no podían no saber tocar los instrumentos.
Ninguna de sus películas se parece a la anterior.
Intento hacer cosas que no haya hecho. Por ejemplo, en esta ocasión he escrito una canción con Alondra Bentley y ese sería el Goya que más ilusión me haría ganar por esta película. Es la primera vez que me voy a hacer autopromoción para la temporada de premios.
Vas mutando de acuerdo a las características de tus proyectos.
Claro, porque nunca somos iguales. Yo no soy el mismo que cuando empecé y siempre he tenido inquietud por aprender. Me gusta lo que dices, porque yo quiero hacer películas que muten, como las canciones van cambiando de ritmo todo el rato. A un disco no se le pide que tenga una misma unidad de estilo y creo que a una película tampoco se le debería exigir eso. Por eso, cada vez que cambiamos de personaje en Segundo premio, la forma y el estilo cambian.
Sin embargo, hay un cierto tipo de mirada documental que prevalece en cada uno de sus trabajos.
Creo que en esta película es donde mi lado realista y el fantástico están más pegados, incluso en una misma secuencia, y por eso el cambio de registro es más brusco. Me estoy construyendo un discurso que voy cambiando: que he hecho una película de vampiros, de fantasmas, o una película se serie B, como las que tanto le gustaban a Los Planetas. Pero también es una película de amor, una película sobre el equipo, sobre el trabajo en equipo. También es una película de catástrofes.