La estudiante de medicina Laura Andrea Salinas Quinchanegua decidió denunciar el acoso sexual por el que estaba pasando por parte, según afirma, del médico Christian Alberto Rojas Herrera en el centro asistencial San Rafael de Tunja.
De acuerdo con el testimonio de Laura, quien estudió Medicina en la Universidad Juan N. Corpas en Bogotá, tras terminar su internado tuvo que regresar a Tunja a repetir la materia de Ortopedia el pasado mes de enero de 2024 por asignación del hospital y requerimiento de internos. Sin embargo, ella no quería estar en este lugar del que le habían advertido tener cuidado.
“Me enojé porque no quería y no es lo que se acostumbra. Si bien en el primer año me fue bien, tenía miedo de lo que pasara en este segundo ingreso, porque cuando entré al internado me advirtieron que tuviera cuidado con los especialistas, ya que eran, en su mayoría, abusivos, particularmente el ortopedista Christian Alberto Rojas”, indicó Laura Salinas.
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Esta joven de 24 años, de la ciudad de Tunja, señaló que todo empezó porque Rojas Herrera era muy coqueto. Sin embargo, ella trataba de mantenerse al margen con lo que él le decía, respondiéndole “sí, señor; no, señor; bueno doctor”. Si era por WhatsApp, le contestaba de la misma manera, todo para que no hubiese malinterpretaciones de otro tipo. “Pero si era otro tema, como cuando me invitaba a salidas, yo me negaba de alguna manera”, explicó.
Con el paso del tiempo, la situación empeoró y el 10 de enero Laura se encontraba haciendo sus servicios en el hospital, realizando las actividades asistenciales que le correspondían. El victimario pidió que quien estuviera de día fuera a ayudarlo a transcribir lo que estaba tratando en una junta médica.
“Yo primero me negué porque estaba viendo pacientes y haciendo otras cosas, pero él me trató mal, diciendo que yo no me mandaba sola y preguntando cuántas veces tenía que decirme las cosas. Me gritó. Al final terminé accediendo porque siguió insistiendo a mis compañeros, y yo no quería que tuvieran problemas por mi culpa. Cuando llegué, me dijo ‘hasta que por fin se le dio la gana de venir’, en un tono brusco y grosero, frente a todo el servicio de consulta externa. Yo preferí ignorarlo y solamente le dije que dónde era el consultorio”, recuerda Laura.