En Colombia, 52.521 personas pertenecientes a pueblos indígenas fueron desplazadas de sus territorios, entre el 2005 y el 2016, según cifras oficiales. Los departamentos más afectados fueron Guaviare, Caquetá, Arauca, Norte de Santander, Magdalena, Meta, Guainía, Vaupés y Putumayo.
En enero del 2023, las denuncias sobre explotación sexual a niñas y adolescentes indígenas en la región del Amazonas volvieron a ocupar la atención de la esfera pública, situación agravada porque en la mayoría de los casos existe una relación entre estos hechos y la presencia de fuerzas militares y grupos armados ilegales en los territorios
Los lugares de vulnerabilidad para las comunidades indígenas no se presentan exclusivamente en la “Colombia profunda”. Desde octubre del 2022 se ha denunciado la difícil situación de la comunidad embera en la capital, que incluye hacinamiento, muerte de infantes y la falta de acceso a servicios básicos, escenarios que han llevado a protestas y desembocado en enfrentamiento con la fuerza pública.
Esta realidad es central cuando se lee el más reciente libro de Carl Lagebeaek, “Conquistadores e indios”, pues recuerda que el pasado es un espejo en el que reflejamos nuestras dudas, certezas y preocupaciones. Al observar con detenimiento ese reflejo se puede entender que la Historia no es un proceso finalizado, conclusivo; sino que muchos de los procesos que aún vivimos hunden sus raíces en la Conquista del Nuevo Mundo.
Se trata de un texto ejemplar, que no renuncia al rigor a pesar de estar concebido para amplias audiencias, en el que el autor aborda el pasado sin maniqueísmo o justificando posturas políticas. En su lugar, centra sus esfuerzos en argumentar su hipótesis central, la Conquista no ha terminado.
Para conocer más sobre las ideas centrales del libro, sus hallazgos y posturas, Leamos habló con Carl Ladebeaek, que explicó, entre otras cosas, nuestra valoración de la Conquista y los mitos de este periodo que aún permanecen en nuestra sociedad.
— Pocos procesos históricos tienen un uso político tan intenso como la Conquista del Nuevo Mundo, algo que se reflexiona en la introducción ¿por qué resulta tan fecundo este periodo para las distintas ideologías políticas?
— Fíjate que ese es un tema que arranca con la Conquista misma, libros como El Carnero de Juan Rodríguez (1638) fue pensado para conmemorar los 100 años de la fundación de Bogotá, y ya se enfrenta a la Conquista de una forma que uno claramente puede llamar política.
La Conquista fue un debate político muy fuerte entre los conquistadores, la corona, y la iglesia. Ellos mismos lo volvieron un tema político por razones muy específicas; en ese momento, la manera de ver el poder estaba atravesada por el lente jurídico, esto explica mucho de los debates. Se discutió si la conquista era legítima o no, si aquí había tiranos o no, si era legítimo esclavizar caníbales o no, etcétera. Entonces, el uso político está desde el comienzo, porque el Imperio español se está construyendo sobre una base jurídica.
Luego, diferentes actores manipulan el pasado, los descendientes de los conquistadores se presentaron a sí mismos como herederos de los indígenas, y plantearon los 300 años de opresión. Al momento de la independencia afirman que los iban a volver a conquistar, algo que dura hasta hoy, pues a la llegada de Pablo Murillo lo llamamos la Reconquista.
De alguna manera los colombianos hemos preferido vernos como víctimas, lo que nos evita hacernos responsables. Para nosotros es más fácil decir que somos víctimas inocentes de una conquista que paso hace 500 años, en lugar de fijarnos en nuestra sociedad hoy, de lo que está pasando en el Amazonas o en la Guajira.
Es más fácil cuestionar la conquista del siglo XVI que a nuestra propia sociedad. Esto implica que siguen funcionando una serie de valores basados en el lucro. Algo evidente cuando ves las imágenes de los ríos destrozados por la minería con mercurio, algo que al ánimo lucro le importa un rábano.
Por lo demás, es mucho más fácil sentirse víctima que responsable. Pero además a los políticos les gustan las consignas sencillas, y con la conquista hay tantas… que llegan a la fibra emocional muy fácilmente.
— Entre los protagonistas del texto se encuentran la burocracia, el ánimo de lucro, las desigualdades sociales, elementos que continúan rigiendo nuestras vidas, ¿esto no demuestra que la Conquista no ha terminado?
— Exactamente, ese es el argumento, la Conquista no ha terminado. Fíjate, la burocracia en el fondo se construye por ánimo de lucro. El lucro está en todas partes, detrás de los conquistadores había empresarios, gente que prestaba dinero, la deuda fue un motor importantísimo de la Conquista, la mayoría de los conquistadores terminaron endeudados.
Ver los testamentos de los conquistadores es muy curioso, porque casi todos terminan endeudados, pero también hay gente que le debe a ellos. Entonces se conformaron unas redes de deudas por todos lados.
Toda la corona era una cadena de endeudamiento absoluta, de principio a fin, detrás de la deuda estaba el lucro, la enorme burocracia y la corrupción, nada se hacía como se debía hacer, todo era torcido. Uno ve el mundo que nos rodea hoy y la lógica es distinta solo en algunos puntos.
Tal vez el conquistador del siglo XVI tenía una mentalidad de lucro, pero al mismo tiempo tenía una mentalidad de culpa. Es decir, el poder de la Iglesia era tal que tú te podías lucrar, pero te ibas a ir al infierno, si no te arrepentías y si no hacías algo al respecto, ya ni eso, se desbocó.
— ¿Qué papel jugaron acá las diversas comunidades indígenas?
— Nosotros vemos a los indígenas a través de un lente muy torcido, que es: o los indígenas son o muy buenos o son tontos, porque se dejaron estafar, porque les quitaron el oro a cambio de espejos.
Los indígenas no se dejaron estafar, los indígenas estaban haciendo lo que en su cultura tenía sentido hacer, que era forjar alianzas, el intercambio es una forma de deuda: «Yo te doy, pero te doy con la idea de que tú quedes en deuda conmigo». Es una deuda social, es una deuda cultural, no es una deuda netamente económica y fue algo que algunos españoles entendieron y lo usaron en su en su beneficio.
Los conquistadores que más se enriquecieron no necesariamente fueron los que saquearon ciudades indígenas, sino esos que supieron mantener relaciones de intercambio; es el caso de Julian Gutiérrez, en la costa Caribe colombiana, que es fantástico. Este conquistador se consigue una mujer indígena, empieza a intercambiar con los caciques y hace una riqueza importante sin matar a nadie.
Pero, por supuesto, eso tenía un límite; no iba a ser recíproco eternamente, tarde o temprano termina por desembocar en violencia y las expediciones no tenían otra forma de terminar más que en violencia.
— La Conquista es entendida como un proceso hegemónico en toda América, sin tener en cuenta los matices y particularidades de cada región, ¿qué el público conozca más de la conquista de Tenochtitlan que de la conquista de los panche no es una forma de colonización?
— La historia ha glorificado las expediciones “exitosas”, entonces Pizarro, Cortés son ejemplos de conquistas exitosas, hasta cierto punto, Jiménez también, pero se nos olvida que la mayoría de las expediciones conquistadoras fracasaron.
Cometemos un error muy grave y es pensar que los indígenas fueron, simplemente, víctimas pasivas, que no hicieron nada, no los indígenas hicieron todo lo que estaba a su alcance y lo hicieron bastante bien.
Ahí están y se mezclaron y son parte fundamental no del pasado, sino también del presente y del futuro. Entonces no tiene sentido ver esto como una aplanadora que llegó y no respetó nada y sobre todo verlo en blanco y negro. No era la cosa del señor Blanco en un caballo matando indígenas. Si no que era mucho más complejo, hay casos de españoles que se fueron a vivir con los indios y fueron felices al punto que terminaron luchando contra los conquistadores.
La historia no es tan sencilla como nos la han presentado, en la que siempre está el fondo moral de buenos contra malos. Hubo mucha maldad con la conquista, pero no es muy distinta a la misma maldad que vemos hoy en día. Hay seres humanos que son los protagonistas de lado y lado y también es importante tratar de entender eso.
“Una carta de Colón describió que los indios usaban canoas, unas pequeñas, unas grandes, que podían llevar hasta a ochenta personas. Los propios españoles admitieron que eran formidables para navegar cerca de la costa o en las bocas de los ríos, donde sus naves eran poco prácticas”.
— En este fragmento es una muestra de que los conquistadores se apropiaron de muchas tecnologías indígenas, ¿esta realidad desmonta el mito de la superioridad tecnológica?
— La Conquista hubiera sido imposible sin los indígenas y sus conocimientos del territorio, guías, traductores, mujeres que los indios entregaron a los españoles que sirvieran de intermediarias y la tecnología. Ya España a mediados del siglo XVI producía hamacas, para que vinieran a América con las expediciones.
Las armas defensivas que emplearon los conquistadores eran las armas defensivas de los indígenas, no de los españoles. Porque se estaban defendiendo contra armas indígenas, no contra españolas, entonces toda su tecnología fue completamente inútil a la hora de usarla en el Nuevo Mundo en general y en el trópico en particular.
Yo ahí peleo un poco con las ideas de (Jared) Diamond —periodista e historiador autor de Armas, gérmenes y acero—de que todo fue a punta de enfermedades y tecnología. La superioridad del conquistador no es evidente, es bastante cuestionable. Tal vez las enfermedades jugaron en contra de los conquistadores, porque los que más se enfermaban eran los indígenas aliados, no los que estaban lejos.
Frente a la tecnología europea, pues los indígenas muy rápidamente aprendieron a matar caballos, a matar perros, a poner trampas, a robarse armas de los españoles y usarlas. A los españoles les daba pánico salir a una expedición sin un grupo de indígenas flecheros, porque la flecha tiene ventajas en el trópico, está diseñada para este ambiente; hace menos ruidos, es más sigilosa, tiene más alcance.
Es un tema clave la tecnología de navegación indígena en el Caribe y en el Pacífico. Algunos de los grandes aliados de los españoles les daban esa tecnología, como por ejemplo, los indígenas de Guayaquil.
Hay una sobrevaloración de las armas de fuego, obviamente debieron casado un impacto, las expediciones siempre se cuidan de llevar algunas, sobre todo porque jugaban un papel psicológico. Pero los indígenas no eran tontos y ya para 1600 estaban peleando con armas europeas que conseguían de los holandeses, ingleses y franceses, gracias al contrabando.
Los perros de guerra eran un arma muy poderosa, pero los indígenas también adquirieron perros mediante intercambios, es decir, esta cosa del El Conquistador como sujeto activo y el indígena pasivo definitivamente no nos ayuda a entender la Conquista.
— Durante los últimos años se ha cuestionado el rol del mestizaje y la forma en que se aborda, ¿qué papel jugo en la Conquista?
— Muchos conquistadores eran mestizos, pero lo mestizo no hay que verlo como una categoría biológica. Por ejemplo, hay que entender que el español conquistador del siglo XVI no era racista, porque no existía el concepto de raza. Si uno no entiendo eso, pues ve la cosa con un lente que no es.
El mestizaje fue fundamental y un problema para la corona, ellos hubieran dado cualquier cosa para tener ciudades de blancos y pueblos de indios y que no se mezclaran, pero eso no fue lo que paso. No solamente aquí, el mito de que el español y el inglés no, todo eso es paja. En el siglo XVI ningún país tenía la idea de que la mezcla de razas estaba mal vista y mucho menos los indígenas
En la sociedad colonial, el concepto de limpieza de sangre que traen las autoridades españolas, aplicaba no solamente a los europeos, hay indígenas que reclaman ser caciques porque son indios puros.
Hay que entender la complejidad, no simplificar las cosas. Porque hoy en día hay mucha presión para que cada uno de nosotros elija la tribu a la que quiere pertenecer. Y el primer requisito para pertenecer es odiar a todos los demás.
Hay que entender que en un proceso tan duro, doloroso y violento como el de la Conquista hay zonas grises. Hijos de caciques que tratan mal sus compañeros, conquistadores, mestizos, blancos que vivían con indígenas. Grises, grises y grises y no estas cajitas en las que nos quieren hacer y vivir y creer que siempre han existido.