La ONG Human Rights Watch (HRW) ha acusado este jueves al Ejército de Burkina Faso de “ejecutar sumariamente” a más de 200 civiles, entre ellos 53 menores de edad, el pasado 25 de febrero en tres localidades de la provincia de Yatenga, en el norte del país.
“Las masacres de las aldeas de Nodin y Soro son solo las últimas matanzas masivas de civiles cometidos por el Ejército de Burkina Faso en sus operaciones de contrainsurgencia. El reiterado fracaso de las autoridades burkinesas a la hora de prevenir e investigar tales atrocidades subraya por qué la ayuda internacional es fundamental para apoyar una investigación creíble sobre posibles crímenes contra la humanidad”, ha declarado la directora ejecutiva de HRW, Tirana Hassan.
Además, la organización ha achacado estas matanzas a la “campaña” militar contra aquellos civiles sospechosos de colaborar con grupos yihadistas que operan en la región, entre las que destacan las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico, y ha instado a las autoridades del país a realizar una “investigación urgente”, si bien la Fiscalía de Burkina Faso anunció a principios de marzo el inicio de la misma.
Estas masacres se encuentran entre las peores desde el año 2015, según HRW, que cifra las víctimas de Nodin en 44 muertos y en Soro 179, aunque no hace referencia a la aldea de Komsilga, donde en principio también se habían registrado ejecuciones.
La ONG ha logrado entrevistar a una veintena de personas, entre las que hay testigos, supervivientes y activistas locales, quienes han detallado que, tras el paso de un grupo de yihadistas por la zona, llegó un convoy militar con más de un centenar de soldados que comenzaron a llamar “puerta por puerta” para pedir a la gente que saliera de sus casas y a mostrar sus identidades.
Tras ello, los militares supuestamente dispararon a la población, que previamente había sido separada entre hombres y mujeres. Los supervivientes aseguran que enterraron a las víctimas en varias fosas comunes, aunque otros cuerpos que fueron recuperados días más tarde recibieron un entierro individual.
Aunque de momento se desconoce la identidad de los responsables del ataque, cabe decir que el norte del país fue escenario el 25 de febrero de una ola de ataques yihadistas que dejaron al menos 30 muertos en una iglesia católica de la localidad de Essakane-Village y en una mezquita de Natiaboani.
Burkina Faso, dirigido desde 2022 por una junta militar encabezada por Ibrahim Traoré, ha experimentado un aumento significativo de la inseguridad desde 2015, con ataques por parte de las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico, lo que ha provocado una oleada de desplazados internos y refugiados hacia otros países de la región.