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Joaquín se despide del Benito Villamarín: “No sé que he hecho para merecer tanto cariño”

El delantero del Betis, Joaquín Sánchez, emocionado en su último encuentro como jugador profesional (EFE/José Manuel Vidal)
El delantero del Betis, Joaquín Sánchez, emocionado en su último encuentro como jugador profesional (EFE/José Manuel Vidal) (José Manuel Vidal/)

Se acabó, esta vez de forma definitiva. El Benito Villamarín despidió bajo una pléyade de leyendas al jugador más carismático de su historia, Joaquín Sánchez. Y lo hizo juntando las dos pasiones del ya exfutbolista español, la diversión y el fútbol. El último calentamiento del mito verdiblanco estuvo acompañado del ritmo de Hasta que se seque el Malecón y el anillo pa’ cuando, dos canciones conocidas de sobra por Joaquín, quien publicó videos en tono jocoso con ellas. Tras la diversión inicial, se vistió de corto y recorrió por última vez el túnel de vestuarios.

Cuando su nombre fue mencionado por megafonía, el delirio inundó las gradas repletas de almas verdiblancas, 59.621 para ser exactos. Un lleno hasta la bandera porque no era un partido oficial, era más que eso. Se notó desde el primer instante. Joaquín tenía la posesión y el estadio rugía, Joaquín iba al banderín a sacar un córner y los aficionados corrían para acercarse a su ídolo, el mismo al que llevan venerando toda la vida. Joaquín merecía un despedida así, única e inolvidable y en la que no pudo contener las lágrimas.

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Rodeado de su gente

El portuense tuvo a su lado a varios de los compañeros que deja en el vestuario, como Guardado, al que cedió el brazalete de capitán en un gesto para el recuerdo. En la banda, el director de orquesta fue Manuel Pellegrini, su último técnico como futbolista. Por otro lado, también tuvo la compañía de exjugadores que le acompañaron en el camino del éxito, tanto los que iban con él en aquella Copa del Rey de 2005, como esas leyendas que compartieron Selección y clubes con el portuense lejos del Villamarín.

El fútbol ha sido la coartada, el hilo conductor, el leit motiv de un adiós multitudinario en el que estuvieron muchos ídolos con la clase que encumbró a una generación de futbolistas que no quiso faltar a un Villamarín basilical. La fiesta le pertenecía a Joaquín, que culminó la noche con dos goles para el recuerdo en la victoria de su equipo 6-4 ante el formado por las leyendas. Se marchó llorando como un niño, abrazado a su mujer e hijas en el túnel de vestuarios donde se quedó sólo físicamente, pero acompañado de todos sus recuerdos en la memoria.

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De leyendas futbolistas… a musicales

El partido no se lo quiso perder nadie. Durante la previa, sobre un escenario montado en el círculo central del estadio de Heliópolis, Eva González dio paso a María Rosa García y Nina Pastori, la cantaora gaditana a la que Joaquín miraba con arrobo y admiración desde la banda mientras le cantaba al Cádiz de los dos y después de que Alejandro Sanz le dijera en una grabación que era “un regalo” y que le agradecía su forma de ver la vida y hacer las cosas.

Dos horas de adiós, de nostalgia de un fútbol imperecedero que se despedía de la ‘finta y el esprint’, un final de raza que a esas horas quedaba también inmortalizado en la Torre del Oro y para los niños enfermos de cáncer presentes en el estadio y a los que irá la recaudación del partido cuyo final estuvo contó con las lágrimas del cielo de Sevilla que lloró la despedida del mito verdiblanco.

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