A Juan Patricio Laino le cambió la vida de golpe. El asesor financiero hizo una “pausa” en su trabajo para dedicarse en forma más activa en la crianza de sus gemelas, Victoria y Emilia. Las nenas tienen 4 años y fueron diagnosticadas con un retraso madurativo en la comunicación.
Desde su cuenta de Instagram, @padredegemelas, Laino muestra la vida cotidiana con sus hijas y se involucra en obras benéficas. En la sección “Y sí, soy papá” de Infobae contó su experiencia a partir del nacimiento de sus nenas.
“La cuenta padre de gemelas arranca como una especie de cable a tierra o una manera de llevar un mensaje de algo que veo que se repite mucho entre padres, que es que el sistema te expulsa, te sentís medio aislado”, explica.
Pato empieza a contar cuál es la clave para ser padre. “Creo que todo el mundo tendría que pasar por neonatología, es una manera de aprender mucho. Es un lugar donde te sentís una esponja, porque realmente hay tantas cosas que te enseñan sobre los bebés en ese espacio. Esta situación me hizo más empático, más vulnerable, me hizo mejor persona, muchísimo más sensible. Empecé a mirar lo que pasaba alrededor mío”, sostiene el papá de Victoria y Emilia.
La experiencia de la paternidad
¿Qué sucede cuando te convertís en padre? Laino cuenta su vivencia. “En ese momento te das cuenta de que te sentís más vulnerable, de que ya todo pasa por otro lado. Lo decidiste, se materializó y que es súper lindo. Pero tenés una responsabilidad… en este caso dos”, dice riendo.
Pero no todo es placer en la paternidad. “Muchos dicen ‘no, porque cuando me dieron la bebé y la tenía en brazos, mi mundo cambió’. Yo no lo sentí así. A mí me pusieron dos bombas atómicas en los brazos”, admite.
“Mientras me las daban, fuimos a ponerles las vacunas y hacerles todos los chequeos. Las enrollaron e imaginate que eran como dos lagartijas, eran súper chiquititas, pesaban dos kilos cada una – recuerda-. Pasó una enfermera y me miró como diciendo ‘pobre pibe’. Me sacó una foto que está buenísima, pero yo no la veo como algo tierno. Me hace acordar al momento que estaba pasando que no entendía absolutamente nada. Esto fue como ‘mirá, te voy a dar lo mejor que te puedo dar en el mundo, te lo voy a dar doble. A ver qué hacés”.
Juan Patricio revela cómo es la relación con sus hijas. “Mis gemelas tienen una conexión muy importante y muy loca. Que tiene sus pros y sus contras. Yo me tomo muy a pecho la responsabilidad de criar, porque soy el que se encarga de estar en la casa -cuenta-. El tener esta conexión entre ellas dos hace que se aíslen. De hecho, las chicas tienen un diagnóstico de retraso madurativo en la comunicación y tiene que ver con eso. Tienen como si fuese una jerga, como un idioma propio”.
La vida con Victoria y Emilia
Y continúa. “No hablan al mismo momento que los demás, la intención comunicativa es totalmente distinta. ¿Por qué? Porque son como dos minions. Me pasaba que había un vaso de agua, entonces yo trataba de ponerlo en altura, como me decían, para que el vaso de agua me lo pidan, me digan ‘papá, agua’ o lo que fuese. Y las chicas no lo hacían, iban, agarraban una silla, una la corría, la ponía ahí, se subía, agarraba el agua, la bajaba, tomaba ella, tomaba la otra y se iban las dos. Y como eso te puedo decir mil cosas. Y cuando pasaba algo, les decías algo, por ejemplo, las retabas, se miran entre ellas, conversan en su propio idioma y se terminó. Van a otra cosa”, cuenta el papá.
“Están todo el tiempo tirando el límite. Si bien son muy distintas en sus personalidades, es como que se complementan, vos pensá que es una persona dividida en dos. Hay una conexión que es increíble y las aísla. Y se aíslan, mejor dicho -relata-. En mi casa se respira eso, porque lo trabajamos todo el tiempo. Con terapias, con fonoaudióloga, con la Teo, que es una terapia conductual. Todo viene por esa conexión tan fuerte que tienen, que hace que el mundo sean ellas dos… y mi mundo sean ellas”.
Pato relata cómo fue que decidió quedarse en su casa a criar a las nenas. “En un momento tuvimos que empezar a priorizar cosas. Charlamos con mi mujer, los dos trabajábamos, pero teníamos que empezar con las terapias, con el tema del cuidado y todo lo demás. Entonces, somos un equipo. Para mí todo es en equipo y con Cintia yo hago el mejor equipo del mundo, no tengo ninguna duda. Empezamos a poner las cartas sobre la mesa y ella estaba pasando por un momento profesional buenísimo y yo estaba bien con mi trabajo, pero me quejaba”, explica.
“Acá el papá se puede quedar en la casa, porque también es mi función y yo lo tomo de esa manera. No hay ninguna diferencia. Para mí la igualdad es justicia con respecto a eso. Entonces decidimos que ella sea la persona que traiga la mayor cantidad de ingresos económicos a la casa y yo me ocupe más de estar con las nenas en el día a día. Porque también, sacando cuentas, nos dimos cuenta que si poníamos a una persona para que las lleve y las traiga y todo lo demás, gastábamos dos sueldos”, admite Laino.
“No pensaba tampoco que iba a ser padre a los 40. Siempre tuve ganas de serlo, pero las cosas se dieron de una manera completamente distinta y con Cintia nos conocimos por Tinder. Se dio todo muy rápido -sostiene-. Mi verdadero trabajo es ser el papá de ellas, sobre todo en este momento que lo necesitan tanto”.